No os voy a contar lo que dijo Mikhail Sergueyevich Gorbachov en su visita a la Expo y en su conferencia de Huesca, esto ya lo han aireado los medios de comunicación habituales. Su opinión respecto a los temas de actualidad es de sobras conocida y quien no la conozca puede leer alguna de las entrevistas que concedió durante su breve estancia en España. En líneas generales, Gorbachov vino a decir lo que desde siempre repetimos en el foro de Casa Rusia. Parecía que Mikhail Sergueyevich fuera uno de los usuarios que estamos registrados en el foro. En fin, la visita de Gorbachov no decepcionó.
Así que lo que voy a contar es cómo fue ese día.
Algunos de vosotros sabéis que llevaba varios meses pendientes de que la visita de Gorbachov a la Expo se confirmase. Durante toda la Exposición Internacional, la presencia de Gorbachov aparecía en la agenda como un evento pendiente de confirmación. Mantuve contacto con el centro de prensa de la Expo y con Green Cross International, que era la organización mediante la cual se presentaba Gorbachov en la Expo, para dar a conocer el libro Agua para la paz, paz para el agua.
Por el mes de agosto, se barajaban dos fechas: 5 y 9 de septiembre, pero el evento seguía pendiente de confirmación. Fue a falta de una semana cuando finalmente se confirmó que Gorbachov vendría el martes 9 de septiembre. La agenda se llevó con un poco de secretismo, en parte por las lógicas medidas de seguridad, y en parte porque por un lado proponía la organización de la Expo y por otro escogía y elegía el staff de Gorbachov. Lo único claro era que daría una conferencia en Huesca, todo lo demás estaba por decidir.
Bueno, una vez sabido que Gorbachov pasaría por aquí, había que averiguar la agenda que iba a tener. La atención a los medios se redujo a tres entrevistas (según me contaron, fueron únicamente tres a El País, RTVE y EFE), y con el tiempo se iba descartando que tuviese lugar una rueda de prensa, además de la conferencia que dictase en Huesca.
El fin de semana del 6 y 7 hacía gestiones contrarreloj, y una de estas gestiones fue exquisitamente atendida por Natalia Guerassimova, responsable de prensa del pabellón de Rusia, con quien había tenido la agradable experiencia de hablar unos días atrás, cuando me contestó a unas preguntas sobre la presencia de Rusia en la Expo y el pabellón ruso. Sobre este tema he de escribir un poco más adelante. Ella fue quien me confirmó que estaba previsto que Gorbachov se acercara a visitar el pabellón de Rusia a última hora de la mañana y nos facilitó el acceso.
Otra de las personas a quien he de agradecer una exquisita atención es Eduardo Perero, coordinador de programas de Green Cross España, que mostró una atención excelente en todo momento y que se ocupó de trasladar al staff personal de Gorbachov el interés de disponer de medio minuto con él para poder transmitirle un saludo y realizar un par de fotos.
En fin, que el martes día 9 llegó, y Gorbachov también.
Me queda la impresión de que la jornada de Gorbachov en la Expo fue un tanto desorganizada. Me explico. Hasta el mismo lunes por la tarde me mantuve informado de la agenda final, y ésta no se cumplió. Supongo que no soy yo el único al que le afectó el cambio de planes, pero como yo fui a lo seguro y acudí directamente al pabellón de Rusia, pues no me perdí nada de lo que ya tenía planeado.
Sobre las 12.15 del mediodía, Gorbachov bajaba por una de las rampas mecánicas que dan acceso a la avenida principal del recinto de la Expo, la rampa que directamente apunta hacia el pabellón de Rusia. Vestía un traje gris oscuro con camisa azul de cuadros, sin corbata. Fue fácil saber que estaba cerca porque se empezó a armar un revuelo enorme y la gente, principalmente los profesionales gráficos, echaron a correr como si se tratara de un encierro de San Fermín.
La primera e inmediata impresión que produce Gorbachov es que parece alguien muy cercano, muy real, nada de complejos de diva. Con su habitual sonrisa y su característica manera de hablar, el Gorbachov al que estábamos acostumbrados ver en la tele desde los años de Perestroika. Solo que los años le han hecho más mayor – pero ¿por quién no pasan los años?
