Anteayer se celebró en Rusia el Día de Pushkin. En el siguiente artículo de "La Voz de Rusia" se entrevista a Vladislav Otroshenko, escritor moscovita y autor de un ensayo sobre Pushkin:
Paridad de pasiones como fenómeno de Pushkin
La Voz de Rusia
7 Junio 2010
El 6 de junio Rusia celebra el Día de Pushkin. Este año se registra ya el 211º día del natalicio del genio de la poesía rusa Alexander Pushkin. Pero hasta la fecha no cesan las polémicas en torno al fenómeno y el misterio principal de Pushkin. ¿En qué están ellos? ¿Por qué es tan armonioso en su creación, a pesar de su dramático destino? A estas interrogantes, en entrevista a La Voz de Rusia, da respuesta Vladislav Otroshenko, escritor moscovita y autor de un ensayo sumamente interesante sobre Pushkin.
-Pushkin ofrece una variante ideal de sensación del mundo del escritor cuando está vinculado honda y sólidamente con la vida como tal y, también, tan honda y sólidamente con la literatura,- en esta certeza monta sus reflexiones Vladislav Otroshenko.-La historia de la literatura clásica rusa ofrece,- observa él,- por un lado, muestras de vida de sacrificio, enteramente consagrada a la creación y, por el otro, paradigmas de creación genial emergida, por así decirlo, entre asuntos más serios, en particular en el contexto de alto servicio estatal. "Y tan solo Pushkin establece "paridad" entre el servicio a las letras y la vida, simplemente".
-En él convivían dos pasiones en estado de equilibrio,- dice Vladislav Otroshenko. - La pasión de un hombre vivo y la pasión del hombre que escribe. Pushkin era el primer literato profesional ruso, que ganaba dinero con su trabajo literario y puso este asunto, digamos, a nivel profesional, europeo. La literatura para él es una ocupación importantísima de su vida, pero no borra la propia vida. La vida tiene para él una importancia igual que su familia, sus hijos, su esposa, sus amigos. Creaba su mundo, su espacio vital que, a propósito, era enorme y pujante. Incluía relaciones, amistades, su vida de terrateniente y su vida "comercial": él recibía, de paso sea dicho, buen dinero para su tiempo por sus obras literarias y éste era un artículo de ingresos bastante importante. Creó su círculo vital y, asimismo su círculo literario, igualmente enorme y pujante.
-El señor ruso, podría, como el poeta Tiutchev, por ejemplo, dedicarse a la literatura con facilidad y llevar la plena vida mundana. Y podría como el escritor Gogol, encerrarse "en una celda monástica literaria", abandonado las pasiones de la vida. Pero no se lanzaba a los extremos, realizó el don de la vida y, simultáneamente, el don literario. No conozco a ningún escritor, y no solo un escritor ruso, que reúna con tal armonía la creación y la vida. Que, como Pushkin, halló el justo término medio, de oro, yo diría de brillante, un punto resplandeciente del que tanto la literatura como la vida se ven igualmente y nutren igualmente a la personalidad. Era un poeta único, a quien Dios dio tal armonía interior y tal equilibrio interior, gracias a lo que la vida no borraba la literatura y ésta, la literatura, no borraba la vida.
Y un caso raro más en la literatura rusa que Vladislav Otroshenko considera como "caso pushkiniano".
-Pushkin se daba clara cuenta de qué hacía para la literatura rusa,- dice Vladislav Otroshenko. - Recordad su famosa exclamación: "¡Vaya Pushkin, vaya hijo de perra!" Esta exclamación alegre y autoirónica, empero, contiene la comprensión de qué hacía el poeta. Era consciente de su genialidad y la valía de su labor, comprendía que aquí, ahora, en este minuto creaba las letras rusas, su basamento.
-Hace algunos años consulté al traductor italiano Mario Caramiti,- recuerda Vladislav Otroshenko.- Traducía prosa de Pushkin al italiano: "La hija de capitán" y "Los cuentos de Belkin". Diré de entrada que la traducción resultó brillante, el libro tuvo éxito. Mario me preguntaba: ¿cómo se percibe Pushkin hoy día, con qué lenguaje hay que traducirlo, el arcaico o no? Le respondí: pese a que Pushkin escribía su prosa hace casi 200 años, se percibe muy moderna, no solo por sus ideas sino también por su lenguaje. Por eso cada nuestro compatriota, que sabe leer, percibe la palabra de Pushkin como un texto ruso normal, de hoy. No hay ningún abismo colosal entre un portador de la lengua rusa moderna y la lengua de Pushkin. ¡Es un fenómeno! - resume Vladislav Otroshenko.