El día del Oprichnik

Escritores, poetas, novelas, literatura clásica y actual.

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Vladiвосток
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El día del Oprichnik

Mensaje por Vladiвосток »

Muy pronto estará a la venta El día del Oprichnik un libro que se publicó en Rusia en 2006, День опричника, donde su autor, Vladimir Sorokin, considerado el Tarantino de la literatura rusa postsoviética, describe en clave de esperpento el futuro de una Rusia no muy lejana. Una nación que vela por la vida de sus súbditos a cambio de que estos amen a su Soberano por decreto. Un pueblo vigilado por un gobernante omnipresente, rodeado de leales que le protegen. Un mundo autoritario donde todo está al servicio del poder y a la mayor gloria de su Soberano.
  • El día del Oprichnik
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    de Vladimir Sorokin
    Ediciones Alfaguara-Santillna
    Páginas: 215
    Encuadernación: tapa blanda
    ISBN: 9788420473475
    P.V.P. 17 €
  • España y Rusia, separadas por la distancia y unidas por el corazón.©
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giovanniboccaccio
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Mensaje por giovanniboccaccio »

Mas quién llama Sorokin Tarantino de literatura rusa??? Lo oigo per la primera vez, aunque escribí tres artigos para revistas científicas sobre sus novelas :o :?:
Sebastopol es la ciudad de gloria rusa

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Vladiвосток
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Mensaje por Vladiвосток »

La crítica cinematográfica lo llama así "el Tarantino de la literatura postsoviética", viene en el siguiente enlace:

http://www.moviemovie.it/sorokin.html
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Onib
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Onib

Mensaje por Onib »

Está prevista como fecha de publicación el 30/01/2008.

El argumento:

En el siglo XVI, el déspota ruso Iván el Terrible estableció la oprichnina, una especie de estado de emergencia que otorgaba al zar poderes absolutos. Una ola de terror y de sangre invadió Rusia. Los oprichniks, todopoderosos integrantes de la guardia personal de Iván, llevaban a cabo su voluntad sembrando el miedo y la muerte... Todavía en el siglo XXI este período histórico ejerce una peligrosa fascinación.

El oprichnik de la Nueva Rusia, Andrey Komyaga, narra en primera persona su jornada. Su agenda es apretada: ahorcar al noble caído en desgracia, ocuparse de los asuntos amorosos de la Soberana… Desde su fanatizado punto de vista conoceremos la Rusia de 2027, aislada del resto del mundo por la Gran Muralla y gobernada con mano de hierro por el omnipotente Soberano, una sociedad sumergida en la increíble mezcla de pasado medieval y futuro tecnológico.

Vladimir Sorokin, el más provocativo y mordaz autor de la Rusia contemporánea, ha sido el único que se ha atrevido a reflejar en la literatura las alarmantes realidades políticas de la Rusia actual. El resultado es esta aturdidora novela, corta, concentrada, sarcástica. El carácter profético de la ucronía de Sorokin la sitúa al lado de las más angustiosas visiones de Orwell y Zamiatin.

Onib
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Onib

Mensaje por Onib »

Entrevista publicada hoy en El País con Sorokin:

La literatura rusa del último cuarto del siglo XX es impensable sin Vladímir Sorokin (1955). Escritor innovador y polémico, sus primeras obras no podían publicarse en la URSS, por lo que vieron la luz en Francia y Alemania. Sólo años más tarde, en 1989, en plena perestroika de Mijaíl Gorbachov, comenzaron a aparecer sus obras en Rusia. Ahora acaba de aparecer en España su última novela, El día del oprichnik (Alfaguara).

Sorokin cree que Putin puede poner en marcha una "limpieza cultural"

La grasa azul (1999) provocó un auténtico escándalo. El movimiento juvenil pro-Putin Nashi destruyó sus libros frente al teatro Bolshói echándolos a un improvisado retrete e instigó un proceso en contra de Sorokin por divulgar pornografía.

