La vida cotidiana en la Unión Soviética

Historia de la URSS, nacimiento, superpotencia, desaparición.

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Kozhedub
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Re: La vida cotidiana en la Unión Soviética

Mensaje por Kozhedub »

La vida cotidiana... de un baloncestista. He cortado muchas partes alusivas al baloncesto para centrarme en el tema del hilo. Da gusto leer a este hombre, sin pelos en la lengua. Y me sigue sorprendiendo la facilidad que Yeltsin ha tenido para desaparecer del imaginario colectivo ruso dejando caer toda la culpa del desastre sobre Gorbachov. Porque si en algún punto de la entrevista patina Chechu es ahí, y lo señalo.

Deportes, Entrevistas
Chechu Biriukov: “La NBA me parece un coñazo, siempre lo mismo”
Publicado por Álvaro Corazón Rural y Luis Boullosa

Chechu Biriukov para Jot Down 1

Es un jueves lluvioso. Chechu Biriukov nos cita en el Moraleja Green, un centro comercial entre Alcobendas y Las Tablas, en Madrid. Está al lado de las nuevas oficinas de Telefónica, que parecen una cárcel del siglo XXXIV. El metro llega, pero el barrio, si se puede llamar así, con su campo de golf, está diseñado para el coche. Sin vehículo, los pies llenos de barro y más perdido que una rana en el mar. Así es la selección natural en estos tiempos que corren. En la URSS, la vida era deprimente porque las tiendas estaban vacías. Aquí, en el Moraleja Green, los escaparates están llenos, pero la mayoría no puede comprar gran cosa dada la situación económica. Nos vigila a hurtadillas, mientras hablamos largo y tendido, un guardia de seguridad con gorra y todos los complementos. Chechu nos comenta que alucina con la cantidad de cámaras de vídeo que hay en su barrio. Las ha ido contando cuando pasea con sus dos mellizos de tres años. Parecido, no es lo mismo, pero aquel Gran Hermano ahora está más cerca que lejos del mundo libre maravilloso que emergió tras la caída del muro. Y lleva camino de superarlo… Aunque, sin eludir estas cuestiones, de lo que queríamos hablar con Chechu es de baloncesto, el deporte que le convirtió en leyenda, y de su estilo, que tantas risas nos ha dado imitándolo en las canchas del barrio. Mantiene una visión romántica de su deporte. Detesta los esquemas defensivos en el juego, el mero hecho de defender ya le parece aburrido. También valora la obra de Florentino Pérez en el Real Madrid, club del que conoció sus peores facetas en un tiempo de crisis profunda e indefinición. No obstante, recuerda aquellos años como una época dorada, irrepetible, y no por zarandajas deportivas: por el vino, por las mujeres y por el dinero.

Háblanos de las escuelas de baloncesto de la Unión Soviética en las que te formaste como jugador.

Ahora no sé cómo anda el tema pero en aquella época estaba muy bien montado lo de aprender algún deporte, en este caso baloncesto. Estuve ocho años en una de las mejores escuelas de la Unión Soviética, Trinta, que lo seguirá siendo. Tenía unas instalaciones cojonudas. Empecé con diez años. Mi madre vio que me podía mandar gratis todo el verano a un campamento veraniego y fue la alegría de su vida. Iba del 4 de julio a 28 o 29 de agosto, a 45 kilómetros de Moscú. Allí acababas hasta las pelotas de tanto baloncesto, pero la escuela estaba muy bien organizada. Porque la estructura de la Unión Soviética era magnífica para el deporte. Para cualquier deporte. Entrenaba casi todos los días dos veces. Una por la mañana y otra por la tarde y en el medio, estudiaba con un horario especial. Estaba pensado para que pudiéramos estudiar y hacer deporte.

En el campamento nos levantábamos a las siete, con una especie de entrenamiento matutino, una hora y pico, después desayuno. Luego a las diez o a las once un entrenamiento de dos horas. Comida, descanso y otro entrenamiento a las dos horas. Tres veces al día. Y el fin de semana, descanso. El mismo sistema existía para todos los deportes. Y los individuales, como patinaje artístico, gimnasia deportiva, natación o atletismo, metían muchas más horas.

