Perestroika: El completo colapso del revisionismo

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Siberia
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Perestroika: El completo colapso del revisionismo

Mensaje por Siberia »

Edición en castellano del libro de Harpal Brar que sale a la venta la próxima semana de la mano de la editorial Templando el Acero:

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El prefacio del libro permite hacerse una idea general de la obra:

-El revisionismo jruschovista y la desintegración de la Unión Soviética
-El significado de los ataques de Jruschov contra Stalin
-La transición pacifica
-Estado de todo el pueblo
-Partido de todo el pueblo
-Guerra y paz
-La inevitabilidad de las guerras bajo el capitalismo
-Guerras justas
-Para abolir las guerras, el imperialismo debe ser destruido
-La tergiversación oportunista de la cuestión de la guerra y la paz
-Armas versus estado espiritual de las masas
-El revisionismo jruschovista y la guerra
-Última sección
-La purga en el partido
-La economía sumergida
-El capitalismo no tiene solución
-La solución


Algunos fragmentos del prefacio:
La transición pacífica

En el XX Congreso del PCUS, Jruschov avanzó la tesis de “transición pacífica” hacia el socialismo, con el pretexto de que se habían dado “cambios radicales” en la situación internacional. Mientras mantenía que la vía de la Revolución de Octubre había sido “el único camino correcto en aquellas condiciones históricas”, afirmó que, debido a los cambios ocurridos desde aquella época, se había hecho posible la transición del capitalismo al socialismo “por la vía parlamentaria”. Esta tesis de Jruschov era claramente una revisión de las enseñanzas del marxismo-leninismo sobre el Estado y la revolución, y un claro rechazo del significado universal de la vía de la Revolución de Octubre. Según Jruschov, el proletariado estaba en condiciones de obtener una mayoría estable en el parlamento, aún bajo el dominio del régimen burgués y de sus leyes electorales. “La clase obrera”, en los países capitalistas, “al unir en torno a ella al campesinado pobre, a la intelectualidad, a todas las fuerzas patrióticas, y rechazando de forma decidida a los elementos oportunistas incapaces de abandonar la política de compromiso con los capitalistas y los terratenientes, está en condiciones de derrotar a los elementos reaccionarios opuestos a los intereses populares, de obtener una mayoría estable en el parlamento.” (N.S. Jruschov, Informe al XX Congreso del PCUS, Febrero de 1956)

Jruschov equiparó la conquista por parte del proletariado de una mayoría estable en el parlamento con la toma del poder y la destrucción del aparato de Estado burgués. Para el proletariado, “la obtención de una mayoría en el parlamento y su transformación en un órgano de poder popular, mediante un poderoso movimiento revolucionario en el país, implica la destrucción de la maquinaria burocrático-militar de la burguesía (el subrayado es mío) y el establecimiento de un nuevo Estado proletario popular bajo una forma parlamentaria”. (Para nuevas victorias del movimiento comunista internacional , del discurso de Jruschov en el Encuentro de Organizaciones del Partido en la Escuela Superior del Partido, Comité Central del PCUS, 6 de enero de 1961).

Después, Jruschov afirmó que la obtención de una mayoría estable “podría crear, para la clase obrera de ciertos países capitalistas, las condiciones necesarias para lograr cambios fundamentales” y “asegurar la transferencia de los principales medios de producción a manos del pueblo”. (Informe al XX Congreso). Ya en 1852, basándose en la experiencia histórica de la Revolución Francesa de 1848-1851, Marx habíallegado a la conclusión de que, puesto que todas las revoluciones anteriores habían perfeccionado lamaquinaria estatal burguesa, la tarea de la revolución proletaria era “destruir” el “aparato burocrático-militar”. Tras la Comuna de Paris, Marx dijo: “Una cosa ha sido especialmente demostrada por la Comuna, a saber, que la clase obrera no puede limitarse a tomar posesión de la máquina estatal existente y usarla en su proprio interés”.

