Kozhedub escribió:Jagellon escribió:Suposición: Poderosa influencia de la CIA que puede influir en los millones de votantes italianos, puestos así ¿por qué no influyeron en los que votaron a los comunistas? ¿Y en los chilenos que votaron a Allende? Puestos así, ni golpe de estado ni nada, hombreee.
No es una suposición,
Jagellon, es un hecho reconocido por los propios directivos de la CIA. Por esa absurda regla de tres, lo de Franco no fue un alzamiento porque no logró que todos los españoles se pusieran de su parte. Claro que la CIA no compró a todos los políticos italianos: no todos eran unos corruptos. Y así tienen ahora al Berlusconi, de aquellos polvos estos lodos...
Déjame adivinar: los incorruptibles eran los comunistas
fffff (por cierto, te repito que estaban en coalición con otras fuerzas de izquierda, era la coalición quien se presentaba por eso digo que los comunistas por si solos no pudieron haber ganado las elecciones...). Lo de Berlusconi, no lo cojo muy bien (no sé, debe ser que era mejor Benito Craxi, perdón Bettino Craxi, o las Brigadas Rojas, pero en fin, son suposiciones...)
Kozhedub escribió:
Jagellon escribió:En Alemania del Este…??? (ya sé! La Alemania de Hitler, pues claro! Mira que fácil) En Albania??? Ucrania??? Polonia??? (hombre, hubo una pequeñísima presencia británica –los SOE- pero lógica entre Gran Bretaña Y EL PRIMER ALIADO)
¿Me podías poner un texto sobre el libro que trate estos cuatro países que me has citado?
"Kim Philby, Maestro de espías", Phillip Knightley, Bruguera, 1989.
Philby conocía el tema de primera mano
porque fue el responsable de organizar la infiltración de parte de esos agentes a través de Grecia y Albania; naturalmente sus jefes no sabían que Philby trabajaba para la URSS y que estaban enviando a todos esos agentes a una trampa. El gobierno griego, impuesto a tiro limpio tras la criba de comunistas de la SGM, no encajó demasiado bien que a pesar de todo se le ninguneara sin informarle de la operación; varios de los infiltrados que lograron escapar estuvieron a punto de ser ejecutados por los propios griegos.
No sé si Jozsi controla la historia de Grecia tanto como la de Bulgaria, pero ya es la enésima vez que se legitima o por lo bajini se ensalza a los comunistas griegos (otros aspirantes a justicieros sociales pero que para conseguir sus fines utilizan todo tipo de medios criminales o ilegales o las dos cosas al mismo tiempo) y ya a este punto (además hay que ajustarse al tema de discusión, ¿y por qué no este artículo sobre Grecia antes, durante y después de la Segunda Guerra Mundial?
“Jorge II retorna a Grecia. El avispero”, por David Solar. “La aventura de la historia”, nº 95. Es de lo poco sobre la Grecia contemporánea (y de la moderna ya ni hablemos...) que se puede leer en cuanto artículos en revistas históricas y en libros, como este HISTORIA DE GRECIA de CLOGG, RICHARD:
http://www.casadellibro.com/libro-histo ... 0000630083
"Hay millones de libros sobre la historia clásica de Grecia y Mitología, y muchos de ellos muy malos que no aportan nada. Pero sobre la historia moderna (post-independencia) y contemporánea de Grecia hay muy pocos, siendo un episodio apasionante de la historia de Europa. Este es un libro bien hecho y con informaciones rigurosas. Solo apuntar que en la época contemporánea el autor es un poco subjetivo en el área política, pero es un pecado venial."
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El avispero:
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La situación de Grecia, sojuzgada por alemanes, italianos y búlgaros, era desastrosa. En esos años, la cabaña descendió en un 70 por ciento y las cosechas en general malas, fueron requisadas en gran parte. Sometidos a una feroz escasez de alimentos, a la ocupación y al secuestro de millares de hombres, deportados como trabajadores a los países del Eje, los griegos tenían tan poco que perder que se echaron al monte.