A mí me encontraron en un colegio. Mi primer entrenador, el que me tuvo los ocho primeros años, iba por los colegios, buscaba a los chicos altos, te preguntaba si querías hacer baloncesto y ya está, te cogía.

¿Es cierto que este entrenador os obligaba a leer libros e ir a ver los museos de las ciudades donde jugabais?

Este hombre fue como un segundo padre para mí. Se llamaba Ravil Cheremtiev. Estaba más con nosotros que con su familia, de hecho luego se separó, teniendo dos hijas. Y sí, nos obligaba a culturizarnos. En cualquier ciudad de mala muerte en la que estuviéramos teníamos que ir a ver el museo del lugar. Éramos un equipo que, aparte de ser muy buenos, teníamos una preparación intelectual muy buena. Nos obligaba a leer libros. Si no cumplías en el colegio, no viajabas. Te tenías que quedar y estudiar. Cuando íbamos al extranjero, a Polonia o Checoslovaquia, que aquello era la hostia, salir de la URSS, él premiaba a los mejores estudiantes aunque fueran peores jugadores.


Joder, en aquellos tiempos el sistema educativo soviético era muy bueno. Teníamos que leer Crimen y Castigo en 8º, Guerra y Paz en 9º… Dostoievski, Pushkin, toda la literatura rusa, menos Nabokov, claro, y Bakunin, que estaban prohibidos, pero los conseguías. Y también, aparte de la literatura rusa, la mundial. Don Quijote, por ejemplo, era obligatorio. Había muchas clases de Cervantes… Lope de Vega.

Los libros prohibidos se podían conseguir en Rusia. Si te pillaban con uno tenías un problema, pero los encontrabas. Yo, sinceramente, donde más leí estos fue en España. Mi primer año, que me lo pasé entrenando sin jugar, viajé mucho a París, donde había muchas librerías de ruso, en cirílico, y sí, compré allí muchos libros que no podía conseguir en la URSS. Luego tenía un catálogo y me los mandaban a casa. Ya cuando aprendí castellano encontré fácil todo lo prohibido en mi país.

Aquel entrenador a lo que nos obligaba era a que, cuando viajábamos, cada uno se tenía que llevar un libro. Nada de jugar a las cartas. Cada trayecto en el tren duraba una noche como mínimo y nos obligaba a estar leyendo.

¿Tu madre no te enseñó castellano en Rusia?

Mi madre pasaba de enseñarme. Mi hermano y ella sí hablaban entre ellos en castellano, pero se convirtió en una mezcla incomprensible que nadie entiende. Ella decía la mitad de palabras en español y la mitad en ruso. Y siguen así. Oigo a mi madre y pienso ¿pero qué cojones dice esta señora? Es en plan “tráeme носки (calcetines)”. :lol:

Después de tu paso por escuelas de baloncesto tan académicas, donde los jugadores salían con una técnica elegante y depurada, a todo el mundo le llama la atención tu tiro de tres, tan raso, que parecía más propio de la calle…

A todos nos enseñan igual en todas partes y después cada uno tiene sus manías o sus historias. A mí me marcó que una vez en un partido fallé mucho y me vinieron a decir que tenía un tiro raso, que tenía que cambiar. Aquel día no estaba mi entrenador. Me lo intentaron corregir, pero luego llegó él, lo paró todo y me dijo: no cambies nada, tira como quieras. Déjate de parábola, de tener la mano así o así. ¿Cómo es cómodo para ti? ¿Raso? Pues tira raso. Y tenía diecisiete años. Ya era difícil cambiar. Reconozco que era heterodoxo, pero coño, lo importante es meterlo. ¿Qué más da cómo tires?

Tú no querías abandonar la URSS para venir a jugar a España.


Es que estaba de puta madre en la URSS. Jugaba en el Dynamo, ganaba dinero. Para un chico de 19 años estaba muy bien, ahora es una mierda si lo piensas, pero yo estaba de puta madre. Además, había unas tías cojonudas en Rusia. Es como el chiste del niño que nace y no habla y al cabo de nueve años dice: las tostadas están quemadas. Y le preguntan: hijo mío, ¿sabes hablar? Sí, pero hasta ahora estaba todo bien.