Desde entonces, la experiencia histórica ha confirmado plenamente esta tesis. Desafiando las enseñanzas del marxismo sobre el Estado y sobre la cuestión de la relación de la revolución proletaria con el Estado burgués, Jruschov difundió aquella charlatanería sobre la vía parlamentaria, pacífica, hacia el socialismo.

Cuando la camarilla jruschovista consolidó su posición en el XX Congreso del PCUS, los revisionistas soviéticos pudieron introducir la tesis sobre la transición pacífica y otras muchas tesis erróneas en el programa del PCUS.

No había nada novedoso en las tesis de Jruschov sobre la ‘transición pacífica’. No eran más que un refrito delas viejas tesis revisionistas de Bernstein y Kautsky, viejos traidores del marxismo, que al apoyar la vía legaly pacífica hacia el socialismo, se opusieron con violencia a la revolución violenta (disculpen el juego de palabras), a la destrucción de la máquina del Estado burgués y a su sustitución por la dictadura del proletariado. Bernstein afirmaba que el capitalismo podía “evolucionar hacia el socialismo” de manera pacífica y que el sistema político de la moderna sociedad burguesa “no debería ser destruido sino simplemente desarrollado”. En sus tiempos, Bernstein decía: “ahora estamos logrando, mediante el voto, las manifestaciones y otros medios de presión similares, unas reformas que hace cien años habrían requerido una revolución sangrienta.” (Eduard Bernstein,Las condiciones previas para el socialismo y las tareas del Partido Socialdemócrata Alemán)

Según Bernstein, la vía parlamentaria era suficiente para realizar la transición hacia el socialismo; la conquista del sufragio universal por parte de la clase obrera le proporcionaba las condiciones necesarias para su emancipación; y llegaría un día en que la fuerza numérica de la clase obrera sería tan grande que la clase dominante no podría resistir la presión, y el capitalismo de derrumbaría de forma semi-espontánea. Lenin denunció las tesis del renegado Bernstein con estas palabras: “Los bernsteinianos aceptaron y aceptan el marxismo, con excepción de su aspecto directamente revolucionario. No consideran la lucha parlamentaria como una herramienta de lucha adecuada para determinados periodos históricos, sino como el principal y casi como la única forma de lucha, volviéndose innecesarias las palabras ‘violencia’, ‘toma del poder’ y ‘dictadura’.” (V.I. Lenin, ‘La victoria de los Cadetes y las tareas del partido obrero’).

Karl Kautsky fue otro digno sucesor de Bernstein. También defendía a capa y espada la vía parlamentaria, yse opuso con vehemencia a la revolución violenta y a la dictadura del proletariado. Kautsky avanzó la tesis según la cual el sistema democrático burgués “ya no requiere la lucha armada para solucionar los conflictos de clase” (K. Kautsky, La interpretación materialista de la historia, 1927). Según Kautsky, era ridículo propugnar un derrocamiento político mediante la violencia, y atacaba a Lenin y al Partido Bolchevique comparándolos con “una comadrona impaciente, que usa la violencia para hacer que una mujer preñada dé a luz en el quinto mes en vez de en el noveno.” (K. Kautsky,La revolución proletaria y su programa).

La siguiente declaración de Kautsky condensa todo su cretinismo parlamentario:

“El objetivo de nuestra lucha política sigue siendo, hasta la fecha, la conquista del poder estatal mediante la obtención de una mayoría en el parlamento, y transformar el parlamento en amo del gobierno.” (K. Kautsky,‘Nuevas tácticas’).

Lenin criticó el cretinismo parlamentario con estas fulminantes palabras:

“Sólo unos canallas o unos estúpidos pueden creer que el proletario debe ante todo conquistar la mayoría en las elecciones realizadas bajo el yugo de la burguesía, bajo el yugo de la esclavitud asalariada, y que sólo después debe conquistar el poder. Esto es el colmo de la estulticia o de la hipocresía, esto es sustituir la lucha de clases y la revolución las elecciones bajo el viejo régimen, bajo el viejo poder.” (V.I. Lenin “Saludo a los comunistas italianos, franceses y alemanes.”).


