




A esta altura el mundo esta completamente al reves, a cualquier sicotico lo canonizan ahora.
Moderador: casarusia
Stalin: vuelve el demonio
Ernesto Villar
MADRID
15.02.2009
Primero fue la ocurrencia de un pope de San Petersburgo de elevar a los altares a Stalin y colocar su imagen junto a la del resto de santos de la Iglesia ortodoxa. ¿Una extravagancia? Después vino el dichoso concurso de televisión, en el que casi tres millones de personas eligieron al «padrecito» como el tercer mejor ruso de la historia, sólo superado por un príncipe medieval -valiente y piadoso, guerrero y santo- y un político reformista del zar Nicolás II. Y ahora, hace poco más de una semana, el «capote» lanzado por el Tribunal Supremo al negarse a investigar la matanza de miles de polacos en Katyn, ordenada por el dictador georgiano. ¿Demasiadas coincidencias? Dos ingredientes más: el Krem-lin reparte de forma gratuita en las escuelas un libro de texto en el que se presenta a Stalin como un «gestor eficiente» que cometió «algunos errores» (¿errores?: léase gulags, represiones masivas, 30 millones de muertos, aniquilación de toda una generación de intelectuales...). Y todo ello aderezado con los sondeos de opinión, publicados un mes sí y otro también, en los que la popularidad del georgiano no deja de crecer. Síntomas suficientes, todos ellos, para diagnosticar la enfermedad: la Rusia del siglo XXI ha perdido la memoria histórica. «El dictador, resucitado» Al investigador y escritor ruso Vitali Shentalinski, el primero en rescatar de los archivos de la Lubianka los expedientes de los escritores represaliados, le duele como a pocos este alzheimer colectivo. Después de haber buceado durante años en lo más hondo de las entrañas del régimen estalinista, hasta encontrarse con historias «capaces de destruir la entereza de cualquier persona», no esconde su amargura: «Stalin ha resucitado. Es como si no hubiera pasado el tiempo». ¿Culpables? Shentalinski reparte responsabilidades. Por un lado, por supuesto, esa anomalía histórica (privilegio de los vencedores) que libró a Rusia de someterse a su propio proceso de Nuremberg, un acto jurídico que declarara como crímenes de la Humanidad los actos del régimen comunista, y que ha provocado que la memoria histórica «se haya convertido en un acto privado de cada uno». Pero, por otro, la complicidad del «zar» Vladimir Putin. «El Kremlin está exclusivamente preocupado de sí mismo y de potenciar la imagen de la Gran Rusia. El problema es que cada vez que se vende esta imagen sale, involuntariamente, el perfil del bigotudo», afirma Shentalinski. El catedrático y escritor Carlos Taibo ve otro problema añadido:«Han transcurrido más de 60 años desde su muerte y la percepción directa de sus crímenes se ha ido difuminando -admite-. La sociedad actual se mueve más por los códigos del presente». Al menos, esta interpretación invita a ver la botella medio llena: no es tanto que la juventud rusa, atrapada en esta nueva sociedad de consumo, apoye a Stalin. Es que ni siquiera tiene un conocimiento aproximado de lo que hizo. «Cuando les pregunto a mis alumnos por Franco, tienen de él una imagen negativa, la de un personaje del pasado, rancio y más bien soso -explica Taibo-, pero no tanto de lo que hizo. Creo que los jóvenes rusos no irán mucho más allá de su examen de Stalin». Tirar de la manta El problema, entonces, es encontrar voluntarios para tirar de la manta. Shentalinski echa en falta esa fuerza social que dé continuidad al «boom» inquisitorial surgido con la perestroika, y acometa lo que él llama «el trabajo del dolor». «Cuando se les saca el tema a los viejos -afirma el escritor ruso-, te responden: ``No hace falta hablar de eso, porque tengo la tensión muy alta¿¿. Y los jóvenes dicen: ``No nos carguen con esos problemas, son de otra generación¿¿». Al margen de algunos voluntariosos investigadores, la labor de reconstrucción histórica la han liderado organizaciones como Memorial, que ha colgado en internet los nombres de 2,7 millones de víctimas, pero que no cuenta con ningún tipo de apoyo por parte de las autoridades. Más bien al contrario. Lo ocurrido en las últimas semanas, desde el pacto de silencio sobre Katyn hasta las encuestas, es un ejemplo de ello. Para empezar, la campaña en las escuelas. Amparado en la libertad de expresión, el Kremlin defiende que se editen tanto los libros que denostan al dictador como los que le ensalzan. Con un pequeño matiz: el libro más condescendiente de todos, elaborado por Alexandr Filippov, lo reparte gratuitamente el Ministerio de Educación, una golosina difícil de rechazar por los directores de los colegios en tiempos de crisis. En él se presenta