Empezamos con sicarios y acabamos con otra muestra de literatuira barata, de la que gana un Nobel de vez en cuando. La descripción que da este "sicario del teclado" no guarda demasiada relación con la que dan los testigos y los historiadores. Pero bueno, en tono de folletín impacta más."Ocurrió hace noventa años, a media noche del 16 al 17 de julio de 1918. Los sicarios bajaron las escaleras del sótano. Abrieron violentamente la puerta y, por un momento, se detuvieron sobrecogidos. Ante ellos estaba la familia real, agrupada, como posando para el fotógrafo. En primera fila, sentados, Nicolás II con su heredero Alexis en brazos y su esposa Alejandra; tras ellos, sus hijas, las cuatro grandes duquesas, Olga, Tatiana, María y Anastasia; y en tercer plano, el doctor Botkin; el cocinero, Iván Kharinotov; el valet, Alexei Trupp y la doncella Ana Demídova. El cabecilla, Yurovsky, musitó una rápida condena: –El Sóviet de los Urales os ha condenado a muerte a causa de los ataques de vuestros partidarios contra la Revolución. las once pistolas de los asesinos vaciando sus cargadores sobre el grupo."
Si hubieran considerado a Lenin una amenaza seria, lo hubieran hecho sin pestañear como ya hicieran con su hermano (pero el hermano no da pena y el zar sí; claro, el hermano de Lenin era un criminal en potencia y el zar "sólo" un criminal consumado; o estadista, que dirían sus partidarios). Aunque no me gusta construir la Historia sobre hipótesis. El hecho es que no le dieron importancia y eso le salvó la vida. En cambio, no salvó a los millones de campesinos que morían de hambre bajo mandato zarista, sin conspirar contra el zar siquiera; de hecho, paradójicamente esta gente moría por lo mismo, porque para los zares carecían de importancia.Jagellon escribió:Y yo me pregunto ¿cómo es que Alejandro III y Nicolas II no exterminaron a la familia de Lenin y al mismo Vladímir?
A ver si aclaramos que entender los procesos históricos en términos de piques personales quedó superado con Tucídides, y ya ha llovido desde entonces. Y que la vida de un zar no vale ni un gramo más ni menos que la de cualquiera de sus súbditos, lo que es igualmente aplicable a sus hijos.
Saludos.