Según Lenin, la vía parlamentaria que defiende Kautsky, “es el más puro y el más vil oportunismo, es ya renunciar de hecho a la revolución acatándola de palabra”. (V.I. Lenin, El Estado y la revolución).

Y, en otra obra, Lenin dice:

“Cuando Kautsky ‘interpreta’ el concepto de “dictadura revolucionaria del proletariado” de tal modo que desaparece la violencia revolucionaria por parte de la clase oprimida contra los opresores, bate el récord mundial de desvirtuación liberal de Marx.”(V.I. Lenin, ‘La revolución proletaria y el renegado Kautsky’).

El marxismo-leninismo nos enseña que la cuestión fundamental de todas las revoluciones es la del Estado. Nos enseña, y la experiencia lo confirma, que la clase dominante nunca renuncia al poder de forma voluntaria. Incluso durante un periodo de crisis, el antiguo régimen no cae por sí sólo - debe ser derrocado. Podría pensarse que esta ley universal de la lucha de clases es tan obvia que no es necesario recordarla. Es de sobra conocido que toda revolución supone grandes sacrificios por parte de la clase revolucionaria. Renunciar a la revolución bajo el pretexto de evitar sacrificios es lo mismo que pedirle a las clases explotadas que acepten la esclavitud, el dolor y el sacrificio ilimitados como un destino inevitable; por otra parte, los dolores de parto de una revolución no son nada, en cuanto a sufrimiento se refiere, en comparación con la agonía crónica que supone vivir bajo el capitalismo. En palabras de Lenin, “Incluso durante el curso más pacífico de los acontecimientos, inevitablemente, el sistema [capitalista] actual acaba imponiendo sacrificios a la clase obrera”.(V.I. Lenin,'Otra masacre' , 5 de junio de 1901)

En repetidas ocasiones, Lenin subrayó la inevitabilidad de “la guerra civil, sin la cual ninguna gran revolución en la historia ha podido llevarse a cabo, y sin la cual ningún marxista que se precie ha concebido la transición del capitalismo hacia el socialismo.”(V.I. Lenin, ‘Palabras proféticas’).

Lenin señaló que un largo periodo de “dolores de parto” separa el socialismo del capitalismo, que la violencia siempre juega el papel de partera en el nacimiento de la nueva sociedad, desde las entrañas de la vieja sociedad, y que el Estado burgués “no puede sustituirse por el Estado proletario (por la dictadura del proletariado) mediante la 'extinción”', sino sólo, por regla general, mediante la revolución violenta”, y que “la necesidad de educar sistemáticamente a las masas en esta, precisamente en esta idea sobre la revolución violenta, es algo básico en toda la doctrina de Marx y Engels”. (V.I. Lenin,El Estado y la Revolución).

Sólo aquellos que sufran de la incurable enfermedad del ‘cretinismo parlamentario’, que priva de “todo sentido, toda memoria, toda comprensión de la cruda realidad exterior”, pueden defender la tesis de la transición pacífica hacia el socialismo. En las condiciones actuales de imperialismo capitalista, de militarismo sin precedentes, de estrangulamiento de las naciones oprimidas y los países débiles, de furiosa lucha entre países imperialistas por el reparto del mundo, “la sola idea de querer subordinar pacíficamente a los capitalistas a la voluntad de la mayoría de los explotados, de la transición pacífica, reformista hacia el socialismo, no sólo es de un filisteísmo extremo, sino también un engaño total y absoluto a los trabajadores; es el embellecimiento de la esclavitud asalariada del capitalismo, una ocultación de la verdad. La cuestión de fondo es que la burguesía, incluso la más educada y democrática, ya no duda en recurrir a cualquier crimen o fraude, a masacrar a millones de obreros y campesinos a fin de salvar la propiedad privada de los medios de producción. Sólo el derrocamiento violento de la burguesía, la confiscación de su propiedad, la destrucción de toda la maquinaria estatal burguesa, de abajo a arriba - parlamentaria, judicial, militar, burocrática,administrativa, municipal, etc., cosa que conlleva incluso la deportación o el internamiento de por vida de los explotadores más peligrosos y recalcitrantes - poniéndolos bajo estricta vigilancia, a fin de combatir sus inevitables intentos por resistir y restaurar la esclavitud capitalista - sólo medidas de este tipo pueden asegurar una subordinación real de toda la clase explotadora.” (V.I. Lenin,Tesis sobre las tareas fundamentales en el Segundo Congreso de la Internacional Comunista, 4 de Julio de 1920)

