La vida cotidiana en la Unión Soviética

Historia de la URSS, nacimiento, superpotencia, desaparición.

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rusa
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Re: La vida cotidiana en la Unión Soviética

Mensaje por rusa »

Ya...de todo habría (y hay) en cualquier lado...
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Vladiвосток
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Re: La vida cotidiana en la Unión Soviética

Mensaje por Vladiвосток »

Mayakovski escribió:
(...)


Un gran artículo, todos estos temas sobre el día a día en la URSS me interesan mucho. Éste incluye grandes reflexiones como el párrafo anterior :) Gracias, Vladi.


(...)
De nada Mayakovski.


Aprovecho para decir que en Moscú, desde finales del año pasado, hay un museo dedicado a la vida cotidiana en la Unión Soviética. Que quizá no es mucho y que quizá no es como nos gustaría, vale. Pero es mejor que nada.



Está en el VDNJ, hay blogs rusos con fotos. Y la web es :arrow: http://www.museumussr.ru/

Por cierto, se puede ver una de esas máquinas de "Газированная вода" de las que se habla en el tema Moscú de la Revolución


Aparte de algunos museos específicos sobre temas soviéticos que hay en Rusia y en algunas ciudades del mundo, sólo hay actualmente en Rusia museos similares a este del VDNJ en las ciudades de Kazan y Novosibirsk.

Como ejemplo de esos museos específicos, en Moscú y San Petersburgo se puede visitar el Museo de Máquinas Recreativas Soviéticas :arrow: http://www.15kop.ru/es/
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Mayakovski
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Re: La vida cotidiana en la Unión Soviética

Mensaje por Mayakovski »

Hola,

Cuando vi por primera vez aquel Tupolev plantado en medio del parque automáticamente pensé que el VDNJ se convertiría algún día en una especie de "zona soviética" para la nostalgia. Y así ha sido y me alegro por ello. Aunque lo del Lenin respirando es un poco morboso... :?

La versión en inglés de la página web aún no funciona bien. Por lo que he visto en la versión rusa, la cosa promete. Quizás en la tienda haya estatuas en miniatura del Obrero y la Koljosana o del pequeño Cheburashka.

Apuntado queda para la próxima visita :)

Un saludo.
La democracia es una forma de gobierno en la que cada cuatro años se cambia de tirano. Vladimir Lenin

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Vladiвосток
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Re: La vida cotidiana en la Unión Soviética

Mensaje por Vladiвосток »

  • Las colas en la Unión Soviética.
En las cajas de los supermercados de la Rusia actual, los compradores hacen cola con los carros rebosantes de artículos. En este sentido, la Rusia contemporánea a duras penas se diferencia de otros países. Pero en la época soviética la cola era un fenómeno particular y, para describirlo, hacían falta palabras especiales.
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Soviético 1981
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Re: La vida cotidiana en la Unión Soviética

Mensaje por Soviético 1981 »

¿Tan malo era el comunismo?

Artículos de Opinión | Mikel Itulain | 12-10-2013 | facebook yahoo twitter

Digo yo, que no soy comunista, y esto lo tengo más por un defecto que por ningún acierto, que si te insisten con algo con tanta constancia, con tanta exageración, con incluso tanto odio, debes pensar que lo que están diciendo puede ser cierto o no serlo, pues puede haber, debido al modo y frecuencia en hacerlo, junto a la falta de evidencias claras, algún interés en ello. Me estoy refiriendo, por si alguien no se aclaraba, a como nos han hecho odiar a un sistema social y político que se llamó el comunismo. Nos lo han enseñado a odiar y a despreciar en casa, porque a nuestros padres así se lo enseñaron, aunque nunca estuviesen en la Unión Soviética ni conociesen a nadie que estuviese allí, nos lo han enseñado, a odiar y a despreciar, en la escuela, en el instituto y en la propia universidad. Porque se decía que era ineficiente, brutal, porque perseguía a la religión y a quienes piensan diferente, porque no permitía la libertad de expresión y por otras tantas cosas que ya uno ni se acuerda. Es cierto que nos lo han enseñado a odiar, otra cosa es que lo hayan conseguido. ¿Por qué odiar a un sistema de gobierno que persigue el bienestar general y que nadie quede desamparado? ¿Por qué rechazar a este y tomar otro donde solo cuenta el interés personal y el cómo hacerse más rico sin mirar a los demás? ¿Por qué preferir a este último sistema, el capitalismo, respecto al primero? Muy desalmado habría de ser uno, ¿no creen? Bien, entremos a las acusaciones y comparémoslo con lo que tenemos. ¿Fue ineficiente el comunismo?

