A Berlín la llaman la ciudad de las fronteras invisibles. Y es cierto, paseando por sus calles es fácil perder el sentido de la orientación y creer, por un momento, que se está caminando por Moscú o por un lugar que nada tiene que ver con una ciudad alemana. Incluso es posible percibir el entorno como si formase parte de otra época. Esto sucede fundamentalmente en aquellos lugares donde la destrucción que produjo la Batalla de Berlín en 1945 hizo necesaria la reconstrucción de casi todo. Berlín fue liberada-conquistada por el tridente Zhukov-Konev-Stalin, y fue dividida por el Muro durante el mandato de Khrushchev. Tanto a nivel político como a nivel arquitectónico, la fuente de inspiración de la RDA fue la Unión Soviética. Aún quedan inumerables huellas de aquella época, barrios enteros, parques y monumentos que recuerdan que Berlin-Este (además del resto de la República Democrática Alemana), fue territorio soviético. Fue el escenario por antonomasia de la Guerra Fría. Un lugar, en definitiva, que tiene algo de ruso...
Para comenzar, el
Sowjetisches Ehrenmal, en la Strasse des 17 Juni. Los dos tanques son, dicen, los primeros que entraron en Berlín. El marmol rojizo que se utilizó era el que había en las paredes de la Cancillería de Hitler (esto también es un rumor). Sea como sea, es un lugar impresionante. Lo curisoso es que realmente formaba parte del sector occidental de Berlín (más allá de la Puerta de Brandemburgo). Durante 28 años estuvo erigido en el lado alemán capitalista, separado del comunista por el Muro de Berlín (una paradoja teniendo en cuenta que los mismos alemanes orientales no podían visitarlo). Detrás hay una pequeña exposición de fotos...