Sorokin recibió a EL PAÍS en su casa de Vnúkovo, en las afueras de Moscú. Preguntado sobre el sentido de El día del oprichnik (los oprichniks eran los sanguinarios guardias personales de Iván el Terrible), comenta: "Creo que has escrito un zagovór, un conjuro', me dijo un amigo. El zagovór es un ritual mágico durante el cual se conjura la enfermedad o la muerte, ahuyentándola. La verdad es que no pensé en ello cuando la escribí, pero la idea me gustó y creo que, en esencia, se trata de un conjuro. Quería plasmar una idea que ahora está en la mente de muchos rusos. Se trata de la idea de aislar Rusia, de que se puede levantar una gran muralla y separarse de ese Occidente que sólo le ha traído el mal. Gran parte del equipo de Putin es partidario de esta idea".

En su libro, Sorokin utiliza el pasado histórico, pero para hacer proyección de futuro: "Si se levanta una nueva cortina de hierro, a diferencia de la época estalinista, Rusia se hundirá en su pasado, es decir, en el siglo XVI, cuando de hecho fue creado el Estado ruso por Iván el Terrible. Si en la época de Stalin la Rusia soviética tenía una nueva forma gracias a la idea comunista y nuevos símbolos, ahora no hay ninguna idea nueva. Sólo existe la idea de aislamiento y, si se realiza, nos veremos en la Edad Media, no sólo ideológicamente, por la manera de pensar, sino también estilísticamente".

Cristiano ortodoxo convencido y confeso, el novelista no evita criticar a la jerarquía eclesiástica de su país: "Hace tiempo, los jerarcas ortodoxos excomulgaron a Tolstói, hicieron una gran tontería. Hay demasiados imbéciles en todas partes, y la Iglesia no es una excepción", asegura.

Sorokin se muestra tristemente convencido de que "Rusia está retornando a la Edad Media, y que lo que vivimos ahora no es una fascistización sino una feudalización. Vamos hacia una Rusia feudal donde las autoridades se convierten nuevamente en algo absoluto, incomprensible para el pueblo y que no toma en cuenta para nada al pueblo".

"El equipo ahora en el poder", añade, "está muy inquieto, se comporta con mucho nerviosismo y a veces cae en la paranoia. Si nos fijamos en los rostros de Putin y Medvédev

[el elegido por el primero para sucederle en el Kremlin], yo diría que transmiten intranquilidad, preocupación".

El grupo Nashi (Los Nuestros) ve en él la mismísima reencarnación del diablo. Sus miembros destruyeron sus libros públicamente, frente al teatro Bolshói. Él recuerda así aquel aciago día de fascismo cultural: "El asunto me impresionó fuertemente, pero El día del oprichnik no se refiere exactamente a Los Nuestros. Los Nuestros no son exactamente oprichniks, son los hermanos menores de los oprichniks. Es como el komsomol y el PCUS, El grupo Nashi son los komsomoles de hoy. En 2002, cuando ocurrió el conflicto, el poder todavía no era tan descarado e insolente como ahora. Hacía pruebas, y decidió probar qué pasaría si atacaba a los escritores. La causa criminal que incoaron contra mí duró un año, pero al final fue cerrada por orden desde arriba. Porque al poder no le convenía condenarme. Era el año en que Rusia sería invitada de honor a la Feria del Libro de Francfort y no hubiera sido prudente para ellos".

¿Quiere eso decir que hoy sí sería condenado? "Me contaron que entonces las autoridades tenían la intención de realizar un juicio ejemplar y condenarme a dos años condicionales para crear un precedente. Todavía no se han ocupado de los escritores, pero nadie sabe qué sucederá. Por ahora se ocupan de periodistas y otras categorías, como políticos indeseables".

La experiencia personal de Vladímir Sorokin se acerca a lo infernal, ya que tuvo que luchar por igual contra la opresión soviética que frente al nuevo zar Putin. "Mis obras son una reacción a la sociedad en que vivimos, con pocas excepciones. Yo comencé con cuentos que, en esencia, eran antisoviéticos, pero mi última novela es ante todo una obra literaria; no se trata de un panfleto o de una sátira pura y simple; eso no me interesa".

