Enlace:"Lustracja": cómo los “gemelos terribles” tienen en jaque a los intelectuales polacos
Mauro Caterina
Il Manifesto
Ha causado clamor la noticia: “¡Walesa, espía comunista!”. En un libro escrito por dos historiadores del Instituto Nacional de la Memoria (IPN), se afirma que Lech Walesa, bajo el apodo “Borek”, colaboró con los servicios secretos comunistas polacos a principios de los 70 y recibió 13.000 zoloty por sus servicios. Quien ha filtrado el dato –el libro aún no se ha publicado- ha sido el consejero para la seguridad nacional del Presidente Lech Kaczynski. Walesa niega todo. Lo defiende el Primer Ministro, Donald Tusk. Detrás de la polvareda que tiene como protagonista al antiguo líder de Solidaridad, la sombra del IPN y de la ley de depuración histórica, la Lustracja. Se traduce a continuación una columna que cuenta su origen y sus consecuencias inquietantes en el presente. (Traducción e introducción por Gorka Larrabeiti)
Gniezno, 73.000 habitantes, es una ciudad símbolo para los polacos: fue la primera capital de Polonia. Aquí, hacia el año 1000, el emperador Otón III coronó a Boleslao I el Bravo, rey de la Polonia unida; aquí se erigió la primera sede arzobispal del país. Hoy esta ciudad, que se encuentra a 50 km. de Poznan, vive del turismo y de la memoria de su glorioso pasado. Desde hace unos dos meses, sin embargo, los turistas que visitan Gniezno además de admirar la espléndida catedral en la que fueron coronados los reyes de Polonia, pueden admirar también las caras de los “colaboracionistas”. En la plaza central han montado una exposición al aire libre con fotos, nombres y “cursus honorum” de los ciudadanos de Gniezno que en su tiempo formaron parte de los servicios secretos comunistas o que simplemente mantuvieron contacto con estos. En muchos marcos está estampada la marca de la vergüenza, subrayada en rojo: Twarze bezpeki, las caras de los servicios secretos. “Es una vergüenza lo que están haciendo”, nos dice Mirek, de 70 años, mientras miramos los retratos expuestos. Una de esas caras es la de un amigo suyo. “Lo conozco de toda la vida, es incapaz de hacerle daño a una mosca, es buena gente –continúa-, trabajaba para la policía, pero no cometió ningún delito”. “Deberían poner las caras de los políticos corruptos de hoy”. Se forma un corrillo; la mayor parte de la gente está indignada: “No es así como se aclara el pasado comunista de nuestro país –dice Anja, estudiante de politología- es sólo una lectura parcial y encima lesiona los derechos de la persona”. A ninguno de los rostros colgados le han condenado por criminal, y sin embargo a todos los pintan como tales.
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=69256
Saludos.