Sin embargo, las actuaciones de los dos principales grupos guerrilleros,
el comunista ELAS (con más de 20.000 hombres) y el republicano EDES (con unos 5.000), fueron escasas en 1941-42. Sus hechos más notables estuvieron dirigidos por agentes británicos, que pusieron toda la carne en el asador para entorpecer los suministros del Eje, enviados desde Grecia a sus tropas en El Alamein, en el verano de 1942. Los guerrilleros destruyeron dos viaductos en la línea férrea Atenas-Salónica y barrenaron varios barcos germanos-italianos en El Pireo. Fue todo, Churchill lo comenta indignado:
- Constituyó la última contribución militar directa de los guerrilleros griegos en esta contienda, pues desde entonces, el país se convirtió en escenario de contiendas políticas
En realidad, el ELAS siguió operando en la Macedonia ocupada por los búlgaros –el enemigo más débil- proveyéndose a su costa de armas y víveres.
Pero primordialmente, se dedicó a extender el poder comunista, exterminando a otros grupos guerrilleros y persiguiendo a enemigos políticos y colaboracionistas.
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Los intereses comunistas
Y éste anunciaba sus pretensiones. En el otoño de 1943, tras la capitulación de Italia, se descompusieron las fuerzas fascistas en Grecia
y los guerrilleros comunistas del ELAS se apoderaron del armamento de toda una división. Hitler conoció el caso y temió una ofensiva general de los maquis contras sus ya comprometidas posiciones en Grecia y Yugoslavia, por lo que, tratando de ganarles por la mano, ordenó un ataque general contras las guerrillas…
No sabía Hitler que el ELAS, lejos de planificar operaciones contra los alemanes, se disponía a aniquilar a los demás grupos de la resistencia. Su intervención debilitó el poder del ELAS y puede decirse que salvó del aniquilamiento al republicano EDES del coronel Napoléon Zervas. Ni siquiera el acoso alemán tuvo la virtud de unir a los maquis.
Londres manifiestó su disguto por la actuación comunista, suspendiéndole al ELAS la ayuda militar y económica.
Aunque su intento de hacerse con el monopolio militar había fracasado,
el Frente Nacional de Liberación (EAM) tras el que se hallaba el partido comunista girego (KKE), no había renunciado a alzarse con el poder y con ese propósito, en el otoño de 1943, fundó el Comité político de Liberación Nacional (PEEA), en el que los comunistas eran la clave, aunque se enmascaraban con la presencia de gentes de otros partidos de izquierda y republicanos de toda tendencia.
En poco tiempo,
los activistas del PEEA se infliltraron en los organismos de poder dispersos por Grecia, el exilio y el Ejército y lanzaron un órdago al Gobierno provisional: fue intento de golpe de Estado, que tuvo su epicentro en el motín organizado en las fuerzas armadas griegas. Churchill lo narró detalladamente:
-El 31 de marzo, un grupo de oficiales del Ejército, la Armada, y la fuerza Aérea se presentó ante el primer ministro Tsouderos, en El Cairo, para pedirle la dimisión. La 1ª brigada del Ejército Griego, destinada a Italia, se amotinó contra sus oficiales. Cinco barcos de la Armada Real helena se declararon partidarios de la república y, el 8 de abril, un destructor se negó a hacerse a la mar a menos que se formara un gobierno que incluyera a representantes del EAM.
Los británicos terminaron con la sedición manu militari. El 24 de abril, a costa de medio centenar de bajas, entre los amotinados y la de un oficial inglés, los soldados fueron desarmados y las tripulaciones, desembarcadas y todos ellos internados en un campo de prisioneros de guerra, donde se filtró y fusiló a los cabecillas antes de recuperar y redistribuir a los más de siete mil hombres implicados.
Dos días después, se formó un nuevo gobierno, presidido por el socialdemócrata Georgios Papandreu, y que incluía a los griegos del interior.
En las semanas siguientes se buscó un acuerdo nacional para unificar la acción de todos en la lucha contra la ocupación alemana.
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Retorno a Babel
Las previsiones militares de Churchill sirvieron para que sus tropas ocuparan Atenas a mediados de septiembre y Salónica, el uno de octubre y, a mediados de ese mes llegaron a Atenas el primer ministro Papandreu y su Gobierno de Unidad Nacional, en el que había seis comunistas del EAN. Por unos momentos, pareció que podría haber un entendimiento entre las diferentes fuerzas,
sobre todo después de que Papandreu acordara con los jefes del ELAS y del EDES que ambas organizaciones dependerían del Gobierno, aceptando el mando directo del general Ronald Scroble, jefe de las fuerzas británicas acantonadas en Grecia.