En su opinión, la literatura de la época de Putin se distingue de la anterior en lo siguiente: "En la época de Putin se escriben muchas antiutopías. Si tomamos a Víktor Pelevin, Olga Slávnikova, Dmitri Bíkov y otros autores, escriben sobre lo que sucederá, sobre el futuro. El género de la antiutopía se ha manifestado con fuerza en tiempos de Putin. No es por casualidad. Es una reacción al presente".

Sorokin no sabe si Putin se atreverá con los escritores, pero avisa: "El poder es impredecible y nadie sabe qué necesitará mañana. Puede que comience una campaña, por ejemplo, de limpieza de la cultura. Ya hay un proyecto presidencial. Putin se reunió con los jóvenes escritores y los instó a escribir cosas positivas. Pero entonces hay que hacer algo con las negativas. Aquí en Rusia no puede haber en la tienda cosas positivas y cosas negativas al mismo tiempo".

Rigoletto800
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Re: El día del Oprichnik

Mensaje por Rigoletto800 »

Hola! Soy nuevo en este foro y me interesa mucho todo lo que pasa en Rusia. He encontrado una crítica de ese libro, que todavía no he leído, que pinta muy bien. La firma Juan Soto Ivars:

Rusia desubicada, o el oprichnik del siglo XXI

Revista El Crítico http://www.escueladeletras.com/el_criti ... I/178.html

"El día del oprichnik". Vladimir Sorokin. Alfaguara, 2008. 240 páginas. Traducción del ruso de Yuiia Dobrovolskaia y José María Muñoz Rovira.

Si en 2027 Rusia ha vuelto al Antiguo Régimen y un muro de hormigón la separa del resto del mundo, muchos nos preguntaremos cómo es posible que las cosas hayan llegado hasta ese punto. ¿Es esto una consecuencia -diremos –de la Historia de Rusia al completo, desde la época del férreo Iván el Terrible? ¿O todo se debe a las ínfulas nacionalistas y antidemocráticas de aquel Vladimir Putin que fue su presidente y a sus sucesores? Y también ¿se detendrá esta tendencia política en Rusia, o es el primer paso de una irreversible vuelta atrás en todo el mundo? Vladimir Sorokin, con su novela El día del oprichnik, adelanta algunas de estas preguntas. La novela, con esa situación temporal y cultural como escenario, ha removido a la opinión pública rusa e incluso a las altas esferas como si más que una novela fuese un vaticinio, o peor, un análisis político.

La novela "El día del oprichinik" es una ucronía sarcástica pero inquietante, cuyo autor, tras la publicación de la novela, se jactaba de considerarse uno de los más aborrecidos artistas para "el zar" Vladimir Putin. Y es que no han faltado, en los primeros meses de publicación, quienes han visto una clara caricatura de la Rusia de Putin en esta descarnada narración del futuro, en primera persona, de un día en la vida de un oprichnik. Los oprichnik, guardia personal de Ivan el Terrible, velaban por la conservación de la ortodoxia del régimen y funcionaban como una hermandad. La oprichnina exterminaba a los enemigos internos del zar (nobles), y era conocida por sus prácticas extremadamente sangrientas y violentas. Se caracterizaban por su indumentaria de monjes, y una rara insignia: la cabeza de un perro colgada de sus caballerías. El orpichnik, una figura mítica y temida en Rusia (en algunas regiones el orichnik es la amenaza invisible análoga al "hombre del saco"), ha sido protagonista de multitud de historias de ficción, entre ellas la ópera "The Oprichnik" de Tchaikovsky.