Había medidas de seguridad, pero no eran muy exageradas. Los guardaespaldas respetaron en todo momento el trabajo de los periodistas, si bien no fue posible hablar con él, ni estrecharle la mano, ni nada. Nadie lo intentó si quiera, supongo que por el respeto que infunde tener a medio metro a una verdadera personalidad, una de las más grandes del siglo XX.
A decir verdad, no se si al pabellón de Rusia pudo entrar cuanta gente quiso, yo juzgaría que no, porque si no se hubiera llenado hasta la bandera, pero fácilmente habría dos o tres docenas de periodistas cámara y micrófono en mano.
Antes de entrar al pabellón, los responsables del mismo le dieron la bienvenida y en ese instante fue la directora del pabellón de Rusia quien se hizo cargo del acompañamiento de Mikhail Gorbachov para enseñarle las instalaciones y la exposición y darle las explicaciones oportunas.
Gorbachov también saludo al entrar a las chicas que trabajan en la tienda de objetos típicos rusos que hay en la salida (la salida para los visitantes, dado que la entrada de la visita de Gorbachov se hizo por esta puerta).
La visita al interior del pabellón duró aproximadamente media hora, tiempo en el que pudo ver la proyección audiovisual que se proyecta habitualmente en el pabellón ruso. Antes de salir de nuevo a la avenida principal de la Expo, tuvo unos momentos de «intimidad» con el personal del pabellón. Se le había preparado una pequeña recepción que fue del todo privada, mientras los medios esperábamos a su salida.
Al salir, muchos aplausos, bastantes rusos que le llamaban y le saludaban, mientras Gorbachov correspondía saludando con la mano. Muchísima gente quería estrecharle la mano, pero ni hubo ocasión para eso, ni posibilidad física, dado que había bastante aglomeración y la agenda de su visita a la Expo ya estaba lo suficientemente apretada. De todas formas le llovieron los aplausos y ovaciones del público, que fue respondido con la sonrisa y saludos del ilustre visitante.
Quiero destacar especialmente lo que sucedió cuando Gorbachov ya se encaminaba hacia el coche que le llevaría a comer o a descansar antes de desplazarse hasta Huesca. En su recorrido hasta el coche, hubo de pasar por delante de la siempre enorme cola que hay en el pabellón de Japón (fácilmente puede pasar de las dos horas en un día normal). Lo frecuente es que en esa cola haya muchas, muchísimas personas. La gente se percató de su presencia y el aplauso y la tremenda ovación espontánea fue realmente emocionante. El que aplaudió en las puertas del pabellón ruso apostaba premeditación, pero el que le aplaudió y vitoreó estando en la cola del pabellón nipón, lo hizo de forma espontánea y personal. Emocionante.
La verdad, ignoro si finalmente le llevaron a ver la Torre del Agua (esta visita estaba prevista de alguna forma) o algún otro edificio representativo de la Expo. Antes de la visita al pabellón de Rusia, Gorbachov estuvo en la Tribuna del Agua (cualquier medio ha dado la oportuna información). Por la tarde, ya en Huesca, el pabellón ruso recibió halagos por parte de Gorbachov, que dijo que le gustó mucho.
Por la tarde tocaba ir a Huesca, a la conferencia-presentación de libro Agua para la Paz, Paz para el Agua, en el nuevo Palacio de Congresos.
El recinto estaba al completo, las entradas se agotaron el mismo lunes por la tarde, día en el que salieron a la venta, el publico era de todas las edades.
En este punto, he de recordar la gran profesionalidad y total colaboración en todo momento del jefe de prensa del Palacio de Congresos, Lorenzo, que me permitió el acceso y estar con los medios gráficos (los únicos autorizados) en el momento en que llegaba el coche de Gorbachov y era recibido por las autoridades locales.
Las medidas de seguridad (al menos, las visibles) tampoco eran excesivas y no hubo ningún problema para poder seguir la llegada de Gorbachov. No hubo ningún problema, salvo alguna pequeña anécdota.