Descubrí que los métodos de eficiencia se usan en la URSS al igual que en los Estados Unidos, aunque con propósitos diferentes. En los Estados Unidos se le pide al experto en eficiencia obtener más beneficios para los accionistas, mientras que en la URSS la eficiencia se utiliza para sacar más producción con el objetivo de abastecer la demanda de los consumidores, ya que hay un déficit de textiles. El producto de este incremento de la producción se devuelve a los obreros en forma de salarios más altos, nuevas maquinarias, más vacaciones, etc.

Esta explicación tal vez exprese mejor que ninguna otra la diferencia entre una empresa capitalista y una que no lo es. En la primera, la capitalista, prima el máximo beneficio para los amos, para los propietarios, a costa de quien sea, especialmente del propio trabajador, que se convierte en un gasto más a controlar. En el segundo caso, en el caso comunista, vemos que la empresa tiene una función que debería tener toda empresa, satisfacer las necesidades de la gente, tanto por suministrar los productos que la población necesita, como por preocuparse por las personas que la conforman y la hacen posible, los trabajadores. Por consiguiente, no es que no fuesen eficientes las empresas en la antigua Unión Soviética, a la vista está el progreso económico y técnico experimentado por esta gran nación, sino que la eficiencia se medía en la satisfacción del conjunto de la población, no en el de una minoría opulenta y demasiado rica y avariciosa. Las empresas en el periodo comunista no eran un completo desorden donde reinaba la dejadez y la holgazanería.

“La granja estatal se llevaba como una empresa americana. Tenía su director, su equipo directivo, y sus empleados. Los trabajadores de la granja vivían en casas de apartamentos nuevas, limpias y agradables. Cada familia tenía su propio apartamento, y si las mujeres trabajaban en el campo había guarderías donde dejaban a sus hijos”.

En las granjas colectivas era algo diferente, cada granjero tenía una participación en los beneficios colectivos y los miembros de esta podían recibir préstamos a bajo interés del Estado. Respecto a la igualdad y a la competencia en la sociedad y el trabajo, los visitantes ven algo muy claro:

“Y aquí, como en todas partes, había condecoraciones a la competencia. Había una muchacha que había ganado una medalla por su velocidad al recoger el té, y sus manos trabajaban como un relámpago en las matas, escogiendo las hojas frescas de un verde más claro y poniéndola en la cesta que acarreaba”.

Esto es perfectamente entendible, toda sociedad funciona así. De hecho, un incentivo para la mejora es la competencia. Y en una sociedad que mejoraba económica y técnicamente a pasos agigantados esto era necesario. Por tanto, el mito de la igualdad como sinónimo de que da igual si lo haces bien que mal, tiene poco que ver con la Rusia soviética, ahí están sus resultados. En esto tampoco hay tanta distancia con Estados Unidos, porque este país progresó también en gran medida gracias a la valoración de la capacidad de emprender y de trabajar, siendo la competencia uno de sus motores. Luego vendrían los monopolios, cada vez mayores, que crearon una sociedad estadounidense muy desigual y desequilibrada, algo que finalmente pasará una costosa factura que puede poner en el borde del abismo a esa misma sociedad.

Las condiciones laborales y de vida de los trabajadores eran mejores, algo que en nuestro mundo no importa, no importa en los medios de comunicación, no importa en las juntas de accionistas, solo importa que ganen más dinero quienes ya lo tienen en cantidades para dar y tomar. Una concepción muy materialista de la vida y de poca humanidad.

Visité la fábrica “La Rosa Roja” en Leningrado, que es la mayor fábrica textil de Europa. Fabricaban productos acabados de algodón y algo de lana. En 1930 el salario promedio en la fábrica era de 93 rublos al mes. En 1935 es de 184, y muchos obreros ganan bastante más.