Pero, ¿resurgirán los orpichnik en el futuro? En un país donde los periodistas díscolos desaparecen (el actual), Vladimir Sorokin escribe sobre un país donde los periodistas, pero también los escritores, son un manso rebaño de ovejas que balan obedientes al son de la batuta del Soberano, y que son sacrificadas, no por desobedecer, sino al mínimo desafino. En un país donde los opositores políticos de Putin son perseguidos y difamados públicamente, y además son tan corruptos como el poder al que critican (nuevamente la Rusia de hoy), Sorokin aventura un país donde la oprichnina vela por arrancar las ramas mínimamente desviadas del tronco aristocrático del gobierno, asesinando sin contemplaciones al "noble caído en desgracia" y, de paso, quemando su casa y violando a su mujer. En una sociedad marcada por las clases, herencia del antiguo régimen, del largo invierno bolchevique, y gobernado después por una especie de aristocracia política helada como un témpano a las reclamaciones ciudadanas (la de hoy día), Sorokin aventura un reinado en el que la Soberana despierta a la puesta de sol, desayuna al anochecer, y se acuesta al alba. Y trae la crónica la voz del personaje más convencido de la conveniencia de todo esto: Andrey Koyaga, oprichnik aventajado.

Sorokin, como el maestro ruso Bulgákov, emplea el humor para lamentarse, la risa amarga como única forma de reclamar en una sociedad sin oídos. Como en el "Elogio de la locura" de Erasmo de Rotterdam, la ironía funciona en esta novela en su forma más descarnada: Habla el más estulto, se defiende el enemigo, un trasunto de diablo atribulado que, en sus palabras, levantaría los abucheos del público, incomodaría a quienes se sintieran retratados, y sería al fin el punto de fuga de la catarsis a la manera de los holocaustos antiguos. La novela es así tan desconcertante como divertida, porque la ironía esconde, convirtiendo unas cosas en sus inversas, lo que otros escritores hubieran enfrentado frontalmente. Quizás algunos excesos lúdicos del autor, elementos caprichosos de la narración, la alejan de sus fines. O tal vez, después de la represión que Sorokin sufrió por parte del gobierno "democrático" de su país después de la publicación de "Manteca de cerdo azul" y "El hielo", haya pensado que es mejor dejar muy claro que todo es una broma, que se ríe por reír, aunque baste leer la novela para darse cuenta de que hay más.

Pero me estaba refiriendo a la ironía. Aquí radica el mayor interés: la novela está construida desde el punto de vista y la voz de un hombre absolutamente convencido de su trabajo, un oprochnik en el que la humanidad (ni rastro de la bondad o la compasión), no pasa de ciertos visos de duda (siempre íntima) de algunas de las operaciones que lleva a cabo, de algunos de los secretos que, por ser miembro del círculo de confianza del Soberano, llega a conocer. La novela busca la humanidad del verdugo sin encontrarla más allá de la contradicción en la que, por ser la espada de un poder inhumano, cae constantemente el guardián de la ortodoxia. Drogadicto, borracho, pervertido sexual, inculto, cruel, blasfemo, a la vez que obsesionado con la consecución de la Rusia limpia de todo eso, Andrey Komyaga es un retrato del descerebrado que ejecuta las órdenes del cerebro de una nación. Es un personaje entero, bien construido. Su voz es un elemento al servicio de la desubicación temporal, la marca distintiva de esta novela. En la Rusia del futuro se ha retrocedido, no sólo a la estética del siglo XVI ruso, sino a la forma de hablar de la época. La obra resulta así un canto postmoderno en toda regla, una mezcla sorprendente, desordenada, divertida e irritante de elementos de ambos mundos.

