Lo prometido es deuda. Bilingüe y sin rellenar, que hay confianza.
http://www.diplomy.biz/obraz/3/1_5.jpg La alternativa era otro diploma de la NRA (sin Charlton Heston), pero no me pareció muy apropiado
Francia e Inglaterra no fueron atacadas por Hitler, fueron ellas quienes declararon la guerra a Alemania en cumplimiento de los acuerdos suscritos con Polonia. Hitler recibió la noticia con incredulidad (R. Cartier) e intentó llegar a una paz por separado por todos los medios, especialmente en el caso de Reino Unido, país al que consideraba modélico y aliado en sus planes ("Mein Kampf"). Ahí queda incluso el vuelo de R. Hess para intentar entrevistarse con Churchill. Como ya sabemos, con posterioridad a la declaración de guerra contra Alemania, los franco británicos no emprendieron ninguna campaña de envergadura contra Alemania y la dejaron disponer libremente de los polacos. Sí se hicieron planes para atacara la URSS, como "aliada" de Hitler (R. Cartier). Planes que no fueron llevados a cabo por las condiciones climatológicas (la guerra comienza en septiembre).
Cierto, cierto. Mea culpa. A veces se tiende a confundir consecuencias con intenciones y a mí me ha pasado ahora. En todo caso, estaba claro cuál era el límite que Francia y Gran Bretaña consideraban aceptable en septiembre de 1939 según su manera de entender el equilibrio europeo. Lo que no tengo tan claro es que esa idea fuera la misma después del 24 de mayo de 1940 en Dunkerque. Se mire como se mire, la guerra de los aliados occidentales contra la Alemania nazi hasta el 6 de junio de 1944 es una guerra de relativa baja intensidad, de “cumpli-miento” considerada la agresividad alemana (¿contra quién desembarcaron en Normandía, contra los alemanes... o contra los soviéticos?

). Y cierto, los francobritánicos no perdieron la ocasión de intentar golpear la URSS a través de Noruega durante la Guerra de Invierno. La única razón por la que los planes bélicos contra Moscú no se completaron fue la firma de la paz con Helsinki en marzo de 1940. Además, no hay que olvidar un aspecto que normalmente se pasa por alto en la Segunda Guerra Mundial: que también tuvo un perfil de lucha ideológica o de clases intranacional muy importante. Dejando a un lado el mito de la Resistencia francesa, los colaboracionistas en Francia fueron mucho más importantes de lo que se admite normalmente (que se lo pregunten a Mitterrand): hubo amplios sectores de la población belga, francesa e incluso inglesa que vieron a los nazis como un mal menor para quitarse de encima a esa chusma roja tan revoltosa.
-Apuntas al entendimiento por separado de los aliados con Italia. Es conocida la admiración de Churchill por Mussolinni. Sin embargo, Hitler puso al primer ministro británico la oportunidad de liquidar a los dos principales poderes continentales (Francia y Alemania) en bandeja de plata. Un rumor nunca confirmado es que la correspondencia entre Churchill y Mussolinni cayó en manos de los soviéticos por mediación de los partisanos que ejecutaron al Duce (Sarpe) lo que permitiría explicar algunas concesiones a los soviéticos en la posguerra.
Cierto también. Las relaciones entre Churchill y Mussolini son uno de los episodios más delicados de la guerra. Es más, hay algunos investigadores que apuntan una versión diferente sobre la muerte del Duce cerca del Lago Como. Al parecer, el Signore Benito había intentado huir del avance aliado con los originales de la famosa correspondencia con el primer ministro británico, distribuyendo entre algunos de sus fieles hasta cinco copias de las cartas. El objetivo era que esa correspondencia pudiera servir al Duce como salvoconducto frente a los británicos, que se verían obligados a respetar su vida a cambio de no difundir todas las maniobras inglesas contra la URSS durante la guerra. Con lo que no contaba, según esta versión, el líder fascista era con la infiltración de agentes del MI6 entre las filas de los partisanos italianos. La presencia de los agentes británicos en torno al Lago Como en aquellas fechas está documentada, pero hasta ahora los papeles que explicarían sus actividades allí permanecen clasificados en el Foreign Office, en un ejemplo más de la transparencia que Gustavo de Arístegui ve en los servicios secretos “democráticos”. De la Segunda Guerra Mundial surgen una gran parte de los mitos fundacionales del mundo actual y el reparto de poderes en él. Desde luego, no van a poner fácil a ningún investigador desmontar esa mitología y dejar con los pantalones por los tobillos a muchos de los que se han llenado la boca con la palabra “freedom” desde 1945.
Sobre la colectivización, discrepo en parte. Había que hacerla, pero creo que Stalin no fue capaz de articular una estrategia aceptable en ese terreno, tanto desde la perspectiva ética como desde la práctica (la agricultura soviética fue siempre uno de los talones de Aquiles del sistema).