Esto es lo responde Stalin ante la pregunta de si podría realizarse de forma pacífica una transformación sustancial del capitalismo, sin revolución violenta y sin dictadura del proletariado:

“Obviamente no. Quien crea que semejante revolución puede llevarse a cabo pacíficamente, sin salirse del marco de la democracia burguesa, adaptada a la dominación de la burguesía, ha perdido la cabeza y todanoción del sentido común, o bien reniega cínica y abiertamente de la revolución proletaria.” (Stalin, Cuestiones del Leninismo)

Así se expresaba Mao Zedong sobre esta cuestión en su artículo ‘Problemas de la guerra y la estrategia’, siguiendo las enseñanzas del marxismo-leninismo y de la experiencia de la revolución china (entre otras experiencias), “La toma del poder por las armas, la resolución de las contradicciones mediante la guerra, es nuestra principal tarea y es la más elevada forma de la revolución. Este principio marxista-leninista de la revolución tiene validez universal, tanto en China como en todos los demás países.” (Mao Zedong, Problemas de la Guerra y la Estrategia).

Y más adelante:

“La experiencia de la lucha de clases, en la época del imperialismo, nos enseña que sólo mediante el poder del fusil pueden el proletariado y las masas laboriosas derrotar a la burguesía y a los terratenientes armados; en este sentido, podemos decir que sólo se puede transformar el mundo con las armas.”(ibíd.)

Fueron aquellas enseñanzas elementales del marxismo-leninismo, plenamente corroboradas por la experiencia histórica, las que traicionó el revisionismo jruschovista.

Lenin subrayó una y otra vez que, debido a sus rasgos económicos fundamentales, el imperialismo se caracteriza “por un mínimo apego a la paz y la libertad, por un desarrollo máximo del militarismo en todas partes. No advertir esto, hablando de lo típico o de lo probable que es una revolución pacífica o violenta, es rebajarse al nivel del más adocenado lacayo de la burguesía.”(Lenin, La Revolución Proletaria y el Renegado Kautsky).

En una momento en que un pequeño grupo de países imperialistas, principalmente los Estados Unidos, tienen cientos de bases militares en todo el mundo; en un momento en que, por sí solo, el imperialismo estadounidense destina 540 billones de dólares al año (23 000 dólares por segundo) a su presupuesto militar suma que se ha de añadir al gasto militar global; en un momento en que cientos de miles de soldados imperialistas están ocupando países extranjeros y librando guerras de rapiña, matando a millones de hombres,mujeres y niños inocentes, como sucede en Irak, Afganistán y Palestina; en un momento en que el imperialismo, en connivencia con los regímenes más autocráticos, dictatoriales y medievales, está haciendo todo lo posible para ahogar las luchas de liberación nacional y por la revolución proletaria; en un momento en que las potencias imperialistas, armadas hasta los dientes, están preparadas para ahogar en sangre las luchas revolucionarias en su propio país y en el extranjero - en estas circunstancias, hablar de vías parlamentarias, pacíficas, hacia el socialismo, como hacen los revisionistas, entre los que incluimos a nuestros propios revisionistas del Partido Comunista Británico (PCB), es una muestra de locura, es repudiar abiertamente la revolución proletaria.

Evidentemente, por su propia naturaleza, aquellos que sufren de la incurable enfermedad del “cretinismo parlamentario, enfermedad que aprisiona como por encantamiento a los contagiados en un mundo imaginario, privándoles de todo sentido, de toda memoria, de toda comprensión del rudo mundo exterior”, no pueden sino apoyar la vía pacífica, parlamentaria, hacia el socialismo. (Karl Marx, El 18 Brumario de Luís Bonaparte).