La voz de Komyaga es un batiburrillo lingüístico artificioso que salta de los resortes de la épica a la expresión propia de un simple bruto futurista-medieval, concepto ucrónico que he tenido que estrangular para esta frase, pero que funciona como referente. El trabajo de traducción, directamente del ruso, no ha debido ser fácil, y la decisión final es, quizás, acertada. "Estamos sentados en las largas mesas de roble, sin mantel, dispuestos a yantar a chirla come. Nos sirven kvas de pan seco, sopa de veinticuatro horas, pan de centeno. Las campanillas insonoras van que vuelan al vaivén del informal coloquio, que no ocioso, pues no descuida la labor." Se han empleado giros del castellano de los siglos XVII y XVIII, un vocabulario ecléctico y anacrónico. Todo eso unido a las expresiones malsonantes, a la brutalidad con que el lenguaje de Andrey Komyaga describe sus actos. El lenguaje, aun en su traducción, conserva un elemento importante: delata la incoherencia entre las dos épocas, los dos mundos que pone sobre su cabeza el escritor. A veces elaborado en la expresividad, la descripción de los sencillos resortes mentales de esta criatura demuestra constantemente que el oprichnik carece de mecanismos para adaptarse a los tiempos venideros. La incomodidad de ciertos hombres en el devenir de los tiempos, la negación violenta del presente y el futuro, toda esa cobardía escudada por el poder que podríamos llamar ultraconservadurismo, es el retrato de Andrey Komyaga.

Detrás de la novela, palpita una paradoja en forma de advertencia, un juego de historia-ficción a la manera de Bradbury, Orwell, o Zamiatin. Lo que Sorokin advierte es lo siguiente: Si trajésemos con una máquina del tiempo a un oprichnik y lo dejásemos en Rusia, en unos años el oprinchnik y Rusia serían la misma cosa. Pues bien, actualmente Rusia está llena de elementos de la época de los oprichniks. Vivimos un tiempo de fanatismos religiosos, de seducciones totalitarias en algunos gobiernos democráticos. Elementos, personas, que viven el poder con la agonía que representa la idea democrática de tener que soltarlo, porque pertenecen intelectualmente a una época remota. Es por esto que Vladimir Putin, ante la sola mención del escritor Vladimir Sorokin, grisea.

Pero Sorokin va más allá. ¿Es el oprichnik un simple retrógrado incómodo en el siglo XXI que se rebela contra la época violentamente, o el personaje es una metáfora de Rusia entera? Komyaga está tan conectado a la madre Rusia que ambos se funden: el personaje siente la alegría o la tristeza de su patria, encarnada en los soberanos; odia a sus enemigos como a los suyos propios, a los nobles traidores, a occidente, al siglo entero. El retrato del personaje y el retrato de Rusia son la misma cosa. Andrey Komyaga, parábola del conservadurismo ruso, se convierte así en metáfora del quebranto interno, de la incoherencia de un país que lleva cojeando en la Historia desde que los demás países con una cultura fuerte echaron a correr en la pista democrática. El muro que levanta Rusia en esta novela y que lo separa de occidente no la aísla, porque en nuestro tiempo el aislamiento es imposible. De la misma forma, Andrey Komyaga intenta aislarse sin conseguirlo de si mismo. El choque de dos concepciones del mundo es análogo en la persona y en la sociedad, y la violencia de éste maltrata a ambos con igual atrocidad.

Y así, llegamos a lo que es el fondo de la intención del autor: avisar que, como siempre, la cultura es la primera víctima, y también la más silenciosa. En esta sátira, la quema de libros es tan natural como la quema de troncos, (no a la manera de "Farenheit 451", sino de forma irónica: una pitonisa que trabaja para la Soberana quema libros para realizar sus visones del futuro) Los largos y pobres romances populares con que se intercala la narración, seguramente lo que más sufre en la traducción, se han convertido en la máxima manifestación teatral. Los escritores son llamados a diario para pasar revista ante el oprichnik, que asiste al teatro para vigilar y, mientras se representa el lago de los cisnes, admira embobado la estructura imperial del edificio.