Las mujeres reciben igual salario que los hombres por el mismo trabajo. Todas las máquinas peligrosas están protegidas. Algunas máquinas que no habríamos pensado en proteger en los Estados Unidos (por ejemplo, las poleas de correa inferiores en la sala de corte) están cubiertas. En la sala de tejido se cubre la zona donde la lanzadera golpea el interior de la carcasa. La comida de un obrero con familia cuesta alrededor de 168 rublos al mes. Los trabajadores pagan el 10% de su salario por el alquiler. Las cuotas sindicales representan el 1% de los salarios mensuales.

¿Se imaginan una sociedad así hoy en la misma España, con incremento del poder adquisitivo, con un gasto solo del 10 % del sueldo en vivienda? Y eso trabajando 7 horas al día y 5 días a la semana. Parece un sueño, ¿no?, no obstante, hay una explicación al aumento del poder adquisitivo y a que la vida no fuese cara.

El salario promedio en la Unión Soviética en 1932 era de 108 rublos al mes. En 1933 fue de 198, en 1934 de 217 rublos al mes. En la medida que suben los salarios, el costo de la vida baja. Antes de la revolución, el salario promedio era de 27 a 38 rublos al mes. ¡Y hoy el poder adquisitivo del rublo es tres veces mayor! ¿Cómo es posible que el costo de la vida descienda mientras los salarios suben? En la medida que los trabajadores en las fábricas, minas y talleres, sacan más producción, más y mejores bienes, más riqueza social se produce. Como resultado del aumento de la producción, más y mejores maquinarias se pueden instalar, y los salarios se elevan. Y debido a que no hay beneficios y no existen dueños privados de las fábricas o accionistas, los precios bajan. La producción de las fábricas se establece para un año determinado a través del Comisariado de la Industria Ligera, y se basa en las necesidades de las personas del país, en los materiales que se disponen y en la capacidad de los trabajadores para producir. El cincuenta por ciento de las riquezas incrementadas se destina cada año al Fondo de Condiciones de Vida, lo cual se utiliza para seguir mejorando las condiciones de vivienda y de vida.

No es difícil de entender, los productos, los bienes, y el dinero que se obtiene con ellos, no se dedican a especular, se dedican a la producción de necesidades, a una economía real, a una economía sana con fundamentos reales y al servicio de las personas. Como en nuestro mundo actual, el del neoliberalismo, se hace lo contrario, lo que debería ser normal nos resulta anormal e incluso utópico. Hemos perdido el sentido básico, sensato y real de la economía y así nos va y nos irá. En la empresa en el sistema comunista se piensa en el trabajador como parte de ella y no en él como en una herramienta para conseguir más beneficios para otros, que precisamente no trabajan. El trabajador es la empresa en todo el sentido de la palabra, en hechos y no solo en palabras.

Un tejedor de seda se ocupa de tres telares como promedio —nunca de seis como ocurre en los Estados Unidos. El máximo número de telares que un técnico de reparación se encarga, es de 40 en las fábricas textiles— nunca de 100 como ocurre aquí. En la sala de corte, cada ayudante realiza las dimensiones para su propio operario de tejedoras, y se encarga de una sola máquina. En los Estados Unidos un ayudante se ocupa de tres máquinas.Puedo decir con toda franqueza que el sistema de stretchout no se usa. Para que puedan entender aquellos que no están familiarizados con la industria textil debo decir que el stretchout es un esquema capitalista con el cual una tarea se incrementa con el fin de obtener la misma cantidad de trabajo mediante el empleo de un menor número de personas y el pago de menores salarios.

El no abuso sobre el trabajador, el pensar en el modo en que dicha labor se realizará en las mejores condiciones, es entender el trabajo como algo digno, como algo cabal y como algo alejado de la explotación y el sufrimiento, todo ello innecesario en un lugar de producción mínimamente racional. Y, ¿del desempleo que padecemos?, esa herramienta de sometimiento de las personas. ¿Cómo se concibe que una persona no pueda acceder a un trabajo como medio de sustento para sobrevivir? ¿Cómo puede haber al menos 3 de cada 10 personas sin un empleo, o 5 o 6 de cada 10 jóvenes sin él? ¿Por qué?, ¿a quién beneficia esto? Vean este enlace para entender como el desempleo se utiliza como arma de humillación política y económica contra los seres humanos: El desempleo es una arma política y económica. Imaginen una sociedad sin desempleo, donde incluso la gente puede cambiar de trabajo sin problemas y no cobrando menos. Una sociedad donde la gente no viva con el miedo de si va a tener él o ella y sus hijos algo para comer mañana, si perderá su vivienda porque perderá su empleo. Se imaginan un lugar donde todo el mundo tiene el sustento garantizado, no gratis, no por caridad y lástima, sino con dignidad, trabajando. ¿Les parece otra utopía?

