La masacre obrea de Guayaquil 1922. Las cruces sobre el agua

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Fra Dolcino
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La masacre obrea de Guayaquil 1922. Las cruces sobre el agua

Mensaje por Fra Dolcino »

15 de noviembre de 1922, el día en que el poder burgués masacró las reivindicaciones de los trabajadores de Ecuador
Viernes, 14/11/2014 - 12:04:48 PM

Por Jorge Barona

Guayaquil, 14 nov (Andes).- Este 15 de noviembre se recuerdan 92 años de uno de los episodios más abominables de la historia ecuatoriana, perpetrado impunemente por el poder burgués que gobernó el Ecuador contra la clase trabajadora a la que masacró en las calles de esta ciudad portuaria, por el “delito” de reclamar reivindicaciones laborales.

http://www.youtube.com/watch?v=kWE8xvibr9g#t=250

Debajo del asfalto y adoquines del centro de esta ciudad portuaria, subyace la sangre derramada por centenares de hombres, mujeres, ancianos y niños que cayeron por las balas de unas fuerzas del orden serviles a las oligarquías que ordenaron liquidar la naciente organización del movimiento obrero ecuatoriano.

Textos de historiadores coinciden en que los hechos sucedieron en un contexto de crisis post primera Guerra Mundial. Los precios del cacao, entonces principal producto de exportación del país, tuvieron una estrepitosa caída. Esto sumado a la explotación laboral y a la devaluación monetaria ordenada por el presidente Luis Tamayo -exempleado bancario- para favorecer a sus antiguos patronos y empresarios, motivaron la organización de obreros para reclamar por esos abusos.

En octubre de 1922, los trabajadores ferrocarrileros del cantón Durán dieron la pauta con una huelga para exigir la atención a sus demandas como el respeto a la ley de 8 horas de jornada diaria (1916) y de accidentes de trabajo (1921), aumento de salarios, semana laboral de 6 días (era de 7), estabilidad laboral, supresión de descuentos arbitrarios a los sueldos y otras reivindicaciones.

El éxito de esta jornada motivó en noviembre el levantamiento de los trabajadores guayaquileños de la entonces Empresa de Luz y Fuerza Eléctrica, la Empresa de Carros Urbanos, motoristas y conductores de los tranvías eléctricos, operarios de los carros de tracción a mula, trabajadores del gas, verteros, taller de carrilanos, cascajeros, entre otros. El 14 de noviembre, Guayaquil era una ciudad paralizada y sin luz.

El editorialista Fernando Falconí escribe en diario El Telégrafo: “Los gran cacao (como se conocía a los acaudalados exportadores de la fruta), los banqueros y los comerciantes ordenaron a su títere de aquel entonces, José Luis Tamayo, que pusiera orden en Guayaquil. Obedientemente, así lo hizo y dispuso al jefe de Zona, general Enrique Barriga, mediante un telegrama: 'Espero que mañana, a las seis de la tarde, me informará que ha vuelto la tranquilidad a Guayaquil, cueste lo que cueste, para lo cual queda usted autorizado'”.

El 15 de noviembre una multitud se dirigió hacia la Gobernación para exigir la liberación de algunos dirigentes de la huelga que habían sido detenidos el día anterior. Aunque la orden estaba dada las balas de policías y militares masacraron las voces de al menos un millar de manifestantes, entre ellos sus esposas e hijos.

“La oligarquía, luego de consumada la terrible tragedia, aplaudía desde los balcones a las tropas que habían disparado -cobardemente- a sus compatriotas desarmados”, escribe Falconí.


Cada 15 de noviembre se recuerda a los trabajadores caídos con flores en el río Guayas.

El historiador Jorge Aycart menciona que los cadáveres fueron enterrados en fosas comunes del cerro Santa Ana, mientras otros fueron arrojados al río Guayas, no sin antes aplicarles cruentas prácticas para evitar que los cuerpos reflotasen.

El papel de la prensa

Ciertos medios escritos, vinculados como sucede actualmente, con el poder económico, tuvieron un papel tibio a la hora de informar sobre este bárbaro acontecimiento y más bien se dedicaron a justificarlo enfatizando en los supuestos “excesos” de los manifestantes.

En su edición del 17 de noviembre, el diario quiteño El Comercio publicó: “Ante la acometida de los obreros, la Policía se vio obligada a repeler la agresión con las armas siendo secundada por el Ejército, que entonces se distribuyó en la ciudad, en guerrillas, en los momentos precisos que los huelguistas saqueaban las casas siguientes: Solá, Cassinelli, Rivas, Gonzales hermanos y Enrich”.

Pocos fueron los periodistas y medios sintonizados con los acontecimientos y el malestar popular. Uno de ellos fue diario El Telégrafo, cuyo director José Abel Castillo, condenó en las páginas del rotativo la matanza obrera. Esto le significó la cárcel y luego el exilio, describió Aycart.

En un panel organizado en días pasados por el programa radial Habla Ecuador, el investigador Ángel Emilio Hidalgo cuestiona el caso del diario guayaquileño El Universo, que reaccionó recién cuatro días después de la matanza condenando tibiamente la masacre y tratando de justificar su silencio en ese lapso.

Mientras, en los círculos burgueses guayaquileños se tachó a las demandas obreras de “comunistas” y “excesivas” y se decía que los disparos fueron contra “saqueadores” y “delincuentes”.

Pese a que este evento es considerado una de las peores masacres de la historia contra el movimiento obrero mundial, no se castigó a los responsables y le hecho fue por décadas relegado.

Reivindicaciones

Este sábado, cuando se cumplen 92 años de ese episodio que inspiró la novela de Joaquín Gallegos Lara 'Las Cruces sobre el agua, el gobierno y organizaciones sindicales recordarán a las víctimas con un acto multitudinario en la avenida 9 de octubre y en honor a ellas el Ejecutivo propondrá reformas al Código Laboral para beneficiar a los trabajadores.

En los últimos siete años y con el objetivo de acabar herencia de la época neoliberal, el gobierno del presidente Rafael Correa ha impulsado políticas favorables al sector trabajador como la abolición de la tercerización laboral, la universalización de la seguridad social, el incremento del salario, impulso a la economía popular y solidaria, control del pago de utilidades, créditos para el pequeño empresario, entre otros beneficios, según destacó en días pasados el ministro de Relaciones Laborales, Carlos Marx Carrasco.

“A los 92 años del primer baño de sangre del proletariado ecuatoriano, la masacre de trabajadores en Guayaquil, en 1922 (…) vamos a rendir tributo a los hombres que vertieron su sangre por un nuevo Ecuador, radicalizando aún más la revolución laboral en el país”, afirmó Correa el pasado martes durante la sesión solemne por el aniversario 194 de la Declaración de Independencia de Latacunga (centro andino).

En esa oportunidad, el mandatario hizo un llamado a la clase obrera para que no se deje engañar por los grupos que quieren retroceder al Ecuador al pasado. Esto, en alusión a las protestas convocadas para la próxima semana por dirigentes sindicales agrupados en el Frente Unitario de Trabajadores (FUT), vinculados a partidos políticos de oposición como el extinto Movimiento Popular Democrático.

En contraposición a este sector sindical de oposición, se conformó por primera vez en tres décadas, la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) que agrupa a unas 60 organizaciones sociales, que tiene como objetivo defender los derechos y realizar aportes a la construcción de la sociedad del Buen Vivir, según la declaración de constitución de este colectivo.

Ahora, 92 años después el asfalto, los adoquines y la manipulación mediática no ocultarán aquel fatídico día en que el obrero alzó su voz de protesta.

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