Crecí en los años de Breznev, en los setenta. No era la época de Stalin, pero eran años de hierro. Aunque también era una época muy divertida. E insisto en que había unas tías que alucinas. La generación que nacimos con Breznev añoramos mucho esos tiempos. Faltaban la hostia de cosas, pero había… mira, la gente era mejor. Ahora, con el dinero, la gente ha cambiado mucho; la mentalidad rusa. Créeme, en aquella época éramos mejores personas.
Y sí, había lío con el Partido y eso, pero en realidad no suponía mucha presión. La gente pasaba de la política y la propaganda. Se vivía sin miedo al futuro. La Sanidad te la daba el Estado, la Educación te la daba el Estado, es discutible si era mala, buena o regular, pero vivías con esto. Tú tenías trabajo, obligación además de trabajar. Luego cada uno elegía su camino dentro o fuera de la ley. Porque, por ejemplo, comprábamos y vendíamos vaqueros. Eso era muy divertido, de a ver si te pillan. Si te cogían era un lío de cojones, pero al venderlos te sacabas una pasta extra de puta madre. Era muy divertido.

Pero eras miembro del Komsomol, las juventudes del Partido Comunista.


Sí, y me echaron. Era muy curioso, para venir a España tuve que pasar por una reunión de expulsión del Komsomol, pero yo no quería salir de la organización. Sin embargo, me echaban porque me iba del país. Aún no entiendo por qué, pero bueno. Entonces me montaron un teatro, una reunión. Y cuando salimos de la sala, todo el mundo, pero todos, deseándome suerte en España. Dentro, todos serios. Y luego fuera, mucha suerte no sé qué. Un teatrillo. Es que era muy ridículo. Por el código había que echarte ¿para qué?

También para entrar tenía que ser laico y por eso me tuve que bautizar a los 16 años. Me bautizaron con Consuelo, mi sobrina, que tenía tres meses. Yo desnudo, con la chorra al aire, dando paseos alrededor del altar, en diciembre con un frío que alucinas. Con agua helada que me echaron por toda la espalda. Me quedé flipado. Una vergüenza que pasé, rodeado de las madres, que tenían 25 años más o menos todas.

Al llegar a Madrid y no poder inscribirte porque no te daban la nacionalidad tu madre dijo que le daba vergüenza haber traído gratis a todo un jugador formado en la URSS, nada menos, y que no pudiera jugar.

Es que el primer año fue muy duro. No entendíamos el haber venido para que yo no pudiera jugar porque me faltaba la nacionalidad. Yo, que tenía un nivel, que había estado en la selección de la URSS. Y fue una pena que perdiera un año, tenía 20, fue muy duro. Entrenas para dar el máximo provecho, pero si no juegas no puedes ver lo que haces mal o bien, es una putada no jugar.

(...)



Cuando en el Real Madrid hiciste fama de juerguista contestaste en una ocasión que, para juergas, las que te pegaste en Moscú.


Sí, en mis años en Moscú sí que estuve de juerga. Era muy joven. La verdad es que la salud era de hierro. Puedes permitirte estar toda la noche sin dormir y después por la mañana ir a entrenar. Aquí salimos, pero en Moscú era mucha más juerga.

Luego la selección de la URSS, cada vez que venía a Madrid, iba a Macumba.

Sí, y yo con ellos. Esas noches eran clásicos. Esas juergas en el Macumba de Chamartín eran verdaderos clásicos. Ellos siempre paraban en el hotel Plaza Norte, creo que se llamaba, y la discoteca la tenían enfrente. Además, la abrían solo para los rusos y flipábamos con el toro mecánico. Veías a Tkachenko en el toro mecánico, con sus 2,20… joder.

Tkachenko, que terminó empapelado en uno de estos viajes por evasión de divisas.