Es evidente que la agricultura soviética era poco eficiente, como en general el resto de su economía. La eficiencia—el empleo del menor número de recursos posibles en la obtención del mayor número de unidades producidas—no era el objetivo de la economía soviética, que pretendía un empleo socialmente satisfactorio de los recursos. Evitando, por ejemplo, el desempleo encomendando a cuatro personas trabajos que podían haber hecho dos. Eso es innegable. Y además en el caso de la agricultura, la deficiente estructura agrícola stalinista fue puesta en evidencia incluso por las reforma de Khruschev. Ahora bien, lo que se trata es de saber si en aquellas circunstancias era posible conseguir una agricultura más eficiente, que permitiera una rapidísima industrialización (estamos hablando de un período de ¡menos de una década!) y con el menor coste social. Por ejemplo, la agricultura en los países capitalistas era mucho más eficiente, pero nadie imagina el fenómeno de las “enclosures” y la Revolución Industrial británica derivada de las reformas agrícolas en menos de diez años y sin coste social (que lo tuvo y no fue precisamente pequeño). Si, fue una colectivización deficiente y una gran parte de su carácter brutal derivaba de la necesidad de una industrialización aceleradísima. Desde luego, podía haberse hecho mejor y con muchísimo menos coste social, pero… ¿habría estado la industria soviética lista y en condiciones de responder al desafío de 1941? Lo desasosegante del tema es que sospecho que de haber reducido al mínimo los costes humanos entre 1931 y 1933, la catástrofe humana y nacional entre 1941 y 1943 habría sido mucho mayor, tal vez definitiva para el pueblo ruso. En todo caso, la que resultó fue la que permitió la industrialización y por tanto la creación de una industria de guerra pontentísima.
-Sobre las purgas hay división de opiniones. En algunas fuentes se habla de que fueron consecuencia de un plan de la Gestapo, que mediante la incriminación de algunos oficiales soviéticos mediante pruebas falsas buscaba su caida en desgracia; se dice que los servicios secretos alemanes quedaron sorprendidos ante la magnitud de la represión, que superó sus mejores expectativas al descabezar al Ejército Rojo. La desconfianza de Stalin hacia el ER se mantuvo hasta el final; supuestamente, al dividir en tres ejércitos a los operativos destinados a tomar Berlín en 1945 intentaba evitar un golpe contra él.
Pues sí, no me parece descabellado que los servicios de inteligencia alemanes metieran el dedo en el ojo todo lo posible y más con el objeto de provocar las purgas de 1937, teniendo en cuenta hasta qué punto mareó la contrainformación alemana a los soviéticos en las semanas previas a la Operación Barbarroja con información contradictorias, hasta el punto que llevó a Moscú a pensar que eran los servicios secretos británicos quienes estaban detrás de todas las noticias sobre un eventual ataque nazi a la URSS. Así les pilló como les pilló. No obstante, la represión durante aquel año fue prácticamente total, no se redujo sólo al Ejército Rojo, sino que afectó igualmente a la vieja guardia bolchevique, a la intelligentsia, los artistas, los especialistas, etc. No tuvo un carácter sectorial, sino total, y eso da la impresión de apuntar hacia la creación de una maquinaria estatal y de poder tan cohesionada y sin fisuras, en la que se eliminaban todos los disidentes o discrepantes reales o
potenciales (de ahí la famosa frase de Molotov: “No esperábamos a que nos traicionaran, nosotros tomábamos la iniciativa y nos anticipábamos a ellos”) de tal forma que no parece algo inducido o accidental, sino conscientemente planificado y diseñado como la única forma de enfrentarse al mayor intento sufrido por el pueblo ruso para borrarlo de los mapas.
En cuanto a la desconfianza de Stalin con respecto a los jefes del Ejército Rojo no creo que fuera una reacción paranoica, sino bastante prudente ante las tentaciones de pretorianismo. Recordemos la situación en noviembre de 1941 con las tropas de la Wehrmacht a sólo 15 kilómetros de Moscú y con el sentimiento generalizado de pánico, de que todo estaba casi perdido. Ahora pensemos en Madrid en marzo de 1939, en una situación análoga. A mí me viene un nombre a la cabeza: Segismundo Casado. ¿Estaba el Ejército Rojo libre de tener sus coroneles Casados en 1941 o incluso en 1957 cuando Khruschev destituyó a Zhukov por conspiración? Será que las paranoias siempre se pasean por cabezas no occidentales, sean éstas la de Stalin o la de Nikita.
en su programa, el Partido Nazi llegaba a garantizar un coche a cada familia, ¿suena de algo?)
Me suena, me suena. Habría que preguntarse si los nazis estaban dispuestos a cumplirlo, porque los de aquí ni eso
Saludos cordiales.