


Moderador: casarusia
En Moscú existe la creencia de que este perro (le llaman de varias formas Mujtar, Dzhek, Ralf, etc) da la felicidad o por lo menos suerte. A continuación comenta que los niños la suelen tocar e incluso los estudiantes antes de los exámenes vienen hasta esta estación a tocar el hocico del perro!!!Но чаще всего экскурсанты останавливаются около пограничника; суровый, наблюдающий за предполагаемым врагом, защитник родины мало чем отличается от других парадных фигур, но рядом с ним собака, восточно-европейская овчарка, которую полюбили москвичи и активно с ней общаются. В Москве есть поверье, что эта собака (ее называют по разному — Мухтар, Джек, Ральф и т.д.) приносит, если не счастье, то удачу, с ней здороваются, дети ее ласкают и даже, чего бы живая овчарка никому не позволила, стараются потрогать за нос. Студенты перед экзаменами специально приезжают на станцию, чтобы подержать ее за лапу; — говорят, что это помогает.
В мёртвую ночь, в полумраке
"Площади Революции",
бронзовые собаки
души лакают с блюдца.
Каждую третью смену
медно-свинцовые люди
любятся как у Родена,
крепко Родину любят.
В мёртвую ночь, в подполье
Площади Революции,
чтобы им не было больно,
спустится ангел Люци.
En la noche muerta, en la penumbra
de la Plaza de la Revolución
los perros de bronce
lamen las almas del platillo
El Mundo escribió:Un perro soviético con mucho morro
DANIEL UTRILLA desde Moscú
26 de octubre de 2008.- Podrían tocar la espiga, el bebé, la escopeta, una teta, el libro, la hoz comunista o el balón de fútbol. Pero no. En medio de la espectacular colección de esculturas soviéticas broncíneas que hay en la estación de metro 'Ploshchad Revolyutsii', el objeto de culto elegido por la mano del ruso es el morro de un perro...
Nadie sabría situar el origen de este furor dactilar colectivo, pero el hocico del perro que acompaña a la escultura de un cazador en la estación 'Ploshchad Revolyutsii' es a diario objeto de sobe, de adoración y de 'doración' (pues no vean cómo reluce el morro de la estatua canina de tanto manoseo).
Del tropel que cada pocos minutos sale de los vagones azules, siempre habrá media docena de moscovitas que se detendrá en el vestíbulo, aunque sea un instante, para tocarle las narices al perro. Es como un reflejo 'pavloviano'. Total, no muerde.
De entre la colección de fornidos 'homo sovieticus' que representan a soldados, madres, atletas, ingenieros, estudiantes, agricultores, partisanos o futbolistas proletarios, el perro es el único de los iconos estatuarios de la 'Ploshchad Revolyutsii' que no ha perdido nada de brillo tras la caída del régimen. Es un dios popular por el morro.
Algunos pasajeros incluso le tocan las patas delanteras y traseras antes de acariciar el hocico como si lo persignaran. Una mujer se para, mira al perro con arrobo y lo toca con mucho más tacto que los demás, como si el chucho fuera de verdad y su corazón palpitara bajo su pelaje bruñido de esfinge.
A decir verdad, son cuatro los perros presa de la adoración popular, pues las estatuas se cuadruplican en sus arcos marmóreos. Según me explican los adoradores del perro en cuestión, quienes cumplen con el rito son en su mayoría estudiantes que acarician al animal para obtener buena suerte antes de un examen. Sin embargo, la costumbre parece generalizada, pues algunos de los moscovitas que embozan al perro con sus dedos debieron licenciarse con Nikita Jrushchov como compañero de pupitre.
Para muchos jóvenes el ritual del morro del perro es más importante que el repaso de apuntes de última hora. En época de exámenes incluso se generan colas ante el icono perruno en un acceso místico como de ewok ante la visión de C3-PO.
Esta devoción totémica del ruso hacia los perros explica por qué una de las novelas más mitificadas por el subconsciente colectivo en Rusia sea 'Corazón de perro', una sátira de la Rusia leninista en la que Mijail Bulgakov nos presenta a un médico que implanta la hipófisis de un delincuente a un perro vagabundo llamado 'sharik' ('bolita') en el marco de sus investigaciones sobre rejuvenecimiento. Para su sorpresa el animal se 'deshumaniza' a medida que se transforma en un ser humano insolente y repulsivo que acaba siendo nombrado por el PCUS subdirector del subdepartamento de limpieza de animales vagabundos.
El perro del morro dorado no es el único icono de cuatro patas: desde hace unos meses Moscú ya cuenta con una estatua de la perrita Laika, el primer ser vivo lanzado al cosmos en 1957 a bordo del Sputnik-2. En 2002 una triste noticia mordió el corazón de los rusos: según un informe desclasificado Laika no se mantuvo con vida siete días (como proclamaron en 1957 las autoridades soviéticas) si no apenas siete horas. Laika (apelativo que viene de laiat, 'ladrar') apenas tuvo tiempo para ladrarle su nombre a la luna y murió enseguida por taquicardia debido a las altas temperaturas de su jaula voladora.
Una muestra reciente de consideración hacia los perros en Moscú es la ampliación de la 'libertad de ladrido'. Efectivamente, hasta ahora los perros moscovitas no podían decir ni pío en casa o en la calle antes de las 8.00 y después de las 22.00 horas. El nuevo horario queda fijado de 7.00 a 23.00, según explica el diario Izvestia. La libertad de expresión perruna (el ladrido es equivalente desde un punto de vista jurídico a un martilleo en la pared, una riña familiar o la música alta) se amplía por tanto en dos horas.
Los amos que no sepan acallar a sus mascotas deberán pagar una multa de hasta 1000 rublos (28 euros). Hasta julio los policías capitalinos han interpuesto 58 multas por ladrido a deshoras.
¿Pero quién le cierra el pico a los perros vagabundos (que suman más de 30.000 en todo Moscú)? Los perros sin amo se agrupan en manadas y, según el diario Komsomolskaya Pravda, cada vez son más los que viven y se mueven por el metro de Moscú. En un movimiento opuesto al de la perrita Laika, unos 500 perros habrían descendido ya a las profundidades del subterráneo capitalino para quedarse. De hecho, incluso se meten en los vagones y parece que son capaces de cambiar de estación (que diferencian por el olor) calculando el tiempo de los trayectos. ¿No estarán buscando a su ídolo dorado para postrarse a sus patas?
lazareto escribió: según un informe desclasificado Laika no se mantuvo con vida siete días (como proclamaron en 1957 las autoridades soviéticas) si no apenas siete horas. Laika (apelativo que viene de laiat, 'ladrar') apenas tuvo tiempo para ladrarle su nombre a la luna y murió enseguida por taquicardia debido a las altas temperaturas de su jaula voladora.