La situación parecía tanto más garantizada después de la visita que en octubre realizara Churchill a Moscú, en la que se produjo aquella famosa escena del reparto de las influencias en los Balcanes
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Todo parecía bien atado y más cuando, en aplicación de anteriores acuerdos, el primer ministro Papandreu propuso la disolución de las unidades guerrilleras, quedando parte de ellas incorporada al nuevo ejército griego,
prestando su apoyo los ministros del EAM. Pero, de repente, éstos se retractaron y presentaron su dimisión.
Acto seguido, el KKE convocó una huelga general para el primero de diciembre, mientras el ELAS reunía importantes efectivos en Atenas y trataba de hacerse con el control de la capital.
Es difícil, incluso a estas alturas, saber con precisión qué ocurrió en aquel enjambre de intrigas: ¿Suponían los comunistas que contaban con el apoyo soviético? ¿Se sintieron tan fuertes como para hacerse con la situación? ¿Creyeron menos resueltos y más débiles a los británicos? ¿Les convenció
Tito, el dirigente comunista yugoslavo,
evidentemente interesado en la ampliación de la influencia comunista en los Balcanes?
Sea como fuere, el 3 de diciembre se inició la revuelta armada en Atenas. Los combatientes del ELAS asaltaron las comisarías de policía que no se les sometieron y tomaron muchos edificios públicos y puntos neurálgicos de la ciudad, hasta que Churchill ordenó al general Scobie que procediera con energía. Los británicos comenzaron a disparar y a utilizar sus blindados y pronto inclinaron la situación de su lado, sobre todo con la ayuda de una división india sacada de Italia.
Con todo, siguieron los combates y la disgregación política era total. Papandreu había perdido toda autoridad, los comunistas seguían aspirando al dominio del país, los monárquicos reclamaban el regreso del rey… Como esto sólo hubiera echado gasolina a la hoguera, Londres propuso la creación de una regencia aceptable por todos que condujera al país a una situación de calma y que permitiera tanto unas elecciones como un referéndum sobre la monarquía.
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EL ERROR COMUNISTA
Edward Wainhouse, experto militar norteamericano que estuvo en Grecia,
explica algunos de los motivos de la derrota final de las guerrillas comunistas: “La de Grecia era una guerra civil dirigida por el partido comunista griego, mayoritariamente por medio de acciones guerrilleras, cuyo objeto era anular las operaciones militares del ejército griego. Para que este tipo de guerra consiga imponerse debe apoyarse en los valores políticos, espirituales y morales de la sociedad en cuyo seno se desarrolla la acción.
Las operaciones militares deben ser precedidas por una intensa campaña psicológica, que no debe abandonarse durante la acción. Para conservar el apoyo, deben evitarse los excesos sangrientos del terror y la destrucción, pues, de lo contrario, los guerrilleros se distanciarán de los intereses de la población (…)
En lugar de hacerlo así, el partido comunista griego y sus fuerzas armadas se dedicaron a saquear, presionar, asesinar, violar, raptar y quemar, desarrollando una campaña de terror indiscriminado…”
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Reorganización
A comienzos de febrero de 1945, la Alemania nazi había llegado al límite de su resistencia y los Aliados se reunían en Yalta para reorganizar el mundo tras la guerra. En Grecia, en la localidad de Varkiza, el mando militar británico lograba reunir a los delegados de las distintas organizaciones guerrilleras para tratar de su disolución y la entrega de sus armas, a cambio de la liberación de los prisioneros. Los comunistas, con instrucciones concretas de que se plegaran a las demandas de la regencia para no enturbiar la cumbre de Yalta, lo aceptaron todo,
pero sólo entregaron su armamento inservible o más anticuado y cerca de cinco mil pasaron las fronteras de los países vecinos donde había regímenes comunistas: Yugoslavia, Albania y Bulgaria. Allí encontraron los santuarios y las ayudas para reorganizar sus fuerzas, entrenar reclutas y preparar su “tercer asalto al poder”.
A comienzos de 1946, cuando se programaban los grandes eventos políticos que conducirían a la normalización del país,
los guerrilleros comunistas, con una gran preparación militar e ideológica, comenzaron a regresar a Grecia. “Se trataba de grupos poco numerosos, pero en la primavera de 1946 los había en cantidad suficiente como para emprender a gran escala la guerra de guerrillas. Inicialmente su actuación se limitaba a las regiones fronterizas, donde atacaban a destacamentos avanzados. Muchas veces lograban reducirlos y llegar hasta la población más cercana y, tras saquearla, se retiraban…”, escribía el mariscal Alenxadros Papagos, famoso por sus victorias sobre los italianos en 1941-42, el encargado de combatir a los comunistas.
