- Miércoles, 19 de septiembre de 2007
- Vasili Grossman vincula el horror del nazismo y el estalinismo
Se publica la versión íntegra de 'Vida y destino', reflejo del dolor del siglo XX
De acontecimiento cultural y «monumento de ficción» fue calificada ayer la publicación en España de la edición íntegra de la novela 'Vida y destino', del escritor ruso Vasili Grossman, una reflexión sobre el totalitarismo que prueba que «la gran novela está siempre comprometida con la vida», según el académico Luis Matero Díez. Le acompañaron en la presentación el novelista Antonio Muñoz Molina y el ensayista Xavier Antich, que definió la obra de Grossman como «la gran novela del sufrimiento humano» del siglo XX.
Grossman (Berdíchev, 1905-Moscú, 1964) cubrió como periodista la batalla de Stalingrado y
fue el primero en dar la noticia de los campos de exterminio nazis. Autor de novelas y relatos, no llegó a ver publicada 'Vida y destino', su obra cumbre, que fue prohibida por el régimen de Jruschov.
La temida KGB confiscó los borradores e incluso la cinta de la máquina de escribir que había utilizado el autor. No debía quedar ni rastro de unas páginas -más de 1.000- que «combinan el horror absoluto del exterminio nazi con el del estalinismo ruso», destacó Antich.
En los años ochenta se recuperó una copia del manuscrito y la novela se publicó fuera de la antigua Unión Soviética. En España vio la luz una edición traducida del francés, y no directamente del ruso como la que llega ahora a las librerías, gracias al trabajo de Marta Rebón, que asistió también a la presentación junto con el editor Joan Tarrida.
La novela tuvo una enorme repercusión en Europa, pero pasó sin pena ni gloria en España, donde, como dijo Muñoz Molina, se produce una «posición paradójica, porque en la cultura literaria española este libro es como un Everest que casi nadie ha visto».
¿Y por qué? La propia experiencia de Muñoz Molina sirve para comprender los motivos: él recibió el libro hacia 1985, lo tuvo en su casa y no lo leyó, reconocía ayer con total sinceridad, a pesar de que «es como si tienes delante 'Las meninas' y no miras el cuadro».
Identidad totalitaria
La novela no tuvo la resonancia debida en España «por una razón ideológica: no había voluntad de que ese libro fuera leído, porque en los medios culturales españoles no había debates sobre el totalitarismo», afirmó el autor de 'Sefarad', una novela donde precisamente sí se reflexiona sobre esa cuestión.
Muñoz Molina, académico de la Lengua, atribuyó esa ausencia a «un profundo provincianismo intelectual y cultural, porque parecía que esos debates no tenían que ver con nosotros, ni el del totalitarismo, aunque habíamos vivido en una dictadura, ni el del Holocausto, porque si hablábamos de esas cosas corríamos el peligro de que se nos llamara sionistas».
Mateo Díez debe ser de los pocos españoles que sí leyó la novela a mediados de los ochenta, gracias al consejo de un amigo. «Es una novela enormemente comprometida» desde el punto de vista político, y en ella hay «fragmentos estremecedores» de las terribles experiencias que se vivieron en los campos de concentración, y de «la identidad totalitaria compartida», agregó Mateo Díez.
Como señaló Xavier Antich, Grossman sabía «el inmenso peligro» que encerraba su libro, pero como le dijo a Jruschov en una carta, no podía no haberlo escrito: sólo contaba en él lo que pensaba y sentía.