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(Re)construyendo a Stalin
2 de julio de 2012
Ferran Mateo, Rusia Hoy
Cuando, en 1992, Borís Yeltsin anunció que los archivos secretos de la URSS abrirían sus puertas a los investigadores extranjeros pareció que daba inicio una nueva era en la historiografía del siglo XX: la oportunidad definitiva de afianzar o desmontar algunas verdades tenidas por incontestables. Ese mismo año, el entonces editor de la Yale University Press, Jonathan Brent, viajó a Moscú para conseguir, en pleno caos, los derechos de publicación de documentos pertenecientes al periodo soviético, que arrojarían luz a muchas cuestiones pendientes: ¿Quién movió los hilos durante los años del Gran Terror? ¿Qué papel desempeñó la URSS en la Guerra Civil española? ¿Quién estuvo detrás del asesinato de Kírov? ¿Qué relación había entre el Partido Comunista de los EE.UU. y la URSS? En aquel viaje, que Brent relató en ‘Inside the Stalin Archives: Discovering the New Russia’, se dio el primer paso para lograr algo inimaginable veinte años atrás: todos los documentos que pasaron por las manos de Stalin serían de dominio público en formato digital. Estamos hablando de ‘The Stalin Digital Archive’.
Se trata de 28.000 documentos o, lo que es lo mismo, unas 404.000 páginas. Es solo una fracción de los fondos del RGASPI [Archivo Estatal Ruso de Historia Sociopolítica], integrado por todos los documentos del Partido Comunista de la URSS anteriores a 1952. «El archivo personal de Stalin del RGASPI no sólo contiene documentos en el sentido tradicional de la palabra, sino también objetos (los regalos que recibió), los mapas que utilizó y los libros que leyó y anotó. Por razones obvias, no lo hemos escaneado todo, pero sí todo lo que pasó por su secretariado, lo que leyó o pudo leer, lo que firmó, emborronó, editó o simplemente aquello sobre lo que estampó sus iniciales», explica para ‘Rusia Hoy’ Vadim Staklo, en calidad de supervisor del proyecto. En 1997, se enroló en la editorial de la prestigiosa Universidad de Yale, después de licenciarse en Historia de Latinoamérica en la Estatal de Moscú y completar sus estudios de posgrado en la Universidad de Pittsburgh.
«Un proyecto de la envergadura del archivo personal de Stalin no nace de la noche a la mañana. Yale ha mantenido una relación muy estrecha con el RGASPI y otros archivos a fin de encontrar la mejor manera de publicar estas fuentes históricas primarias. El fruto más importante hasta el momento ha sido la colección ‘Anales del comunismo’, que inició su andadura en 1995 y ya cuenta con 24 títulos». Staklo se refiere a una de las colecciones más incisivas por lo que respecta a investigación de la época soviética. Son trabajos de investigación, todos ellos realizados a partir de archivos soviéticos y que han deparado no pocas sorpresas. Por ejemplo, los textos que censuraron al propio Lenin (‘The Unknown Lenin’) o las caricaturas que los líderes bolcheviques se hacían entre sí (‘Piggy Foxy and the Sword of Revolution). “Cada libro tiene un valor especial. ‘The Last Diary of Tsaritsa Alexandra revela detalles muy personales de los últimos meses de la familia imperial; los dedicados a las correspondencias entre Kaganóvich y Stalin, y de este último con Mólotov, mostraban la manera en que Stalin interactuaba con sus colegas del Politburó y se abordaban las grandes cuestiones de Estado; otro es el estudio definitivo sobre la muerte de Kírov. La obra más reciente es una historia documentada del cerco de Leningrado”. Todos estos títulos han antecedido al gran proyecto digital que, según lo previsto, estará al alcance de los investigadores y el público general a lo largo de este verano y que, por el momento, sólo está disponible en versión beta. Un proyecto para el cual, insiste Staklo, ha sido muy importante la escrupulosidad en la organización y en el cumplimiento de los plazos. A él se han unido renombrados investigadores que se han distribuido el trabajo según temáticas concretas.
El objetivo es conseguir una fotografía mejor enfocada de Stalin a partir de toda la documentación existente en papel: “Las notas, las cartas y los telegramas que intercambió con políticos, militares, escritores, artistas y las anotaciones en los libros que leyó atestiguan que seguía todos los acontecimientos muy de cerca, así como su nivel de implicación en los asuntos más relevantes, desde las purgas hasta cómo se debía escribir la historia. Entendía perfectamente el poder del arte y de los medios de comunicación: veía todas las películas y obras de teatro y leía cada título que se publicaba”. Los documentos proceden de los archivos de cada una de las instituciones donde Stalin ocupó un cargo, cada uno regido según su propio criterio. Pero gracias a las nuevas tecnologías es posible mapear esta montaña digital con mayor eficiencia: “Las herramientas digitales y los metadatos nos permiten realizar búsquedas más complejas y filtrarlas según unos parámetros preestablecidos. Eso ayudará a los usuarios no especializados a buscar entre los documentos y a los profesores a reunir materiales para ofrecer a sus alumnos. Es un periodo muy estimulante para trabajar en una editorial universitaria porque se están planteando nuevas posibilidades -impensables hace unos años- de gestión de datos en el ámbito de las Humanidades”.
La digitalización de archivos ha conllevado un cambio de paradigma en los estudios de Historia. Precisamente ante la avalancha de material disponible, la labor del investigador resulta más necesaria que nunca a fin de ordenar y cribar la información. “Durante muchos años –nos cuenta Staklo-, el único archivo completo que estaba al alcance de los investigadores occidentales era el de Smolensk. En nuestro proyecto, la plataforma digital incluirá múltiples herramientas para etiquetar, crear marcadores, organizar grupos o añadir anotaciones. Tanto en la cantidad de material como en la calidad y en la variedad de formatos, estamos asistiendo a una auténtica revolución”.
Rusia hoy 02/07/2012