Le pillaron, sí. Estuvo dos o tres años sin poder salir de Rusia, luego le perdonaron. Es que te podían meter en la cárcel, había un artículo en el Código Penal. Y si eran grandes cantidades podía ser pena de muerte. No se la jugó porque llevaba mil dólares como mucho, para pillar no sé cuántos vaqueros. Lo grave es que él era militar, pero porque ganabas un plus. Por jugar en el CSKA y por ser oficial.

En el partido de tu homenaje el CSKA te regaló un uniforme.


Me regalaron un uniforme de soldado ruso. Fue un poco sorpresa. Yo agradezco al Madrid el homenaje. Hombre, si no me lo hacían tenían que pagarme cuarenta millones de pesetas, no creas que lo hicieron así… Estaba aquí el CSKA y montaron el homenaje corriendo para no tener que soltar la pasta. Ya conocemos a nuestros clásicos, joder.

Y en una broma del programa de televisión Inocente, inocente te trajeron a unos soldados rusos que te pusieron a desfilar con una escoba.

Los hijos de puta que prepararon esta broma eran amigos míos íntimos. Y los cabrones sabían que yo hice una mili de aquella manera, destinado en un archivo que estaba en la calle Princesa, y no juré bandera. Según me licencié, se enteraron y me lo prepararon. Y, sí, me acojoné. Cuando ves un uniforme, cero preguntas. ¿A la derecha? A la derecha. ¿A la izquierda? A la izquierda. ¿Disparamos? Disparamos. En Rusia el uniforme acojona. Era de los primeros programas, no había salido nada aún por la tele y pillaron a todo el mundo.

¿Qué diferencias encuentras entre el baloncesto que jugaste tú y el actual?

El baloncesto evoluciona muy rápido. Yo me retiré con 32 años y ya estaba gordo, pero físicamente iba notando que cada vez todos iban siendo más grandes y más fuertes. Aunque a mí la NBA ahora mismo me parece un coñazo. Siempre lo mismo. Pick and roll, face to face. Uno contra uno y paso de todos los demás. No te sorprende nada. [Hasta para esto son individualistas] Me gusta el baloncesto bonito, elegante, con clase. El basket que nos han traído los yugoslavos, ¡me cago en su puta madre! Este basket control, la mierda esta, mata la imagen del deporte. Con lo bonito que es el deporte del baloncesto. Y yo lidié con esto. Se lo decía a Obradovic: no nos jodas, no nos jodas que tenemos que hacer eso. Teniendo a Sabonis meter 54 puntos, ganar 54 a 50, ¡pero qué mierda es esta! Veinticuatro segundos y ni un puto contraataque. Mira tío, esto es una puta mierda, todos en defensa dando hostias y dando hostias.

¿Con George Karl mucho mejor?

Karl creó escuela en este país. Antes había tres sistemas, pero Karl te daba un libro así de gordo para defensa y otro para ataque. Y en cada partido. Yo me tenía que leer un libro cada semana donde estaba todo previsto. Qué hacer en caso de esto, en caso de lo otro.

(...)



¿Era tan excéntrico Fernando Martín? ¿Es cierto que se iba al monte solo y dormía al raso?

En aquella época éramos un poco gilipollas. También decía que se iba a comprar una granja en Australia. Decíamos unas gilipolleces… Eran los años 80, Madrid me mata, la Movida madrileña, salíamos todas las noches… Decía eso pero yo creo que era mentira. Yo creo que nunca iba. Lo dijo un par de veces, pero igual iba a casa de un amigo y ya. La verdad es que éramos muy dados a filosofar y vacilar a la vez. Pensad que era gente muy preparada. Es decir, tenías que andar con cuidado porque en seguida te metían la puya. Las lenguas mataban. Corbalán, Iturriaga, Romay, que parece mentira, pero tenía una boca… Te mataban.