El retorno de la actividad guerrillera coincidió con las elecciones del 31 de marzo de 1946.
Pese al boicot comunista, acudió a las urnas el 60 por ciento del censo y dio la victoria al Partido Populista, de Konstantinos Tsaldaris, que abrió el Parlamento, cerrado durante diez años, con 231 escaños de un total de 354. Esta amplia mayoría permitió a Tsaldaris convocar el plebiscito del 1 de septiembre, en el que se decidiría la forma de gobierno.
Ante el anuncio del referéndum, arreció la propaganda comunista, oponiéndose al regreso del “Traidor Jorge”, pero también la de los monárquicos, que le aclamaban como “Salvador de la patria”: paladín de la resistencia ante italianos y alemanes, comprometido con la lucha de su pueblo asumiendo la jefatura de un gabinete militar en Creta, preocupado por aliviar sus privaciones durante la guerra y tan demócrata que ponía en manos de los riegos el futuro del trono.
Abrumadora victoria
La monarquía griega logró hace sesenta años una gran victoria: 1.166.512 votos frente a 174.406 que prefirieron la república y 346.862 que lo hicieron en blanco. Esta llamativa última cifra se debió a que el 20 por ciento de los que acudieron a las urnas no eran monárquicos, pero aceptaban al rey como mal menor, en vista de que la efervescencia política no cesaba,
a la par que crecía la extensión de la guerra desencadenada por los comunistas. En definitiva, mejor el rey que la prolongación hasta el infinito del proverbio griego: “Donde hay dos griegos existen tres partidos políticos”.
Jorge II regresó a su palacio ateniense de Tatoi el 27 de septiembre de 1946, pero toda su ya larga experiencia humana y política no fueron suficientes para encarrilar Grecia. Por un lado, el primer ministro, Tsaldaris, rechazó ensanchar su gobierno con personalidades liberales y centristas; por otra, crecía la actividad de las guerrillas comunistas. Y se abrió, también, un frente internacional cuando Moscú, desvinculado de su anterior política, pidió la retirada de las fuerzas británicas de Grecia y renunció a formar parte de los comités internacionales que supervisaron las diferentes convocatorias electorales. Por otro lado, Londres, con un gobierno laborista y agotada por la II Guerra Mundial, tampoco estaba en situación de ayudar mucho a Atenas.
La situación era gravísima. Los guerrilleros golpeaban y desaparecían. Las carreteras y vías férreas se convirtieron en el blanco de sus asaltos, de modo que el Gobierno tuvo que vigilar hasta los convoyes más pequeños y diseminar sus fuerzas en la protección de poblaciones indefensas
donde los partisanos robaban, violaban y reclutaban –muchas veces por la fuerza- nuevos efectivos. El mariscal Papagos lo comentaba alarmado:
-A finales de 1946, la situación era especialmente crítica y la lucha nacional contra el comunismo se encaminaba a un desenlace fatal.
Grecia acudió a las Naciones Unidas, celadora de impedir la “amenaza contra la paz y seguridad mundiales”. La URSS, cuyas diferencias con la Yugoslavia de Tito ya comenzaban e evidenciarse, no se opuso al envío de una comisión que estudiara sobre el terreno lo que estaba sucediendo. El informe de la inspección, emitido a finales de la primavera de 1947, lo dejó claro:
Grecia vivía una auténtica guerra civil, provocada por los grupos guerrilleros comunistas apoyados por Yugoslavia, y en menor medida, por Bulgaria y Albania. Sin embargo, el documento fue papel mojado, porque Moscú se opuso –con cinco vetos consecutivos- a que se tomaran decisiones militares, pues una cosa era la tirantez con Tito y otra muy distinta apoyar una intervención internacional en los Balcanes contra la expansión del comunismo.
La guerra seguía, con los guerrilleros comunistas cada vez mejor implantados y más extendidos por el país, con las fuerzas militares y policiales griegas paulatinamente más agotadas y desmoralizadas y con los británicos dispuestos a marcharse porque la situación rebasaba sus posibilidades.
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