Fallece a los 83 años Markus Wolf, exjefe de los servicios secretos exteriores de la extinta RDA
Markus Wolf, el antiguo jefe de los servicios secretos exteriores de la desaparecida República Democrática Alemana (RDA) falleció anoche a los 83 años, según ha anunciado un portavoz de la editorial berlinesa Eulenspiegel.
Inspirador de numerosas novelas de espionaje, Wolf fue conocido durante décadas como el espía sin rostro de la guerra fría, ya que Occidente no dispuso de una imagen fotográfica de su persona hasta bien entrados los años 80.
Favorable a la perestroika (la política de reestructuración) del presidente soviético, Mijail Gorbachov, Markus Wolf fue uno de los protagonistas de la caída del muro de Berlín al situarse en el bando de quienes propugnaron el fin del régimen comunista de la RDA.
Los 'agentes Romeo'
El antiguo jefe de los servicios de espionaje de Alemania Oriental consiguió infiltrar desde la década de los años 50 decenas de agentes en el Gobierno, la industria y el mundo de la economía de Alemania Occidental. Entre sus agentes mas conocidos se encuentra Günther Guillaume, que llegó a convertirse en secretario personal del entonces canciller federal germano, Willy Brandt, cuya dimisión forzó al ser desenmascarado.
Markus Wolf fue el creador de la figura del llamado espía Romeo, agentes de la RDA especialistas en seducir a solitarias secretarias gubernamentales en Bonn que, enamoradas de sus amantes, acababan espiando consciente o inconscientemente a sus superiores en gabinetes de ministros e incluso en el despacho del propio presidente federal.
Juicios y libertad vigilada
En 1986 y tres años antes de la caída del muro de Berlín, Markus Wolf se jubiló como jefe de los servicios secretos exteriores de la RDA, que había comenzado a dirigir 33 años antes. Tras la reunificación nacional en 1990, Wolf huyó de Alemania a la Unión Soviética a través de Austria tras tener conocimiento de que la Justicia alemana había dictado una orden de busca y captura contra él.
Sin embargo, un año después se entregó a las autoridades alemanas, pasa una breve temporada en prisión preventiva y es puesto en libertad. En sucesivos juicios a los largo de la década de los años 90 fue condenado por alta traición y soborno, lesiones graves y secuestro, aunque fue absuelto en algunos casos posteriormente y, pese a la confirmación de otras condenas, nunca llegó a ingresar en prisión y quedó en libertad vigilada.
