Entrevista a los compañeros de Anna Politkovskaia.

Discusión sobre política y temas sociales.

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Helenuska
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Registrado: 22/11/2006 19:33

Entrevista a los compañeros de Anna Politkovskaia.

Mensaje por Helenuska »

Se publica en el suplemento del diario lanacion.com (Argentina), una entrevista con los compañeros de la periodista asesinada.

De nuevo la polemica, sobre la censura en Rusia, los motivos o autores de su asesinato, esta servida...Hasta que punto son acertadas o erroneas las conclusiones al respecto? La pregunta queda en el aire.


Hace unos meses, la periodista rusa Anna Politkovskaia fue asesinada mientras investigaba el conflicto con Chechenia. Sus compañeros del pequeño diario Novaia Gazeta cuentan cómo siguen adelante en busca de la información, entre la censura, las presiones y el miedo

Un contacto seguro, de Douchambé, acaba de darle la información por teléfono. La periodista de Novaia Gazeta corta la comunicación. “Muchas escuelas rusas han tenido que cerrar sus puertas en Tadjikistán. Quieren echar a los rusos del país”, informa Anna Shamburova. Una tensión más entre Moscú y las ex repúblicas soviéticas. Y tema del próximo artículo de esta periodista.
A los 27 años, dirige la sección de Información General del periódico, enlutado por la muerte de Anna Politkovskaia, abatida en el ascensor de su edificio, en el corazón de la capital. “Ella era mi modelo”, nos confía la periodista. Sus ojos se nublan. “Por cierto que a veces tenemos miedo. Pero trabajo aquí porque creo que podemos cambiar la situación del país. Tal vez sea una locura, pero si una deja de creer, la situación es muy triste. Estoy muy orgullosa de escribir en Novaia Gazeta”, agrega.

“Es el único periódico en el que se puede hablar de temas referidos a las autoridades”, explica Roman Shleynov. Tiene 31 años y supervisa el servicio Investigaciones de este diario, que tiene una tirada de 500.000 ejemplares en Rusia. Una gota de agua, comparado con los millones de ejemplares de la prensa próxima al poder.

Alrededor de ellos, sentados a la mesa de reuniones de la redacción, hay una veintena de periodistas. De Política, de Economía, de Sociedad, de Deportes; todos los rubros están representados. Pero el ritual tiene hoy un sabor amargo. Serguei Sokolov, jefe de Redacción, tiene en sus manos la edición enteramente dedicada a Anna Politkovskaia. Toma la palabra: “En vez de vender el diario, hemos decidido distribuirlo gratuitamente en todo el país. Para que todos los que quieran saber estén informados de lo que ocurrió”.

Hace una pausa para dejar lugar a las reacciones; después cambia de tema. Hay que volver al trabajo, distribuir los temas. Se pasa revista a toda la actualidad. Pero una pregunta queda en suspenso: ¿quién reemplazará a la periodista asesinada por haberse dedicado a la situación de Chechenia, un tema candente por el que, sin dudas, ella perdió la vida? “El jefe aún no lo ha decidido. Pero tenemos mucho miedo por el o la periodista que la reemplace”, se inquieta Anna Shamburova.

Todas las miradas caen sobre Viacheslav Izmailov. La pequeña talla y el rostro redondo de ese hombre ocultan un pasado difícil, que sólo la tristeza de su mirada deja adivinar: veintisiete años en el ejército, oficial en Afganistán y en Chechenia. Y hoy, a los 52 años, en un cargo de periodista por 700 euros mensuales (tres o cuatro veces menos de lo que se gana en los grandes diarios), en un despacho sin ventanas, en medio de inmensas pilas de papeles.

“Escribo sobre los militares, sobre los conflictos, sobre el norte del Cáucaso. Por supuesto que recibo amenazas. Pero no tengo derecho a tener miedo –asegura–. Por el contrario, Anna Politkovskaia me hablaba con frecuencia de su miedo de que la asesinaran. En 2001, en Chechenia, los oficiales rusos la habían arrestado antes de hacerle sufrir un simulacro de ejecución”, relata Viacheslav. Sigue de cerca la investigación oficial de la muerte de su colega. Pero no se hace ilusiones. “No se puede excluir la hipótesis de que haya sido obra de un grupo de extrema derecha. En cuanto a la otra versión, la que atribuye la responsabilidad al primer ministro checheno, pro ruso, la policía me ha prevenido: si la cosa llega a Ramzan Kadirov, la investigación no irá más allá.”

Como fueron interrumpidas, cinco años atrás, las intervenciones de Anna Politkovskaia en la televisión. Ese es el tema favorito de Natalia Rostova, periodista de 28 años que se ocupa de la sección Medios de Comunicación. “Ella molestaba, con sus artículos y sus libros dedicados a los abusos rusos en Grozny. Así que dejaron de invitarla a la televisión”, explica Rostova.

En esa atmósfera de censura, ¿cómo se obtiene información cuando uno investiga en nombre de Novaia Gazeta? Por medio de redes de confianza. Así trabajan Roman Shleynov y Anna Shamburova. “He podido escribir artículos acerca de los desvíos de dinero al Ministerio de Educación gracias a algunos contactos que tengo –explica la joven–. La ley nos autoriza a proteger nuestras fuentes de información. ¿Pero hasta cuándo? –cuestiona–. Ciertos diputados de la Duma –el Parlamento ruso– quieren anular esa ley”, se inquieta, nerviosa.

¿Gracias a qué milagro, en ese contexto de presión, se puede explicar la supervivencia de Novaia Gazeta? Gracias a sus accionistas. Por cierto, el 51% de las acciones pertenecen a los empleados. Son cerca de cien garantes de la independencia editorial. Pero en junio último dos inversores hicieron su ingreso oficial al directorio: el ex jefe de Estado Mijail Gorbachov (que posee en la actualidad el 10% del diario) y el riquísimo banquero y hombre de negocios Alexandre Lebedev... ¡diputado de la Duma y miembro de Rusia Unida, el partido pro Putin! “Lebedev nos ayuda desde el principio, en abril de 1993 –recuerda uno de los periodistas–. Siempre pagó nuestros salarios cuando no teníamos dinero.” Pero hay grandes diferencias entre una ayuda ocasional y el ingreso de capital, un 39%, de un miembro eminente del poder.

Anna Politkovskaia se había inquietado por el creciente poder de Lebedev dentro del periódico. Natalia Rostova es quien retoma hoy ese rol. “Publiqué un artículo crítico sobre una nueva cadena informativa de televisión, lanzada por un grupo que pertenece a Lebedev. Y bien, la cosa no le gustó, y Lebedev hizo publicar una respuesta en el diario. ¡Es increíble!” Está indignada, y no se priva de hacerlo saber.

Pero así están los diarios en la Rusia de hoy. Apretados entre una influencia y otra. “Estamos en una dictadura”, explica Anna Shamburova. Sin dudas, la palabra justa.