Aquí, como en cualquier parte de la Unión Soviética, no había desempleo. En el momento que lo desee, un obrero puede cambiar de puesto de trabajo. Simplemente le dice al supervisor a dónde quiere ir y le da un preaviso con siete días de anticipación. Entonces se le transfiere a su nuevo puesto de trabajo sin pérdida de salario. No pude evitar hacer una comparación mental con la incapacidad de la mayoría de los obreros norteamericanos para mantener su empleo, ya no hablemos de cambiar de un trabajo a otro sin pérdida de salario. (1).

Y, ¿en relación a la persecución religiosa?

En Leningrado me encontré con un antiguo compañero de escuela, Rev. Padre Leopold Brim, quien había asistido conmigo a la escuela parroquial “Sagrado Corazón” en New Bedford. Es un sacerdote católico romano, de ascendencia franco-canadiense como yo, que vive en la Unión Soviética y practica su fe allí. Desde luego resultaba de gran interés para mí, por el hecho de ser yo un practicante católico y de haberme encontrado con un amigo de la infancia que era un sacerdote católico en la Unión Soviética. Me dijo que el gobierno soviético no tenía ningunas intenciones de interferir con él o con sus feligreses, ni de impedir que practicase libremente su religión. Por supuesto que existe mucho sentimiento antirreligioso entre los obreros, me dijo. Esto es natural, porque, como me explicó, durante el zarismo la religión fue usada por el capitalismo para reprimir a los obreros. Desde que los obreros tienen ahora su propio gobierno y no existe más un gobierno capitalista, la iglesia ha sido separada del Estado. La religión es ahora lo que debe ser: un asunto personal. Cuando le pregunté por qué muchas iglesias se han cerrado y han sido usadas para otros fines, me explicó que la mayoría de la gente que sigue las doctrinas de la iglesia son personas mayores, y que son muy pocos como para contribuir al mantenimiento de tantas iglesias y pagar los impuestos de los bienes de la iglesia.

Esto yo entiendo que es libertad religiosa, aunque me temo que lo que instituciones como la Iglesia católica entienden por tal libertad es que el estado les dé privilegios, que les pague sus sacerdotes, les exima de impuestos y además les dé prebendas. Y tal cosa, por muy acostumbrados que estemos aquí a tales desafueros, no es libertad religiosa, sino abuso de la religión, porque la religión no debe inmiscuirse en la vida política, no debe abusar de los recursos públicos y es lo que debe ser, un asunto personal, que se debe respetar y que también debe respetar. No es tan difícil de entender. El fenómeno religioso podía verse y vivirse en cualquier rincón de la Unión Soviética, como en la misma Georgia, el lugar de donde procedía Stalin.

Cuando descendíamos desde la Iglesia de David, las campanas de la catedral tocaban violentamente, y entramos. La iglesia era rica y oriental, y sus pinturas estaban muy negras a causa del incienso y del tiempo. Estaba abarrotada de gente. El servicio lo oficiaba un anciano, con pelo blanco y una corona de oro, tan bello que parecía irreal. El anciano recibe el nombre de Catholicus, es el jefe de la Iglesia de Georgia, y su vestimenta es de hilo de oro. Había gran majestuosidad en el servicio, y la música del enorme coro era incomparable. El incienso se elevaba hasta el alto techo de la iglesia, y el sol entraba en ella y lo iluminaba.