Naturalmente, mientras subrayan la necesidad de la revolución violenta para derrocar a la burguesía, losmarxistas-leninistas siempre reconocen la necesidad, en determinadas circunstancias, de la participación del proletariado en la lucha parlamentaria. Pero el objetivo de tal participación es la utilización del parlamento como medio para desvelar la naturaleza reaccionaria, podrida y anticuada del sistema burgués, y para educar alas masas - y no para sembrar ilusiones sobre la ‘transición pacífica al socialismo’. En otras palabras, el proletariado participa en la escena parlamentaria con el único propósito de utilizar el parlamento para desenmascarar el parlamentarismo burgués.

En palabras de Lenin: “El partido del proletariado revolucionario debe participar en los parlamentos burgueses a fin de esclarecer a las masas; esto se logra durante las elecciones y a través de la lucha entre partidos en el parlamento. Pero limitar la lucha de clases a la lucha parlamentaria, o considerar esta última como la forma superior y decisiva de lucha, a la que están subordinadas todas las demás formas de lucha, es una auténtica deserción al campo de la burguesía, contra el proletariado.” (Lenin, La Asamblea Constituyente y la Dictadura del Proletariado)

En vista de lo anteriormente expuesto, queda claro que aquellos que abrazan los ideales del comunismo,aquellos que están comprometidos con la emancipación del proletariado, y por tanto con la liberación de la humanidad, no pueden sino estar en total acuerdo con las palabras finales del
Manifiesto Comunista:

“Los comunistas consideran indigno ocultar sus ideas y propósitos. Proclaman abiertamente que sus objetivos sólo pueden ser alcanzados derrocando por la violencia todo el orden social existente. Que las clases dominantes tiemblen ante una Revolución Comunista. Los proletarios no tienen nada que perder en ella más que sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo que ganar. ¡PROLETARIOS DE TODOS LOS PAISES,UNIOS!”

Una vez consolidada su posición tras el XXII Congreso del PCUS (octubre de 1961), la camarilla jruschovista sistematizó la línea que había seguido desde el XX Congreso, cuya esencia era la “transición pacífica”, la “competición pacífica” y la “coexistencia pacífica”. El XX Congreso adoptó un programa abiertamente revisionista, que además de hacer énfasis de manera unilateral en las posibilidades de la transición pacífica, y de caracterizar la coexistencia pacífica como principio general de la política exterior de la Unión Soviética,sustituyó el concepto de dictadura del proletariado por el de Estado de todo el pueblo, y el concepto de partido del proletariado por el de partido de todo el pueblo. Sustituyó la teoría marxista-leninista de la lucha de clases por el humanismo burgués y los grandiosos ideales del comunismo por las consignas burguesas de libertad,igualdad y fraternidad. Aquel era un programa que se caracterizaba por su oposición a la revolución y a la continuación de la revolución en los países socialistas; era, de hecho, un programa para garantizar la restauración del capitalismo, cuya consecuencia final, desgraciadamente, fue el derrumbamiento del socialismo en la Unión Soviética y los países socialistas de Europa central y oriental, así como un enorme retroceso para la revolución proletaria y los movimientos de liberación nacional.
La economía sumergida

Las más desastrosas consecuencias de las ‘reformas’ económicas de los periodos de Jruschov y Brezhnev fueron el crecimiento de la empresa privada, la economía sumergida y los estratos que se beneficiaban de su crecimiento. La economía privada, reducida a la mínima expresión bajo Stalin, emergió con mayor vigor bajo Jruschov, tuvo un crecimiento floreciente durante la época de Brezhnev, e inundó los principales sectores de la economía soviética con el inusitado celo de Gorbachev.