Los artistas siempre han sido un estorbo para el poder, o eso ha fingido el poder, para ocultar que en realidad los artistas representan un peligro. "Vaya con Artamosha", dice el oprichnik, "conque ésas tenemos, nos salió guasoncete y respondón el malandrín. Jugando con fuego ha llegado al borde. Al punto donde hay que apagarlo. Y eso que el muy bellaco había empezado como un auténtico bardo popular." Los límites son estrictos, y sobre la sátira, se huele la amargura que es el motor de esta novela. Rusia gobernada una vez más por fanáticos, el poder una vez más sin control de sí mismo, y un cuerpo represivo eficaz, contento y apasionado. Un retrato maniqueo de la sociedad, una descripción del totalitarismo, como en "1984", pero desde la óptica del poder. No hay justificación para el oprichnik en esta novela, hay un intento, como en la fabulosa película "La vida de los otros", de llegar a la humanidad que corrompe al verdugo y termina destruyendo el sistema represivo, pero no se llega. Solamente hay oprichnik, pensamientos de oprichnik, actos de oprichnik. "El día del oprichnik" es un aviso, pero es también un análisis de la corrupción, de la debilidad sobre la que se sostienen los totalitarismos. El retrato de esta bestia es precisamente la prueba de su debilidad.

Sorokin, escritor aventajado en la Vanguardia rusa de los ochenta, que bebía de las libertades (todavía peligrosas) de la Perestroika, se alimenta de las fuentes de los grandes irónicos rusos, y es fácil encontrar conexiones, en la amarga risotada para con su presente, con los grandes maestros Tolstoi, Chéjov y Bulgákov. Sin embargo, Sorokin no está a la altura de sus padres literarios. Es como si Rusia, dependiendo de la atrocidad de sus eras políticas (la convulsa recta final de los zarismos, el estalinismo, y esta versión ligth del totalitarismo representada por Putin y los nashi), dejase oír con más o menos fuerza sus tristes carcajadas. Sin embargo es innegable la habilidad en el retrato, la trasposición de su país bajo la máscara del verdugo. Y como siempre, un potente aviso para el futuro:

"Cada día tiene su afán en la oprichnina. Su afán y su suerte. De todos los colores son los días, los hay festivos, ricos, calientes, pagaderos, y también los hay perdidos y agrios. De todo hay en la viña del Señor. Los jóvenes atienden, escuchan, aprenden."

Igor
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Re: El día del Oprichnik

Mensaje por Igor »

Gracias por la información.
SGEUN UN ETSDUIO DE UNA UIVENRSDIAD IGNLSEA, NO IPMOTRA EL ODREN EN EL QUE LAS LTEARS ETSAN ERSCIATS, A UICNA CSOA IPORMTNATE ES QUE LA PMRIREA Y LA UTLIMA LTERA ESETN ECSRITAS EN LA PSIOCION COCRRTEA.
TNATOS AOÑS DE COLGEIO A LA MRIEDA..

santi
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Re: El día del Oprichnik

Mensaje por santi »

Acabo de terminarla con la siguiente sensación: "perdida de tiempo" (quizá sea por el stress?). La obra tiene una originalidad que produce sonrojo se trata de un "refrito" del "Nosotros" de Zamiatin y especialmente de "Moscú año 2040" de Voinovich (este a diferencia de Yevtushenko si escribia "por libre"). Este plagiado argumento es aderazado con un poco de sexo,drogas y un vocabulario soez con el que segun mi parecer el autor trata fallidamente de dar modernidad a la obra, sin conseguirlo en ningun momento. Para dar más ritmo a la obra (osea para hacerla más comercial) otro recurso empleado es el de utilizar la primera persona y que toda la acción se desarrolle en un dia , a pesar de ello la obra es aburrida. Por otro lado la supuesta intencionalidad política se queda sumergida entre tanta banalidad.
Sólo destaco una frase del libro "hay tres cosas de las que un hombre nunca se cansa : de mirar al mar, de mirar al fuego y de mirar como trabajan los demas" Sorokin no sé si mira al mar o al fuego pero si como trabajan los demas.
Вылезай, буржуи! Будем вас судить.
За измену Родине будете платить.

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Re: El día del Oprichnik

Mensaje por Vladiвосток »

En el artículo que ofrece el siguiente enlace se habla de libro, de los oprichniks y de las fantasías distópicas de la historia de la novela:

Distópica madre Rusia
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