El tema de la represión, de las matanzas e incluso de los supuestos genocidios en la Unión Soviética está muy sacado de contexto cuando no inventado en muchos casos. En realidad, la brutalidad y barbarie era mucho mayor en la época zarista, y esa brutalidad no ha sido menor, sino todo lo contrario, en las actuaciones que ha llevado a cabo el poder económico, político y militar de los Estados Unidos en su país y en el exterior. Tres cuartos de lo mismo podemos decir de los países europeos o del propio Japón. Por este motivo no vayamos a ver en casa foránea lo que tenemos en mayor abundancia en la nuestra. Uno de los mitos extendidos en su día por la prensa nazi con el fin de justificar su invasión de los países eslavos, y especialmente de Ucrania, fue el llamado genocidio ucraniano o Holodomor. En relación a él remito a este informe que escribí en febrero de este año: La manipulación emocional de la prensa, el genocidio de Ucrania. Tampoco sigamos con las exageraciones de los millones de encarcelados, de los famosos gulags, atendamos a los datos concretos de la historia. Las investigaciones llevadas a cabo por historiadores occidentales tras la liberación de los registros soviéticos reflejan cifras bastantes más modestas, con una población carcelaria bastante similar a la que hay hoy en día en los Estados Unidos de América. Con la libertad de expresión deberíamos tener un largo debate, pero atendiendo de nuevo a lo que tenemos en casa, deberemos pensarlo antes de hablar de la del vecino.

Cuando se comparan dos sistemas políticos antagónicos como el capitalismo o el comunismo, se suele admitir que el primero aventaja en algo claramente al segundo, en la libertad de expresión. Pues se vive en un mundo libre donde cada cual puede hacer y decir lo que él mismo quiera y decida. Esto queda muy bien a nivel teórico y mejor como campaña publicitaria, sin embargo, los hechos, la realidad de los hechos, dice cosas bien diferentes. Así, comenta el historiador norteamericano Michael Parenti:

“Los publicistas, eruditos y profesores pueden trabajar libremente en tanto se mantengan dentro de ciertos parámetros ideológicos. Cuando entran a territorio prohibido, manifestando o haciendo cosas iconoclastas, experimentan las restricciones estructurales impuestas a su subcultura profesional por la jerarquía social más elevada”.

En el momento que alguien rebasa estos parámetros ideológicos, marcados por los intereses económicos de la élite en el poder, empieza a tener problemas. Puede ser demandado judicialmente, pero puede, más comúnmente, ser silenciado, no dejándole publicar o expresarse en los medios de comunicación de masas que están férreamente controlados y vigilados por ese poder económico, además también será atacado y vilipendiado por colegas de profesión a sueldo que le harán recapacitar sobre su actitud o lo marginarán. Esto es así porque las corporaciones que dominan la economía en nuestras sociedades tienen también el poder y control sobre los medios de comunicación y sobre la mayor parte de las instituciones, incluidas las políticas y las docentes. Ante este panorama difícilmente se puede hablar de libertad de expresión, ¿no lo creen?.

El comunismo, por muy gris y oscuro que nos lo hayan pintado, no lo veían así quienes vivían en él, al menos lo cuentan buena parte de aquellos que estuvieron viviendo en este sistema y ahora sufren otro, el nuestro, el capitalismo feroz que lo devora todo, el medio ambiente y los seres humanos.

Cuando la gente me pregunta cómo era crecer detrás del telón de acero en Hungría en los años setenta y ochenta, la mayoría espera escuchar cuentos de policía secreta, las colas de pan y otras declaraciones desagradables sobre la vida en un estado de partido único.

Ellos quedan siempre decepcionados cuando les explico que la realidad era muy diferente, y Hungría comunista, lejos de ser el infierno en la tierra, era en realidad, más bien un lugar divertido para vivir. Los comunistas proporcionaban a todos con trabajo garantizado, buena educación y atención médica gratuita.

Pero quizá lo mejor de todo fue la sensación primordial de la camaradería, el espíritu que falta en mi adoptada Gran Bretaña y, de igual forma, cada vez que voy de regreso a la Hungría actual.

Ciertamente la solidaridad real, el pensar en los demás, no es la mejor de nuestras virtudes hoy en día. Porque me temo que a muchos de los que critican el comunismo lo que realmente les molesta es la disminución o la eliminación de las clases sociales y privilegios.

[…] Una de las mejores cosas fue la manera en que las oportunidades de ocio y vacaciones se abrieron a todos. Antes de la Segunda Guerra Mundial, las vacaciones estaban reservadas para las clases altas y medias. En los inmediatos años de la posguerra también, la mayoría de los húngaros estaban trabajando muy duro para reconstruir el país, las vacaciones estaban fuera de cuestión.

