En fin, que ya lo dice la sabiduría popular: “De desagradecidos está el mundo lleno”, y sobre todo, “Cría cuervos y te sacarán los ojos".
Pregunta. ¿Qué tenía el equipo checoslovaco campeón en 1980 que no tuvieran los siguientes?
Respuesta. Sólo éramos grandes amigos que se lo pasaban muy bien juntos. Así de simple. Sé que ahora el equipo checo tiene una canción, que cantan para unirse. Nosotros, no. Nosotros viajábamos por todo el mundo juntos, íbamos a los torneos juntos, cenábamos todos los días juntos. Eso nos permitía no vivir en Checoslovaquia, que era un país comunista. Ninguno queríamos vivir allí. Y por eso nos conocíamos los unos a los otros muy bien. Recuerdo que estaba en Estocolmo cuando cayó el muro de Berlín y que lo vi en las noticias de la televisión. '¡Genial!', pensé. Por supuesto, no había anticipado que aquello pudiera pasar. Fue una gran sorpresa. La caída del telón de acero fue la cosa más grande que había pasado en toda mi vida hasta ese momento.
P. ¿Cambió el comunismo su vida y su carácter, la forma que tenía de relacionarse con las personas?
R. Absolutamente. Fue la fuerza que condujo el desarrollo del tenis y de los tenistas checoslovacos. El deporte era la mejor forma de salir del país. Esa fue la mejor motivación, la más fuerte. Al salir de Checoslovaquia, me di cuenta de que también quería vivir una buena vida fuera de lo que era el tenis y de que el tenis era la vía para lograrlo. Ahora veo que no es así para los jugadores checos. Quizás esa sea una de las razones, aunque no la única, por la que no hay más jugadores de élite en la República Checa que Radek Stepanek y Tomas Berdych.
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