a Stalin como un modernizador que convirtió al país en una potencia, y que pese a sus «errores» cumplió su papel histórico. En el fondo, como reconoce Carlos Taibo, se trata de resaltar su faceta de estadista y verdugo del nazismo por encima de todo. La mitad de los rusos Quizá esto explique su imparable auge en las encuestas. Las últimas dicen que le apoya la mitad de la población (cuatro veces más que hace una década), exactamente el mismo porcentaje de los que aseguran que se pondrían de parte de los comunistas si hoy se repitiera la Revolución de 1917. Pero lo que de verdad conmovió las conciencias fue el concurso del canal de televisión Rossiya para elegir al ruso más importante de la Historia, cuyos resultados se dieron a conocer la pasadas Navidades. Después de una apretada votación, Stalin obtuvo 519.000 votos, sólo superado por los 524.000 del príncipe medieval Alexandr Nevski y los 523.000 del político de principios del siglo XX Piotr Stolipin. «Stalin mató a tanta gente como Atila. Esta encuesta es un síntoma muy peligroso», clamó Ludmila Alexéyevna, del Grupo de Helsinki de Derechos Humanos, tras conocer el resultado. Su grito se ahogó en el desierto. Detrás del dictador quedaron no pocos rusos ilustres. Ni Pushkin, ni Dostoyevski, ni Tchaikovski ni Yuri Gagarin pudieron competir con el «padrecito». Como tampoco los santos que le acompañan en esa iglesia de San Petersburgo. «¿Qué pensará una anciana cuando vaya allí a rezar? ¿Y qué dirá a su nieto cuando le pregunte quién es señor? ¿Un santo o un verdugo?», se pregunta Shentalinski. Para muchos, cualquier cosa menos el demonio.
Cuanta razón, hasta aparece gente que cree en la conspiración universal, para dominar el mundoego eimi escribió:Yo no sé si reir de la canonización de un santo que el propio Yelstin admitió ser asesino de millones o si reir de los comentarios de Georgie sobre "falacias anticomunistas". Las barbaridades y los bárbaros que uno encuentra en los foros!
Las avestruces no debaten, y aquí sobre ese tema se ha debatido y mucho (tanto que debe ser el hilo más extenso del foro) Si compruebas las cifras de emigración desde el Caribe, Cuba está por detrás de otros estados llamados "democráticos". Y es curiosa la puntería de esos balseros que no acaban casualmente en las costas de Nicaragua, Haití o Mexico, sino precisamente en los EEUU, donde van a recibir un trato de favor que no conocen sus demás compadres latinoamericanos. Ya se sabe, no es lo mismo ser un "refugiado politico que huye del terror comunista" que un "miserable espalda mojada que viene a quitarnos el trabajo".Ego eimi escribió:Ahora, con relación al comunismo, bueno hay gente que prefiere enterrar la cabeza en la arena como avestruzes, como esos que hablan de las maravillas de Cuba, del paraíso donde los propios cubanos han preferido salir en barcos y enfrentarse a tiburones que quedarse con Fidelito
Pienso que ése fue uno de los grandes errores de la URSS. Si se les hubiera permitido salir, hubieran visto esas tiendas yanquis que mencionas por ahí, llenas a rebosar de artículos de consumo, y también la miseria absoluta de las calles de la India o de los suburbios de N. York. Por que ya de salir hay que ir a ver las dos caras del capitalismo, y no sólo la buena. Los bailarines que no se atrevían a volver... pues como los balseros, ¿podrías indicar cuántos pidieron asilo en el Congo o en Bangla Desh? ¿Ninguno? ¡No puede ser...!Ego eimi escribió: O a gente que nunca le interesó averiguar por qué a los soviéticos no se les permitía salir de casa y de vez en cuando los bailarinos se atrevían a no volver nunca más.
En eso coincidimos. Gracias a la URSS, el Reich cayó en 1945 en lugar de durar "mil años". Ya es una virtud, y de peso.Ego eimi escribió:No hay sistema político que se salve. Todos han caído y seguirán cayendo.
Gracias a la URSS solo no.Kozhedub escribió: En eso coincidimos. Gracias a la URSS, el Reich cayó en 1945 en lugar de durar "mil años". Ya es una virtud, y de peso.
Saludos.
Nuevamente, alto el carro, que yo no soy el que está aquí quitandole méritos a nadie, ese eres tu KozhedubKozhedub escribió: Dándole la vuelta a tu razonamiento, a ver cuánto hubieran aguantado los británicos con un Hitler decidido a exterminarlos (y no que les veía como "nación hermana") y más cuando sus mandos reconocían al final de la Batalla de Inglaterra que la RAF sólo tenía reservas para mantener la guerra aérea frente a Alemania dos semanas más. Pero claro, la Lutwaffe tuvo que dejarlo para preparar...Barbarroja. Inglaterra no habría aguantado sin la URSS, la URSS sin Inglaterra o EEUU tal vez tampoco. Pero entre un "no" rotundo y un "tal vez" hay mucha diferencia.