En los años sesenta, como en muchos otros aspectos de la vida, las cosas cambiaron para mejor. A finales de la década, casi todo el mundo podía permitirse el lujo de marcharse, gracias a la red de subsidios a sindicatos, empresas y cooperativas de centros vacacionales.

El gobierno entendió el valor de la educación y la cultura. Antes de la llegada del comunismo, las oportunidades para los hijos de los campesinos y la clase obrera urbana, como yo, para ascender en la escala educativa eran limitadas. Todo eso cambió después de la guerra.

Cómo se tiene que sufrir viendo que quienes estaban bajo tu zapato o bastón de mando se ponen a tu nivel, o mejor dicho, superan claramente tu nivel en todos los sentidos: humano, intelectual e incluso material. El capitalista no soporta estas cosas, le dan un mal, le provocan un mal, pueden con su codicia, con su intolerancia, con su envidia. Por este motivo los capitalistas, cuando tuvieron oportunidad, arremetieron contra este sistema que igualaba en oportunidades a las personas, aunque no las hiciese iguales, dos cosas bien diferentes.

Cuando el comunismo en Hungría terminó en 1989, no sólo fui sorprendida, también estaba entristecida, al igual que muchos otros. Sí, había gente marchando en contra del gobierno, pero la mayoría de la gente común – yo y mi familia incluida – no participó en las protestas.

Nuestra voz – la voz de aquellos cuyas vidas fueron mejoradas por el comunismo – rara vez se escucha cuando se trata de discusiones sobre cómo era la vida detrás del Telón de Acero. En cambio, los relatos que se escuchan en el Occidente son casi siempre desde la perspectiva de emigrantes ricos o los disidentes anti-comunistas con un interés personal.

En toda forma de política o de economía hay pros y contras, cosas que están muy bien y otras que no tanto. En el nuestro, en el capitalismo, hay algunas, además de las comentadas, que fallan de forma estrepitosa

La Cultura se consideró como extremadamente importante por el gobierno. Los comunistas no quieren restringir las cosas buenas de la vida para las clases altas y medias - lo mejor de la música, la literatura y la danza eran para el disfrute de todos. Esto significó subvenciones generosas para las instituciones, incluyendo orquestas, óperas, teatros y cines. Los precios de las entradas estaban subvencionados por el Estado, por lo que las visitas a la ópera y el teatro eran asequibles. La programación en la televisión húngara reflejaba la prioridad del régimen para llevar la cultura a las masas, sin estupidización. Cuando yo era adolescente, la noche del sábado en prime time por lo general significaba ver una aventura de Julio Verne, un recital de poesía, un espectáculo de variedades, una obra de teatro en vivo, o una sencilla película de Bud Spencer. Veinte años después, la mayor parte de estos logros han sido destruidos. Las personas ya no tienen estabilidad en el empleo. La pobreza y la delincuencia van en aumento. Personas de clase trabajadora ya no pueden permitirse el lujo de ir a la ópera o el teatro. Al igual que en Gran Bretaña, la televisión ha atontado en un grado preocupante – irónicamente, nunca hemos tenido Gran Hermano bajo el comunismo, pero lo tenemos hoy. Y lo más triste de todo, el espíritu de camaradería que una vez se disfrutó casi ha desaparecido.

En la vida las personas, los acontecimientos o las ideologías no son blanco o negro, el comunismo no era negro, por muchos libros poco históricos que se publicaron y se publiquen al respecto. Tenía cosas buenas, muy buenas, y era, nos guste reconocerlo o no, mucho mejor para los trabajadores, para los que levantan y mantienen la sociedad. Para los que viven un poco del cuento, para los que no dan un palo al agua y se aprovechan de los méritos de las herencias puede que no fuese tan bueno, pero no por culpa de este sistema, mucho más justo que nuestro capitalismo.

Tomado de Diario Octubre

http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article58991

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Re: La vida cotidiana en la Unión Soviética

Mensaje por Vsego »

En el fondo, el odio al comunismo es muy facil de entender:

Si ud. es un multimillonario o un politico "agraciado" por el primero, ¿Cuantos millones estaria dispuesto a gastar para evitar que se imponga un modelo con el que perderia sus millones?

Pues eso.

