Llegué acompañado de un Jaume, un amigo mío, buen conocedor de estas tierras, al aeropuerto de Sheremetso, con su curiosa decoración de la época de Breznev, y allí nos esperaba Dimitri, un viejo conocido que ha vivido varios años en España. Para ir hasta Tver -Kalinin en la época soviética- cogimos la autopista Moscú-San Peterburgo, después de sortear los atascos propios de un viernes por la noche. La primera impresión es que la conducción en Russia es bastante salvaje, sin normas, y que en cualquier momento otro conductor te puede hacer una "pirula"
, eso sí, van mucho más atentos al volante que nosotros ¡que remedio! y para nada pierden los estribos cuando están metidos en mitad de un atasco o cuando les hacen una maniobra poco "reglamentaria", el aplomo que muestran es impresionante. Por lo demás, y aunque me comentaban que el firme de la autopista estaba muy mejorado respecto a años anteriores, había cada bache que daba miedo, pero se podía circular en línea recta bastantes metros seguidos, no como antes, que me decían que habías de ir esquivando los agujeros. La autopista tenía tramos rectos larguísimos, de muchos kilómetros, y apenas había curvas, y casi siempre podías ver bosques interminables a ambos lados de la carretera. Me llamó la atención que cada pocos kilómetros había una especie de kioskos, muy populares ahí, en donde podías encontrar bebidas, tabaco y algo de prensa, y también vimos los controles de policía con bastante frecuencia, y por cierto que me explicaron que si veían que eras extranjero o que conducías un vehículo con matrícula extranjera te paraban con cualquier pretexto -inventado o no- para sacarte algo de "propina". 
También era curioso ver los numerosos camiones con toda su carga, parados en los arcenes para dormir, cosa que allí está permitido, y un hecho muy curioso que me llamó especialmente la atención, y fue ver como en una gasolinera que estaba de servicio varios coches esperaban a que el empleado terminara tranquilamente de cenar para salir a atenderles 
y hasta entonces no hay nada que hacer aparte de tener paciencia, y me decían que eso era normal 
en su paisaje, le falta la luminosidad y la alegría de muchas ciudades españolas, aunque entiendo que es otra latitud y otro clima muy distinto al nuestro.
. ¡Intenta hacer eso en cualquier autobús urbano aquí!
