La Segunda Guerra de Chechenia, el último conflicto en la historia de la Rusia moderna concluyó oficialmente.
Iliá Kraminik. RIA Novosti.
La semana pasada, por orden del presidente de Rusia, Dmitri Medvédev, el Comité Nacional Antiterrorista de Rusia levantó el Régimen de Operación Antiterrorista (KTO, según las siglas en ruso) que imperó en esa república norcaucásica casi diez años.
El KTO en Chechenia fue impuesto por el fallecido ex presidente ruso, Borís Yeltsin, mediante un decreto firmado el 23 de septiembre de 1999.
La Segunda Guerra de Chechenia comenzó en agosto de 1999 cuando el ejército ruso salió en defensa república rusa de Daguestán, vecina con Chechenia.
Ribereña del Mar Caspio por el oriente, y fronteriza con Chechenia por el occidente, Daguestán fue invadida por grupos guerrilleros chechenos y mercenarios bajo el mando del jefe guerrillero Shamil Basáev y el mercenario de origen árabe Amir Hattab.
Una vez repelidos de Daguestán, la guerrilla se atrincheró de nuevo en el territorio chechenio donde continuó el conflicto que ocasionó la muerte de miles de personas entre civiles, soldados y guerrilleros.
La Segunda Guerra en Chechenia fue inevitable. Los sucesos ocurridos en esa región del Cáucaso, tras el fin de la Primera Guerra de Chechenia con los Acuerdos de Jasaviurt, en 1996, crearon las condiciones para el conflicto estallará de nuevo, con mayor intensidad y virulencia.
Firmados por el entonces presidente del Consejo de Seguridad de Rusia, Alexandr Lébed, y el líder de la Chechenia separatista Aslán Masjadov, los acuerdos de Jasaviurt no pudieron establecer en Chechenia las bases para el restablecimiento de la paz y la estabilidad.
Las bandas criminales chechenas con toda impunidad, continuaron con el secuestro masivo de civiles, incluso de representantes del gobierno ruso en misión de servicio en Chechenia, cobrando por su liberación considerables sumas de dinero, lo que empeoró aún más la inseguridad en la república.
Con mayor intensidad que antes de la firma de la paz entre Lébed y Masjádov, en Chechenia continuó el robo de petróleo de los oleoductos y los pozos de extracción, se disparó la producción y distribución de narcóticos y dinero falsificado.
Algunos grupos guerrilleros se rebelaron contra Masjádov y reanudaron los ataques terroristas y subversivos contra las repúblicas vecinas, Además las autoridades de Ichkeria (denominación dada por los separatistas a Chechenia) confiscaron de hecho el dinero que Moscú continuó enviando a la población de pensionados de la república.
En general, Chechenia se convirtió en un peligroso foco de inestabilidad, que paulatinamente se fue propagando por el territorio de Rusia.
Segunda Guerra en Chechenia
En el verano boreal de 1999, la guerrilla chechena bajo el mando de Basáev y Hattab emprendió la invasión de Daguestán por zonas montañosas donde prácticamente no había tropas rusas, contando que la debilidad del gobierno ruso les permitiría ocupar esa república para instaurar otro estado independiente islamista como Chechenia.
Los combates entre las tropas rusas (federales) y los guerrilleros que invadieron Daguestán el 7 de agosto duraron más de un mes. Durante ese tiempo, en algunas ciudades de Rusia se perpetraron sangrientos atentados terroristas en Moscú, Volgodonsk y Buinaksk, donde fueron dinamitados varios edificios de viviendas, lo que ocasionó la muerte de centenares de civiles.
Pero el nuevo conflicto que desató la guerrilla se desarrolló de una manera muy diferente a la Primera Guerra en Chechenia.
La guerrilla separatista no pudo contar con la debilidad e indecisión del gobierno ruso porque la dirección y ejecución de la guerra fue asumida por el nuevo primer ministro Vladimir Putin.