Recuerdo que en el Madrid salíamos mucho a cenar y luego a tomar una copa. En el año 83, Corbalán decía: “vamos a cenar todos juntos. ¿Con bicho o sin bicho?” O sea, con mujer o sin mujer. Cenábamos, discutíamos, hablábamos. Era muy divertido, creo que era una magnífica época. Me jode mucho pensar que no estaba apreciando en aquel momento lo bien que me lo pasaba. Ganaba dinero, una mierda de dinero nos pagaban, pero en aquel momento estaba bien. Las conversaciones eran intelectuales, por decirlo así, sinceramente. Yo solo tenía dos años de Educación Física en la facultad, pero uno era médico, el otro era ingeniero… y el que no estudiaba era gente con la que podías hablar de cualquier cosa. Leían periódicos, sabían qué pasaba en el mundo, qué pasaba aquí, les interesaba qué pasaba en la Unión Soviética. Había unas conversaciones increíbles. Y después fumar, beber. A mi eso me parecía alucinante.

Cuando hice mi primer entrenamiento en la Ciudad Deportiva fuimos al bar y pedí una Coca-Cola. Y Lolo Sainz me dijo: “chaval, aquí se toma o agua, cerveza o vino. Pero la mierda esa americana no se toma”. ¿Cerveza y vino? ¿Con el entrenador? En Rusia no podías beber nada, ¡eras un alcohólico! Y aquí con el propio entrenador dándole. Luego los jugadores rusos decían: joder, están todos, los italianos, los españoles, tomando cervezas con su entrenador y nosotros aquí, como gilipollas, bebiendo agua. En Madrid te podías tomar una cerveza con tu entrenador, no tenías que tomártela a escondidas. Eso te tranquiliza.

Aquella época era magnífica. Luego vino otra generación. Sin Juanito [Corbalán] ya no era lo mismo. Vino gente distinta. Con Corbalán e Iturriaga daba gusto hablar.

¿Es cierto que Sabonis se hizo amigo de Petrovic, después de odiarse los dos mutuamente, tomándose unas cervezas en un control antidoping en Seúl porque no podían mear?

Puede ser. Aunque Sabonis nunca me lo ha contado, igual es leyenda urbana. A Sabonis no le gustaban nada los yugoslavos por su forma de ser, por provocadores. Sabas era muy noblote jugando, y todos los rusos también, somos nobles. Y los yugoslavos no. Quitando algunos, como Delibasic. Todos los demás…

(...)


Te quejaste del politiqueo que se hacía con la sección.

El deporte es política. Y siempre van juntos, pero yo decía muchas gilipolleces. Yo me leo lo que decía entonces y pensaba: joder, qué gilipollas. El otro día vi un reportaje que nos hicieron y me daba vergüenza, pero vergüenza, oír lo que decía.


A ti en una ocasión, en esos tejemanejes o politiqueos, te acusaron de “drogadicto” en el programa de José María García.

Esto fue con Mendoza. Pasó que yo tenía un pub, era socio de un bar. Estaba en la Plaza de la Paja. Ahora no tiene nada que ver con lo que era en los ochenta, que estaba lleno de drogadictos. No tengo ni idea de si sigue, han pasado veinte años, pero de ahí salió. Por tener esa historia salió el bulo. También dijeron en Barcelona que era gay. En Barcelona cada jugador del Real Madrid que es bueno y guapito tiene que ser gay. Y también lo dicen de sus propios chicos. No sé por qué, siempre sacan a jugadores que son gays. Aquí, en Madrid, drogadictos. (risas). Aquello mío salió justo en la época de la renovación, tenía que renovar un buen contrato, etcétera, etcétera.

¿Cuánto cobrabas?

Lo máximo que gané fue un millón de dólares. Al llegar, dos millones y medio de pesetas. Encima éramos trabajadores por cuenta ajena y Hacienda nos quitaba mucho, aunque para el 83 era un gran salario. En el 93 o 94, cuando Montero fichó por el Barça, le dieron un millón de dólares y yo pedí otro para mí. Creo que Montero estaba sobrevalorado, era bueno técnicamente, tenía un físico potente, pero no. Yo a José lo conozco muy bien, era un tío cojonudo, pero el base tiene que ser más templado. Él se cabreaba…

Se ha quedado con lo del tapón de Vrancovic en el último suspiro de la final.


Eso queda para toda la vida.

¿Qué recuerdo te queda para toda la vida?


El partido de Atenas de la Recopa del 89. Fue brillante, juego ofensivo, rápido, vistoso. El que mejor recuerdo. Y luego algunos contra el Barça. O cuando jugamos en el Tour en EEUU con la URSS. Nos dijeron que si podíamos ir a jugar allí, nos querían a Sabonis, a mí y a otro que no me acuerdo. A Sabas le hubiera ido muy bien, se fue con treinta y tantos y una pata coja y lo hizo bien. Piensa cómo hubiera sido con 20 años y delgado. Pero allí arrasamos, en el último partido terminamos defendiendo con tres en la tercera prórroga y nos echaron a todos. Luego los americanos nos pidieron disculpas, nos paraba la gente por los aeropuertos por el arbitraje. Nos querían pedir perdón. En los primeros partidos del tour fuimos arrasando, ganando de veinte, y ellos, ya sabes, alguno tenían que ganar.

Los jugadores europeos ahora mismo son los mejores que tiene la NBA.

Antes en Estados Unidos era obligatorio pasar por la Universidad, te enseñaban todos los ataques, la defensa en zona, la base del baloncesto. Ahora les pillan desde la High School y no saben ni leer a veces, coño. Antes les inculcaban una teoría y después iban a la NBA, ahora son la generación del hip-hop. Antes jugabas contra Larry Bird, Danny Ainge, Kevin McHale, Dennis Johnson. Eran más altos, más rápidos y más grandes. Y parece que no corrían. Ellos andaban y tú asfixiado. Ahora ha cambiado mucho.

(...)

¿Teníais movida con los jugadores lituanos en la selección soviética por el tema político?

No teníamos ningún problema, pero todos los lituanos preferían jugar con Lituania. Eran todos nacionalistas. Y eso lo comprendo hasta cierto punto, la gente tiene que querer a su tierra, conocer su idioma, son cosas que hay que llevar en la sangre como ser humano… y hasta ahí. Después ya hablamos de otras cosas, pero a mí eso me parece bien. Los lituanos son muy nacionalistas. Y había presión cuando jugábamos allí. Con los del Zalgiris cuando íbamos con el Dynamo había casi hostias siempre. Pero dentro de la selección no había problemas.

Y llegó la Perestroika.

Atrás no se podía ir. El cambio era necesario. O íbamos adelante o… atrás ya no se podía. La gran virtud fue de Yeltsin, de no llevar el país a una guerra civil, que podía haber llegado. [Aquí no, Chechu. Yeltsin mató a más gente de miseria que los yugoslavos a tiros. Pero no voy por ahí: Yeltsin sí os metió en una guerra civil. No sólo el golpe del 93, sino las dos guerras de Chechenia, que fueron particularmente brutales. Sí. Si tuvisteis una guerra civil con el borracho] No como en Yugoslavia, que es la polla. Yo estuve en Sarajevo nada más llegar a España en uno de los primeros viajes que hice con el Real Madrid, y cuando lo vi después de la guerra… Es increíble lo que pasó ahí, increíble que permitiéramos que pasase esto en el corazón de Europa. Y todos somos culpables. Españoles, franceses, por supuesto los alemanes, ellos los primeros. No puedes decir que los culpables son solo los serbios. Los croatas hicieron la hostia, y los bosnios. Y los kosovares, la polla, ahora se descubre que estaban vendiendo los órganos cuando hace años decíamos que eran las víctimas. Me parece absolutamente injusto decir que unos son culpables y otros no. Me da mucho asco que me manipulen. Lo odio. En una guerra civil nadie tiene razón. Es la mayor desgracia que le puede pasar a un país. Y España lo sabe bien. Y los rusos, que allí también ha pasado.

Te declaraste defensor “a muerte” de la Perestroika.

Pero Gorbachov era un cantamañanas. El cambio había que darlo, claro que sí, pero él no era la persona más adecuada para llevarlo a cabo. Mira China, ha sabido adaptarse. Podemos criticarlos y todo lo que quieran, pero yo les he visto cómo vivían antes de la Olimpiada de Seúl y como están ahora y digo: la polla. Y son mil y pico millones de personas, que hay que darles a todos de comer. Han sabido hacer la transición. En Rusia, nada, como siempre, o hacemos la revolución o robamos todo el país, como así ha sido.

Es increíble. Cómo estábamos cuando me fui y que al cabo de pocos años todo se desmoronara y se fuera a la mierda con Gorbachov. Por cierto, mi tío estudió ingeniería con uno que trabajó con Gorbi. Mi tío fue niño de la guerra y lo mandaron a Cuba porque sabía cristiano, y dio clase con este hombre, que era muy buena persona y muy buen ingeniero. Antes de que Gorbachov llegase al Comité Central había estado a cargo de una región de Rusia. Y decía: este tío, la región aquí donde ha trabajado… arruinada ¿y le mandáis a Moscú? Este arruina toda la Unión Soviética. Y, joder, qué razón tenía. Era muy listo, muy inteligente. Decía: ¿lo vais a llevar a Moscú? ¡joder! (risas) y así fue, la arruinó. Acertó.


¿Cómo fue el impacto cuando llegaste al capitalismo?

Yo había viajado mucho y ya conocía los supermercados grandes. Pero mi madre cuando viajó a España solo conocía las tiendas de barrio. Cuando vio un verdadero supermarket a la americana… Es que en aquella época en Rusia no había comida en las tiendas. Cuando nos fuimos ya empezaba la debacle con Gorbachov, y mi tía Zina casi pierde el conocimiento cuando vio un supermercado español. Es que no había latas de atún: había de esta marca, de otra marca, había miles de latas. Se mareaba. Cuando entró en la charcutería y vio todos los filetes y la carne…


Yo compré mucha ropa al principio, pero es que vine con lo puesto y un traje. Vi lo que la gente compraba y yo iba detrás a por lo mismo. Y ahora es al revés, en España la gente es muy tranquila con la ropa comparada con los rusos. Las mujeres rusas, joder. En ese sentido, de España lo que más me gusta son las personas mayores. Tú aquí no ves personas mayores mal peinadas. Salen de paseo, todas bien vestidas, da gusto verlos. En Rusia están horribles, no les cuida nadie, ni el Estado ni la familia. Aquí es otra historia.

En Madrid te compraste un Porsche y te lanzaste de vuelta a la URSS con él.

Me fui en un viaje de cuatro días y en la frontera me recogieron mis amigos. 4200 kilómetros ida, y 4200 vuelta. Fue en el 86. Viajar en el coche por Europa se lo recomiendo a todo el mundo. Todavía estaba el muro de Berlín, que no lo había visto. Quise pasar al Este, pero no me dejaron. Cómo me iban a dejar pasar con un Porsche rojo. ¿A hacer sufrir a los pobres alemanes? Anda, date la vuelta, me dijeron. Y acojonaban, ¿eh? Fui por la noche y los vi con el uniforme, que a mí siempre me ha gustado, y el de la RDA era igual al de la guerra. Y yo, joder, cuando les vi, que mi abuelo ha estado peleando con estos tíos. Luego en Moscú creo que ni conocían la marca del coche.

Contó Iturriaga que tus amigos del CSKA se comían los vasos después de beberse el vodka.

No, no. Yo organicé varios partidos contra los veteranos del CSKA y la Unión Soviética. Rusia era Rusia y Lituania, Lituania, ya estábamos separados. Entonces invitaba al Real Madrid de veteranos y hacíamos una cena con los españoles, que beben la hostia, no te creas que los rusos pueden estar tranquilos. Beben de cojones. Y había un tío en una de estas que después del trago se comía el vaso, pero es un amigo mío, un checheno. La primera vez lo hizo con un vaso pequeño, no tenía ningún secreto, pero aquella vez ya fue con un vaso gordo, aquello era la hostia.

A ti el deporte que te ponía era el Hockey hielo…


Sigue siendo mi deporte favorito. Mi ídolo era Kharlamov, que su madre era española, también niña de la guerra, como la mía. En Rusia preguntas y es Dios. Los partidos de finales de los setenta contra Canadá los recuerdo como si fueran ayer. El gol de Kharlamov fue un clásico, él solito esquivando a todo el equipo… luego los americanos reconocieron que su objetivo era lesionarle y lo hicieron, no podían pararlo. Cada vez que recuerdo su gol al New York Rangers me emociono, de verdad. Yo jugué, pero no patinaba muy bien.

(...)

Sobre un tema muy actual, las rivalidades entre regiones españolas, dijiste que comprendías que en la URSS os dijeran que los americanos eran el enemigo, pero que en España no entendías la rivalidad con los catalanes.


Ahí sí que estuve brillante. Para mí sigue siendo igual. Hay una frase, a ver si parezco intelectual, la de Oscar Wilde, de que el patriotismo es el último refugio de los canallas. Cataluña tiene graves problemas con lo que debe, etcétera. Y ahora, que no es que estemos con el cinturón apretado, es que ya no se puede apretar más, en vez de estar unidos, intentar dividir… no me jodas
. Si no has podido arreglar Cataluña, intentar sacar esta historia… No entiendo de dónde viene la enemistad entre catalanes y españoles que siempre han estado juntos. Pero qué cojones se habla ahora de separación, si nos separamos nos volvemos más débiles los dos, si es que esto es de cajón.

Ellos tienen que estudiar catalán, pues completamente de acuerdo. Porque es su cultura y su lengua y tienen que saberla. Y si vas allí y no eres tonto, lo aprendes. ¿Pero separación? Con gente que se queda sin sus casas ¿pero de qué cojones estamos hablando ahora? Salgamos de esta mierda y luego plantéalo como tú quieras, pero ahora me parece una puñalada a todos, y a los catalanes en primer lugar. Ahora bien, si quieres tapar otras historias tuyas no vengas de salvador de Cataluña. Que están destruyendo la clase de media de este país. Ni los vascos lo plantean en este momento después de haberlo perseguido toda la vida.

De todas formas soy optimista, creo que España tiene una capacidad de recuperación y adaptación muy importante. Vamos a tardar, costará, pero tenemos sol y es de puta madre, créeme. En Rusia cada vez que venía el invierno, joder, a las cuatro de la tarde de noche ¿qué hago? Aquí la gente es muy alegre. Los españoles están de puta madre. Y vienen aquí los rusos y dicen que es el único país donde los aceptan.


¿Sigues representando artistas?


He cerrado la agencia hace dos años. Ahora mismo estoy parado, gano dinero esporádicamente, mi mujer no trabaja, tengo a mi madre, dos hijos pequeños, la madre de mi mujer está en Rusia. Es un sinvivir, sinceramente. Pero bueno, se busca uno la vida.

(...)
¿Cómo le va a tu hermano pediatra que vino contigo de la URSS?

Mi hermano tiene trabajo, pero menos. Donde más trabaja es en centros de salud de la seguridad social, le conoce todo el mundo. Es un buen médico. Tuvo suerte de que llegamos antes de que España entrara en la UE y pudo homologar el título sin demasiadas dificultades. Ahí nos echó una mano el Real Madrid. La verdad es que mi familia y yo estamos muy agradecidos al club, nos ayudó mucho. Cuando dicen que es un club señor, es verdad. Por muchos problemas que tuviera, es verdad: es un club señor. Y lo sigue siendo ahora. Llamo y da gusto cómo me atienden. Siempre cuando pueden me ayudan.

Trascendió que tu refrán ruso favorito era “Al mal bailarín siempre los cojones molestan” ¿Tienes algún otro que nos puedas recomendar?

Eso fue por Iturriaga, estábamos tirando unos libres y él todo el rato con que si el balón estaba deshinchado. Y se lo dije: ¡al mal bailarín siempre los cojones molestan! Me lo recuerda siempre. ¿Quieres otro? Este lo recuerda mucho Quique Villalobos. Cuando echaron a un directivo, que no voy a decir su nombre, se fue porque se peleó con el presidente, estábamos en el vestuario y dije este otro refrán ruso: “¡Al perro muerte de perro!”
https://www.jotdown.es/2012/11/chechu-b ... -lo-mismo/

¡Saludos!
"Nadie tiene derecho a disfrutar de la vida a expensas del trabajo ajeno"
(G. Zhukov)

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