Los tebeos no paran de darnos alegrías esta temporada. Si esta misma semana nos dábamos el gustazo de volver tras los pasos del gran Blutch, ahora, como caída del cielo, irrumpe una sorpresa, un cómic inesperado del que ni habíamos oído hablar y que nos ha parecido, directamente, una obra maestra; la misma consideración que fácilmente le otorgaríamos si los autores fuesen famosísimos y multipremiados.
Se titula "Mamohtobo" y es un relato simbolista y coral protagonizado, como trasfondo, por el pueblo ruso, un pueblo que parece históricamente abonado tanto a la épica más descarnada como a los sacrificios más dramáticos. Un poco de ambos aspectos habla este libro, aunque no desde una óptica bélica, sino cotidiana: personal, laboral, sentimental.
La acción transcurre en una región polar y está protagonizada por un grupo de marineros que embarcan, las mujeres que se quedan atrás... y el barco que ha de llevar a los primeros. Cuando en el buque comienzan los problemas, una promesa de boda que quedó en tierra pendiente se ve amenazada. ¿Podrán los secretos arruinar esa esperanza de felicidad? Si estallan, las rencillas que se han estancado durante años tanto en el pueblo como a bordo pueden hacer que todo acabe trágicamente.
Aun así, el tiempo no se acaba allí donde llega la vista: Subyace al "hoy" un pasado prehistórico que se proyecta como sombras chinescas sobre un presente teñido de incertidumbre. Cuando un peligro primario nos acecha, instintivamente nos replegamos al terreno brumoso de la intuición, de la superstición. De este modo, las mujeres harán todo lo posible por contribuir a que los hombres vuelvan sanos y salvos, pero los medios que están en su mano, distancia de por medio, no son tangibles: Son mágicos.
Igual de mágico que resulta el finísimo trabajo de encaje tejido por Nancy Peña. La autora francesa está empeñada en convertirse en una de las grandes de nuestro tiempo. La promesa novel que representó "El gabinete chino" dio paso a los fabulosos "El gato del kimono" y "Tea party". Su nivel está alcanzando cotas sobresalientes y el guión que ha escrito en "Mamohtobo", repleto de imaginación, de humanidad y de emoción es soberbio. Es magistral la narración en paralelo que realiza de lo que le ocurre, a los unos, lejos de puerto y, a las otras, en casa. Resulta sorprendente que acabe por hacer poliédricos a los personajes; ni los aparentemente mejores carecen de tachas ni los inicialmente mezquinos son simplemente villanos. Son, en todo caso, víctimas de su naturaleza imperfecta. Y donde descansa la disyuntiva del argumento es en si serán capaces de superar las diferencias, de conceder el perdón, de sacrificarse por un bien común, o si primarán el empecinamiento en el rencor y el instinto de supervivencia individual. La historia está resuelta con un lirismo bellísimo, no exento de homenaje a la humanidad primitiva, y con la "redondez" técnica de los tesoros de papel.
En éste, el dibujo lo ha hecho un jovencísimo valor llamado Gabriel Schemoul, un perfecto desconocido que ha desarrollado un trabajo dignísimo a partir del "mapa" trazado por Peña. No hay que pasar muchas páginas para constatar la alargada sombra de Joann Sfar, pero ¿acaso culparíamos a un joven dibujante americano de superhéroes en los setenta por seguir la estela de Kirby? Lo que da pena es lo contrario, ver a dibujantes veteranos, curtidos y formados, plegarse artificialmente a las formas del Sfar. Porque si una lección nos ha dado el genio europeo es la de abrazar la libertad, no dictar un estilo a calcar. Incluso en este sentido, Schemoul tendría excusa doble: Veinte añitos, que no son nada, un crío como quien dice, y además, el haber trabajado en la película de "El gato del rabino". Pero a pesar de ello, no es un mero émulo del autor consagrado. Sí, libera su trazo igual que Sfar, sí, usa las acuarelas igual que él, pero tiene la honradez de buscar su propio camino y el resultado en ningún momento desmerece.
Más allá de las partes, el global de "Mamohtobo" tiene alma, emite una energía propia y particular y nos embarca en un viaje apasionante, aunque sea más interior que exterior. Esa alma y esa energía la convierten en una obra maravillosa.
fuente:
http://alitacomics.blogspot.com/2010/09 ... estra.html