Tras las amargas experiencias adquiridas en 1994-1996, el ejército ruso tuvo más cautela y la combinación de nuevas tácticas de guerra permitió aniquilar las principales fuerzas de la guerrilla con menos pérdidas en las tropas rusas, conformadas por ejército regular, unidades aerotransportadas, tropas del Ministerio del Interior, brigadas antiterroristas, infantería de marina, Fuerza Aérea e inteligencia militar.
Las escasas operaciones exitosas que pudieron lograr los guerrilleros tuvieron un precio muy alto y al final, no cambiaron el desenlace de final de la contienda que paulatinamente condujo a su derrota.
Como, por ejemplo, el combate que emprendió la guerrilla para tomar la altura 776, el punto más vulnerable para romper un cerco tendido por las tropas federales en una zona montañosa de Chechenia.
Sin en apoyo de la aviación y la artillería y en condiciones meteorológica desfavorables, una compañía rusa durante dos días resistió la embestida de más de 2.000 guerrilleros chechenos fuertemente armados. Los insurgentes lograron tomar la altura 776 únicamente después de aniquilar prácticamente toda la compañía al quedar vivos sólo seis de los 90 soldados de la unidad.
En cambio, los guerrilleros tuvieron más de 500 bajas. Después de este combate, la moral de los insurgentes fue quebrantada. A partir de entonces, la guerrilla evitó combates frontales con los federales y paso a la táctica de actos terroristas, toma de rehenes, acciones subversivas como explosiones en puentes, carreteras y lugares públicos.
La división y antagonismos entre los líderes chechenos fueron hábilmente aprovechados por Moscú para debilitar la influencia y el poder de las autoridades separatistas ante otros jefes guerrilleros desilusionados del gobierno de Masjádov.
Algunos líderes de la guerrilla que combatieron contra Rusia en la primera guerra se pasaron del lado de los federales para poner fin a la violencia y restablecer una vida normal en la república en ruinas por la guerra.
Al mismo tiempo, en las altas esfera del poder en esta vez no se notó la indecisión política que predominó durante la administración de Yeltsin, uno de los factores que determinó el éxito de la causa independentista chechena y las victorias y golpes audaces de la guerrilla que enarboló la lucha terrorista en los años 90.
La lenta y escrupulosa labor del servicio secreto y la inteligencia militar comenzaron a dar frutos y uno tras a otro, fueron aniquilados o tomados prisioneros y juzgados los principales cabecillas de la guerrilla.
El pánico y la desconfianza se apoderaron de los comandantes independentistas, algunos de los cuales huyeron al exterior para escapar de la Justicia rusa.
Un paso hacia la paz fue la elección del muftí Ahmat Kadirov como presidente de Chechenia. Kadirov, antiguo jefe guerrillero en tiempos de la primera campaña, pasó a ser partidario de poner fin a la violencia y entablar el diálogo con Moscú.
Kadirov. Fue asesinado el 9 de mayo de 2004 a consecuencia de un atentado terrorista. Lo sucedió su hijo Ramzán Kadirov, actual presidente de Chechenia.
El bloqueo de los canales de financiación desde el exterior, la liquidación de los líderes principales obligaron a la guerrilla a reducir sus actividades. Además, los atentados terroristas, secuestros y asesinatos contra la población chechena menoscabaron la simpatía y confianza de que gozaba en el seno de la sociedad chechena. Al propio tiempo, crecía el respaldo a las autoridades chechenas dispuestas a dialogar con Moscú.
En consecuencia, el gobierno federal reforzó la ayuda económica para restablecer la infraestructura y funcionamiento normal de la vida civil de población. De manera permanente instaló unidades del Ministerio de Defensa y el Ministerio del Interior para reforzar al máximo la seguridad y el orden público.
Tras valorar la situación actual, se pude decir que la lucha contra los separatistas chechenos concluyó exitosamente. Sin embargo, todavía es prematuro hablar de una victoria definitiva.
El Cáucaso Norte todavía es una región inestable donde operan diferentes fuerzas políticas locales que con el apoyo de organizaciones del exterior están interesadas en desatar un nuevo conflicto, así que la estabilización y normalización de la situación en está zona de Rusia todavía están lejos.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDIRÁ OBLIGATORIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI