Defendiendo la Represa de Supjun

La Segunda Guerra Mundial, la Gran Guerra Patriótica.

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RKKA
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Defendiendo la Represa de Supjun

Mensaje por RKKA »

Defendiendo la Represa de Supjun

Mi amigo Diego Zampini me acaba de enviar un articulo escrito por el junto con Igor Seydov. Como sabeis, ambos son grandes especialistas en la Guerra de Corea.

Que lo disfruten!

Articulo
http://www.rkka.es/Otros_articulos/19_C ... TICULO.htm

Fotos
http://www.rkka.es/Otros_articulos/19_C ... _FOTOS.htm
Última edición por RKKA el 29/03/2009 18:31, editado 1 vez en total.

smersh
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Re: Defendiendo la Represa de Supjun

Mensaje por smersh »

Otro, uno más, episodio de la batalla del comunismo real contra el capitalismo real. ¡Qué tiempos!, entonces habían ideas, dirección, voluntad, etc; ¡igualito que ahora!.

GRACIAS RKKA, gloria eterna a los soldados comunistas (soviéticos, chinos, coreanos).

p.s.- Los fascistas yankis en su linea habitual, bombardeando infraestructuras civiles básicas.

RKKA
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Re: Defendiendo la Represa de Supjun

Mensaje por RKKA »

Gracias, Smersh!

Por cierto, he modificado la carpeta y he añadido las fotos:

Articulo
http://www.rkka.es/Otros_articulos/19_C ... TICULO.htm

Fotos
http://www.rkka.es/Otros_articulos/19_C ... _FOTOS.htm

Saludos!

Siberia
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Re: Defendiendo la Represa de Supjun

Mensaje por Siberia »

Recuerdos soviéticos de la guerra de Corea

Tras cumplirse el 50.º aniversario de la firma del armisticio de la guerra de Corea, primer enfrentamiento de la Guerra Fría, veteranos soviéticos explican sus vivencias de aquel conflicto.

29-07-2013 / Elena Kim, Rusia Hoy


En Rusia llaman a la Guerra de Corea "la guerra olvidada". La gente de a pie apenas sabe nada sobre ella, mientras que los diplomáticos evitan cuidadosamente levantar viejas ampollas.

Pero lo veteranos que participaron en esta guerran, creen que no lucharon en vano: "Defendíamos las fronteras de la Unión Soviética", afirma Yanus Kánov, el último héroe de la Guerra de Corea. "Si los estadounidenses capturaban Corea del Norte, estarían en nuestra frontera. Y por aquel entonces los estadounidenses tenían 300 bombas atómicas y estaban dispuestos a destruir la URSS. El portador de bombas atómicas era el avión B-29. En la Guerra de Corea pusieron a prueba ese avión. Pero cuando el 12 de abril de 1952 durante una batalla con los aviones MiG fueron derribados 25 Flying Fortress, los estadounidenses se echaron las manos a la cabeza y comprendieron que no podrían ganar una guerra contra la URSS, ni siquiera con sus bombas atómicas".

Es ahora cuando, los que siguen vivos, pueden juzgar y sacar conclusiones sobre los hechos sucedidos hace 60 años. Entonces no sabían ni adónde iban ni qué les depararía el destino.


En agosto de 1952, Yanus Kánov se graduó en la Escuela de Radiotecnología de Pushkin, cerca de Leningrado, como teniente, y se disponía a marcharse de vacaciones cuando, de pronto, fue llamado a la gestión del personal de las Fuerzas Aéreas de Moscú.

"Enseguida nos dijeron que deberíamos viajar al Lejano Oriente", recuerda. "En ese momento aún nadie hablaba de una guerra. Luego nos dijeron que redactáramos un testamento. Unos días más tarde nos dieron los billetes. Nos quitaron todos los documentos, no nos dejaron nada. Llegamos a la estación de Otpor (el antiguo nombre de Zabaikalsk), la estación fronteriza entre China y la Unión Soviética. En Manchuria nos vistieron con el uniforme chino y a continuación proseguimos hasta Andong".

"Mis primeros enfrentamientos estuvieron relacionados con la tecnología de proyección. Al principio, yo estaba en el 10º regimiento antiaéreo de proyección que custodiaba la estación hidroeléctrica de Supjunsk. Tenía una estación de radiolocalización antiaérea de proyección. Así, cuando se recibía una alerta, nos poníamos a trabajar. Si un estadounidense volaba sobre nosotros, nosotros lo iluminábamos. Si luego lograban derribarlo o no, nosotros no lo sabíamos".


Más adelante, el regimiento de Yanus fue enviado de vuelta a la URSS, mientras que al propio Kánov lo enviaron cerca de Pionyang, a la aldea de Futsiori.

"Cuando llegamos a aquella aldea —relata Kánov—, estaba totalmente abandonada. Decidimos que no podíamos alojarnos en las casas. Cavamos túneles alrededor de la aldea y vivimos en su interior, porque los estadounidenses bombardeaban todo".

En la aldea colocaron dos estaciones de radiolocalización. Kánov trabajaba en pareja con un compañero en turnos de seis horas. Controlaban 23 aeródromos que se encontraban en el territorio de Corea del Sur.

"Nos hicieron avanzar, para que informáramos lo antes posible de los acercamientos de los aviones estadounidenses. En cuanto los aviones despegaban de los aeródromos, comunicábamos inmediatamente esta información a nuestros aeródromos. Cada día volaban entre 400 y 500 aviones".

Aunque la mayoría de los soldados y oficiales soviéticos tenían prohibido acercarse a Pionyang, Kánov tuvo que cruzar en dos ocasiones la capital de Corea del Norte debido a un ataque de apendicitis. Por el camino al hospital del frente, tallado directamente en la montaña, pudo ver lo que quedaba de la ciudad: "Pionyang estaba entonces completamente en ruinas. Los estadounidenses la habían destruido hasta el punto de que no quedaba ni un solo ser vivo. Las casas no habían conservado ni los muros".

Apenas Kánov se había recuperado de la operación, enviaron un automóvil en su búsqueda con la orden de devolverlo a su puesto de inmediato. A pesar de las objeciones del médico, que advertía de que los puntos podían saltarse por el camino, se llevaron a Kánov del hospital. La razón era que la guerra se estaba terminando, y por lo tanto no podían quedar soldados soviéticos en el territorio de la península coreana.


A pesar del duro camino —recuerda Kánov—, llegamos sin problemas. Al cabo de unos días recibimos orden de dar la vuelta y marcharnos. Tuvimos mucha suerte. En cuanto cruzamos la colina, aparecieron 20 aviones de asalto estadounidenses. Pero nosotros ya estábamos en el puerto, y los estadounidenses no nos bombardearon.

Cuando nos aproximamos a Anju-si (pues estábamos totalmente al sur, casi en la línea del frente), nos dijeron que a medianoche se declararía la suspensión de la guerra. Eran alrededor de las 22:00, y los norteamericanos seguían volando y destruyendo todo lo que veían. Pero, llegada la medianoche, se hizo el silencio y todo terminó. Nosotros tuvimos que seguir adelante hasta el campamento. Así que seguimos nuestro camino, y amaneció temprano, y toda la población salió a la calle. Nos lanzaban de todo. Todo era éxtasis y felicidad.

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