Los jesuitas entraron en Rusia buscando eliminar a la iglesia ortodoxa y anexar aquel inmenso territorio ruso (el más grande país del mundo) al imperio español. La Iglesia Ortodoxa vino de Constantinopla (hoy Turquía) fundada por el emperador Constantino, el primer Papa. Después de la conquista de Constantinopla por los turcos, la Iglesia Ortodoxa se trasladó a Moscú que se convirtió en la Tercera Roma. Los gobernantes de Rusia se hicieron conocer con el nombre de zares que significan “césares”, título de los emperadores romanos. El primero de éstos fue Iván Vasilyevish IV (1530-1584) quien se veía a sí mismo como protector de la Iglesia Ortodoxa Rusa (que conservaba las escrituras griegas del Nuevo Testamento) que escapó de Constantinopla. Él se convirtió en Iván el Terrible

El casamiento de Iván Grozni (El Terrible) con Anastasia Romanovna fundó la dinastía Romanov que continuó hasta ser eliminada por los comunistas en 1917. Iván restableció relaciones diplomáticas y comerciales con la reina Elizabeth I de Inglaterra y durante su régimen, Rusia se convirtió en el más grande imperio del mundo. Esta amistad con Elizabeth le ganó antipatía de los jesuitas españoles quienes pretendían atacar el país usando la Armada Invencible española que salió en batalla contra Inglaterra en Mayo 28 de 1588 con armas de su inicua Inquisición en 130 barcos con 8.000 marineros y 18.000 soldados.
Paradójicamente el Papa (Blanco) Sixtus V se deleitó con la destrucción de la Armada Española admirando el coraje e inteligencia de la reina Elizabeth y le ofreció una vasta suma de dinero (ducados) que nunca pagó y fue motivo de sarcasmos. El rey Philip II no perdonó esta actitud del Papa y furioso mandó envenenarlo usando al general jesuita, el Papa (Negro) Claudius Aquaviva, para tal misión. En ese año de 1590, tres Papas fueron asesinados. Nuevamente los jesuitas intentaron usar a Napoleón Bonaparte como herramienta para adherir Rusia a su imperio.
Medio millón de soldados fueron enviados desde Francia (además de otros estados vasallos) a invadir Rusia masivamente en Junio 22 de 1812. Los soldados franceses sitiaron y quemaron la ciudad pero el zar Alexander I (1777-1825) rehusó negociar la rendición forzando a Napoleón a retirarse en el amargo invierno ruso. El propio zar asumió el control del ejército hasta París para derrotar a Napoleón. El zar tuvo un éxtasis

Después de hacer muchos viajes por Siberia y Europa llega a San Petersburgo (en 1903) un monje loco jesuita de la excéntrica y misteriosa secta Khlysts o Khlysty llamado Grigori Yefimovich Rasputín, con reputación de hombre santo dotado de poderes sobrenaturales de curación y profecía. San Petersburgo era el lugar idóneo de acceso a la familia real de Nicolás II. Rasputín fue presentado en la corte por Anna Vyrubova. En el momento que entró donde la zarina se detuvo milagrosamente la hemorragia del hijo del zar quien sufría de hemofilia. A partir de ese momento Rasputin se convirtió en padre confesor de la zarina y a manipular asuntos de estado usándola a ella para influenciar al marido. Bajo su influencia Rusia tomó decisiones desastrosas y acabó saliendo de la I Guerra Mundial. Carteles comenzaron a aparecer en las calles de San Petersburgo con la imagen del zar siendo títere de Rasputín y la zarina (y sus hijas) siendo amantes de Rasputín. Dos patriotas rusos decidieron matar al monje loco quien tomó cantidades bárbaras de veneno que podrían matar a un elefante.

Lenin y Trotsky pertenecían a la institución semi secreta de la masonería de la Gran Logia de Oriente y sustituyeron los antiguos símbolos masónicos del águila bicéfala y el ave fénix reptil de la familia Romanov por los símbolos de la hoz y el martillo para no hacer obvio los orígenes jesuitas y judíos masónicos de la Revolución. Fue Trotsky quien introdujo la estrella del pentagrama de 5 puntas en el ejército rojo y se volvió miembro de la masonería judía B’nai B’rith en Nueva York en 1917 (así como Lenín) cosa confirmada por Winston Churchill en 1920. Lean Bajo el Signo del Escorpión de Jüri Lina y Rusia, Corona de Espinas, la historia secreta de la masonería 1731-1996, de Oleg Platonov. Lenin pertenecía a una asociación clandestina con lazos en Suiza y París. Lenin era masón de grado 31 y pertenecía a la más malvada de las Logias, Las Nueve Hermanas, durante 1914 y también a Belville Union. Había una pléyade de comunistas que pertenecían a la masonería esotérica según documentos hallados en archivos secretos de la KGB.
Una vez instaurado el comunismo viene la invasión nazi (junto con los símbolos jesuitas de la esvástica y el cráneo) para eliminar la Rusia atea. Se escoge el día 22 de Junio de 1941, exactamente 129 años después de la invasión de Napoleón, para que 3 millones de tropas alemanas atacasen la URSS en la Operación Barba Roja (en alemán es Unternehmen Barbarossa) rompiendo el pacto de no agresión que Hitler hiciera con el dictador asesino Stalin dos años antes.
Hitler mismo tenía una ancestral jesuita en su abuela María Anna Schicklgruber, violada mientras trabajaba en el castillo de los nefastos Rothschild (que hasta hoy dominan el mundo) en Austria. Hitler firmó la Concordata con el Vaticano en 1933 que hubiera restaurado los Estados Papales al mundo si hubiese ganado la guerra. Por extraño que parezca tanto las fuerzas invasoras de Hitler como las de Mussolini (líder fascista italiano) perecieron por causa del mismo invierno ruso que derrotó a Napoleón además de las razones bélicas, como si la historia siempre se repitiese girando en redondo.

Casi un siglo desde el Comunismo de Lenín pasando por Stalin, Krushev, Brejnev y Yelstin hasta el actual Putin (antes miembro de la KGB así como Bush padre y también ex presidente americano, fue director de la CIA), Rusia se convirtió en un país de mudos para evitar ser muertos, torturados o encarcelados hasta que el sistema cayó como un castillo de naipes en todos los países que formaban la Unión Soviética impulsados por la política de Gorbachev, el hombre que usaba limosinas y hacía discursos de 3 horas. Arquitectura con edificios como pomposas tortas de cumpleaños y esculturas gigantescas eran usados al servicio del Estado que deificaba líderes políticos como dioses. Los carniceros

Hace apenas 20 años el líder del fabuloso imperio soviético, Boris Yelstin (acompañado de Lev Sukhanov) fue a visitar Texas en los Estados Unidos en 1989 y se dio cuenta de por qué era prácticamente imposible para un ciudadano soviético salir de su propio país: para que estuviesen ciegos de la opulencia occidental. El propio líder se espantó al testificar en un supermercado que simples ciudadanos podían comprar cualquier artículo entre 30.000 mientras que un supermercado ruso contaba con menos de 100 ítems (y muchos faltando) y las personas debían hacer inmensas filas para comprar las cosas básicas. Para ellos esto fue más espectacular que ver las estatuas de Lincoln o la Estatua de la Libertad.
El propio Gorbachev teme que Putin vuelva a las actitudes brutales del pasado considerando que todos sus opositores y periodistas que investigan cosas que no deben “desaparecen” aunque él aparente ser un líder de “paz” aliado con árabes y protector de focas. Los medios de comunicación, de hecho, son controlados por él.
