El 1 de Navidad de 1991 fue arriada la bandera roja de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y con ese simbolismo quedaba postergado el tal vez utópico ideal del hombre nuevo; uno que fuera generoso, desinteresado, solidario.
Se puede culpar a todos y a ninguno del fracaso del ideal, a sus dirigentes que cedieron a lo mas pobre de su naturaleza humana, al occidentalismo anglosajón que fiel a su costumbre negaba cualquier bondad en todo lo que no favoreciera a sus intereses, al conformismo convenenciero de otras sociedades pero a quien no se puede culpar es a aquellos que voluntaria o involuntariamente prestaron su tiempo y sus vidas para la experiencia; no podía ser de otra forma, pocos como el pueblo ruso, si es que alguno, tienen esa capacidad de resistencia, de sacrificio y de identidad tan notable en un territorio tan extenso y con tal variedad de etnias. Es a esos hombres y mujeres a quienes debemos el reconocimiento de ser lo verdaderos héroes de la historia.
Una breve apología
Moderador: casarusia
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