Al llegar (en un Citroen C5 versión VIP) y bajar del coche, Gorbachov fue recibido por el alcalde de Huesca, Fernando Elboj, y varios oficiales de Huesca y del Palacio. Gorbachov vestía traje y corbata para esta ocasión. Al entrar al Palacio, Mikhail Sergueyevich, Elboj, la intérprete y unas cuantas personas se dispusieron a subir en un ascensor para firmar en el Libro de Honor. Los demás nos quedamos a esperar abajo. Pasados un par de minutos, vimos al personal de seguridad corriendo de aquí para allá, con caras de seria preocupación. Algo estaba pasando. Un par de minutos más tarde vimos como forzaron la apertura del ascensor y de allí rescataron a Gorbachov (con una sonrisa), a la intérprete (que se partía de risa), al señor Alcalde (que no se partía de risa precisamente, mas bien se moría de vergüenza, y con razón) y a los demás rehenes del desafortunado ascensor que en lugar de subir, bajo casi medio piso y atrapó a los celebres ocupantes. Optaron por subir andando las escaleras, claro.
Más tarde, a la hora prevista, llegó Marcelino Iglesias, Presidente de Aragón, y empezó la conferencia. El público recibió a Gorbachov con un gran aplauso. Primero tomaron la palabra el alcalde de Huesca (quien apenas fue capaz de leer «Mi-ja-íl…..Ser–gé—Evich…… Gorba—–chEv» – y me pregunto ¿no debería un anfitrión, y más si se trata de una visita de este calibre, molestarse un poco y ensayar la pronunciación y sobre todo no cambiar letras en el apellido del invitado?), el presidente de la Expo, Roque Gistau, y el presidente de Aragón, para dar paso finalmente a la intervención de Mikhail Sergueyevich.
Como decía, no voy a contar mucho de lo que dijo, sólo mencionaré que tocó tanto temas de Historia como del presente, incluido el conflicto en Georgia-Osetia, y del futuro (de Europa, de Rusia, de las relaciones internacionales), y por supuesto los temas de agua, cooperación y consumo responsable de los recursos.
De momento pongo a vuestra disposición los vídeos de las preguntas que hizo el público al final de la conferencia. Sobre la marcha se decidió que el público pudiera hacerle tres preguntas a Gorbachov. Lamentablemente no hubo tiempo para más preguntas, aun así Gorbachov se saltó un poco el protocolo para contestar tal como era debido a las preguntas que se le formularon, y el evento duró más tiempo de lo previsto. El público le regaló varias ovaciones a lo largo de la conferencia, así como al final de la misma.
Durante el evento, hubo momentos en los que fallaba el equipo de audífonos de la traducción simultánea, así que el público no siempre podía escuchar la traducción a tiempo. No obstante, Gorbachov en todo momento reaccionó con paciencia y comprensión, incluso con humor. La impresión general que queda después de haber disfrutado de su conferencia es que su manera de hablar es muy informal, muy sencilla y muy cercana. Tiene un guión y el discurso, o al menos sus líneas principales, escrito en papel, pero apenas lo consulta, habla con sus propias palabras y da la sensación que no está pronunciando un discurso si no que está charlando contigo. A pesar de un tema tan serio, resultó una conferencia nada aburrida si no más bien todo lo contrario, muy interesante y amena.
También he de decir que Gorbachov tiene una manera un poco peculiar de hablar; no siempre pero sí algunas veces puede empezar un tema, pasar a otro tema y luego volver al primero, lo cual quizás puede ser un poco difícil de percibir para los oyentes, puesto que en la traducción simultanea frecuentemente se omiten pequeños matices que pueden ser importantes para la comprensión ya que explican la lógica del cambio del tema.
Tengo intención de subir la conferencia íntegra. Será cuestión de tiempo. Al igual que las tres preguntas que le hizo el público -y que puedes consultar en Casa Rusia- la calidad de la grabación no es óptima. Mi cámara de vídeo hace tiempo que dejó de ser profesional y la zona donde nos ubicaron a la prensa estaba bastante alejada de la tribuna de oradores. A esto hay que sumar el poco respeto y la poca educación que tiene la gente, que ve perfectamente que estás grabando cámara en mano y pasa ochocientas veces por delante tuyo.
Por fin le vi en persona. Un sueño hecho realidad. No pude estrechar la mano de Mikhail Sergueyevich, ni pedirle un autógrafo, pero volví a casa con un pequeño trofeo.