Saludos.
Elegisteis la cobardia para evitar el sufrimiento, y tendreis cobardia y sufrimiento.

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Re: La vida cotidiana en la Unión Soviética

Mensaje por Vladiвосток »

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Re: La vida cotidiana en la Unión Soviética

Mensaje por Vladiвосток »

Cuando apretaba el calor a los soviéticos también les gustaba tomar un helado.

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Re: La vida cotidiana en la Unión Soviética

Mensaje por rusa »

Dejo aquí el enlace a la descripción de las guarderías infantiles, porque ahora son prácticamente
iguales que las de la URSS... Al menos mi guardería soviética era exactamente igual.
http://casarusia.com/foro/viewtopic.php ... =15#p63868

Saludos!
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Re: La vida cotidiana en la Unión Soviética

Mensaje por Vladiвосток »

Felices recuerdos de una infancia soviética

RBTH
6 octubre 2014


Elena Revínskaia


La autora reflexiona sobre sus tiernos recuerdos de infancia en la Siberia soviética, cuando se educaba a todos los niños para que se convirtieran en buenos comunistas.

Dicen que la infancia es una de las mejores épocas de la vida, un periodo sin preocupaciones ni problemas. Es cuando aún no debes pasarte el día trabajando y puedes dedicarte a jugar con tus amigos, comer, dormir y disfrutar mientras creces. ¿Qué daríamos por volver a esa época de nuestra vida, libre de preocupaciones?

Yo tengo la impresión que la infancia en la URSS era más gratificante que la de los niños de hoy en día.

Probablemente eso se deba más bien a la época, tanto de la vida individual como histórica, que al régimen político en sí. No teníamos preocupaciones ni miedos. Pasábamos el día entero jugando al aire libre, montando en bicicleta, patinando o simplemente dando una vuelta. No había móviles, ni guardas de seguridad y podíamos ir donde quisiéramos sin decírselo a nuestros padres.

Ahora volvamos a los soviéticos. El Partido Comunista entrenaba a sus seguidores desde una edad muy temprana. Para empezar, en el primer año a los niños se les daba el título de “Oktiabrenok”, que significa “El niño del Octubre Rojo”. Nos daban un pequeño pin en forma de estrella con la imagen de Lenin cuando era niño. Para nosotros eso no tenía mucha importancia.

El momento de ser admitidos en los Pioneros (el siguiente paso para convertirnos en comunistas) era muy importante. Cuando terminábamos el tercer grado nos evaluaban para convertirnos en pioneros. Los chicos mayores y los profesores comprobaban las notas, el comportamiento, los éxitos y demás. El acto de admisión era imponente y emocionante. Los compañeros pioneros nos ataban al cuello un tipo de bandana formando una lazada y, a partir de aquel momento, ya podíamos convertirnos en comprometidos jóvenes, miembros del Partido Comunista.

Nos enseñaban a cuidar y proteger la naturaleza. Puede parecer una tontería, pero literalmente debíamos cuidar la naturaleza. ¡Una de nuestras actividades favoritas era jugar a los “enfermeros” y curar árboles! Teníamos que llevar un bolso de la Cruz Roja lleno de material médico: vendas, tijeras, algodón, desinfectante y nos poníamos en marcha, bien cargados, para llevar a cabo el proyecto “Curar a los árboles”.

Debíamos ir en busca de ramas rotas, tallos cortados, arbustos doblados, y aplicarles una solución desinfectante y poner vendajes. Era una actividad estupenda que desarrollaba el sentido de la atención.

Solíamos correr muchos riesgos y hacíamos un montón de cosas peligrosas. Imagínense, unos niños de diez años que deciden saltar sobre los tejados metálicos de los garajes, superficies resbaladizas y de bordes afilados. Cuando tenían sed cogían un carámbano que colgaba del mismo techo metálico y lo chupaban como si fuera un helado.

La suciedad, las bacterias… ¡¿A quién le importaba?! Cuando nos poníamos enfermos, nuestras madres tenían soluciones muy “especiales”. Cuando me dolía la garganta mi madre me aplicaba queroseno encima ¡y funcionaba!

Para los niños que tenían carencia de vitamina D, el remedio era cavar un hoyo en la arena caliente, poner el niño dentro y cubrirlo con arena. Si se te clavaba una astilla de madera en el dedo, la mejor solución era introducirlo tres veces en agua hirviendo. Eso aún me hace sonreír y me trae buenos recuerdos.

La mejor herencia de la época soviética fue poder disponer de educación gratuita. Para los ciudadanos soviéticos, este enfoque del socialismo basado en la igualdad se tradujo en enormes oportunidades para aprender, estudiar y explorar.

Teníamos un sistema educativo muy bueno, una red de instalaciones extraescolares bien desarrollada y un gran apoyo del gobierno para desarrollar las habilidades deportivas. Recuerdo con mucho cariño cómo solíamos ir cada año al campamento de los pioneros; primero como estudiantes y después como líderes. Siempre era una gran experiencia. En primer lugar, la mayoría de las veces el campamento se ubicaba fuera de la ciudad, en las profundidades de un bosque siberiano con aire libre, un hermoso paisaje y sin el ruido de la ciudad.

Toda la ideología del comunismo prestaba mucha atención a la disciplina. Cada día en el campo teníamos un horario de tipo militar: levantarse a las 7, hacer los ejercicios colectivos matutinos, desayunar juntos y, a continuación, manualidades, música o danza, y el día seguía.

Mi momento favorito era por la noche, cuando nos sentábamos junto a la hoguera, cantando con la guitarra, o cuando hacíamos juegos en grupo. Mi infancia soviética estuvo llena de los hermosos recuerdos de aquellos tiempos, llena de normas y disciplina, un entrenamiento para trabajar duro. Nos enseñaron a superar las dificultades y a aceptar a la gente no por sus ingresos o su estatus, sino por la calidez de su corazón y su personalidad.

:arrow: http://es.rbth.com/cultura/2014/10/06/f ... 44111.html
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Re: La vida cotidiana en la Unión Soviética

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Siberia
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Re: La vida cotidiana en la Unión Soviética

Mensaje por Siberia »

Fotografías soviéticas de Nochevieja:

:arrow: Soviet New Year pics from the soviet magazine

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Vladiвосток
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Re: La vida cotidiana en la Unión Soviética

Mensaje por Vladiвосток »

:arrow: Curiosidades de una infancia en la URSS

:arrow: Recuerdos universitarios en la URSS
De la vida en la URSS se pueden escribir muchas cosas, cada día había algo nuevo para aprender. Durante ese tiempo conocí de cerca lo que es la solidaridad, la fraternidad y el amor. No cambiaría por nada esos años, muchas veces siento una gran nostalgia y quisiera volver al lugar que me recibió con tanto cariño. Estaré por siempre agradecido con el pueblo soviético y con mi universidad por una maravillosa experiencia. Si alguno de ustedes tiene la oportunidad de viajar a Rusia a estudiar, no lo piensen dos veces, no se arrepentirán en absoluto.
  • España y Rusia, separadas por la distancia y unidas por el corazón.©
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Vladiвосток
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Re: La vida cotidiana en la Unión Soviética

Mensaje por Vladiвосток »

RBTH
Ígor Rozin

La Asociación Italia-Rusia ha presentado un archivo fotográfico que contiene imágenes tomadas por los fotoperiodistas soviéticos entre 1950 y 1990. A partir de ahora el archivo está disponible en Internet.

En diciembre del año pasado la Asociación Italia-Rusia de Milán presentó una nueva página web dedicada a las fotografías históricas de la organización: «Un país en el espejo. Imágenes del archivo fotográfico de la Asociación Italia-Rusia».

Se trata de una preciosa colección de fotografías, que incluye más de 5.000 imágenes de la época, catalogadas y publicadas online.

Las fotografías de archivo, realizadas por fotoperiodistas de la época soviética, a partir de ahora están disponibles en internet, con acceso gratuito para uso editorial o comercial.

(...)

:arrow: Exposición online muestra cómo era la vida en la URSS
  • España y Rusia, separadas por la distancia y unidas por el corazón.©
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Mayakovski
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Re: La vida cotidiana en la Unión Soviética

Mensaje por Mayakovski »

¡Vaya pasada de fotos, camarada! Una gran recopilación y... ordenada (que es lo que se encuentra a faltar en internet) :adora:
La democracia es una forma de gobierno en la que cada cuatro años se cambia de tirano. Vladimir Lenin

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