Aparte de ser una fuente alternativa de ingresos, la economía privada, tanto la legal como la ilegal, generó una corrupción y una criminalidad generalizadas, dio un nuevo estímulo a las ideas, los sentimientos y los pensamientos teóricos que justificaban la empresa privada, le dio argumentos a los críticos del sistema socialista soviético, y proporcionó una base material para la restauración del capitalismo en la URSS. De forma inevitable, la economía privada legal trajo consigo actividades ilegales, que adoptaron una multitud de formas, penetrando finalmente en todos los aspectos de la sociedad soviética, siendo el robo de la propiedad del Estado su forma más común.

Además del pillaje a precio de ganga, bajo cuerda, el robo de la propiedad del Estado adquirió dimensiones escandalosas. Con el tiempo, esta actividad dio origen a una clase de capitalistas clandestinos en el verdadero sentido de la palabra, que hicieron masivas inversiones de capital, organizaron la producción a gran escala, que contrataron y explotaron a trabajadores, y dispusieron de comodidades en el mercado negro. Konstantin Simis, un eminente abogado soviético que representó a varios de estos empresarios clandestinos en los años 70, relató después su experiencia en un libro titulado: URSS – la sociedad corrupta, con el siguiente subtítulo: ‘El mundo secreto del capitalismo soviético’ (Simon & Schuster 1982). Hablaba de “una red de fábricas privadas… extendida a través de todo el país”, que se contaban por decenas de miles, y que fabricaban “géneros de punto, zapatos, gafas, discos de música popular occidental, bolsos, y muchos otros artículos”. Estos fabricantes iban desde los propietarios de “un simple taller” hasta “clanes familiares multimillonarios” que poseían docenas de fábricas.

Hacia 1960, según Grossman, “la economía en la sombra de la Unión Soviética ya estaba institucionalmente madura y tenía un tamaño notable”; “se expandió, creció y prosperó – bajo Brezhnev (1964-82) gracias a una negligencia benigna, cuando no un apoyo tácito”.

La economía sumergida sentó las bases para el surgimiento y el crecimiento, por una parte, del crimen organizado, y por otra de todo un estrato de disidentes pequeño-burgueses, que enarbolaban la consigna de libertad: libertad para propagar el oscurantismo religioso; libertad para explotar, hacer dinero y no trabajar; libertad para escribir y publicar cualquier cosa, incluyendo especialmente material crítico con el socialismo y sus logros. Espoleados por el desarrollo de la economía privada y las tergiversaciones del marxismo-leninismo, iniciadas por el liderazgo jruschovista, así como por el apoyo material e ideológico que recibieron del campo imperialista, estos grupos disidentes, que se contaban por decenas de miles a mediados de los años 80, promovieron el individualismo burgués y la codicia. Mientras vomitaban su veneno contra todo lo que oliera a socialismo, llevaron a cabo una verdadera campaña en favor de la propiedad privada, la libre empresa, el mercado libre y otras ‘libertades’ burguesas.

A lo largo de treinta años, desde el ascenso de Jruschov a la Secretaría General del PCUS, la economía sumergida fue creciendo cada vez más. Según algunos expertos, en algunas regiones de Rusia y Ucrania, entre 1965 y 1989, era bastante dudosa la correspondencia entre los ingresos por una parte, y los gastos y los ahorros por otra, con unas cantidades de dinero gastadas o ahorradas que excedían cada vez más los ingresos legales. Más tarde, la economía sumergida creció a un ritmo más elevado que la economía soviética principal. Según la mayor especialista soviética en economía sumergida, T.I. Koriagina, del Instituto de Investigación Económica de la URSS, mientras la renta nacional oficial y el valor de los bienes y servicios crecieron cuatro o cinco veces entre principios de los 60 y finales de los 80, la economía sumergida lo hizo dieciocho veces.

Koriagina también calculó que el valor anual de los bienes y servicios ilegales creció de aproximadamente 5 billones de rublos a principios de los años 60, a 90 billones de rublos a finales de los años 80, mientras que la renta nacional fue de 146 billones de rublos y de 422 billones de rublos en los periodos respectivos. Según sus datos, la economía sumergida representaba aproximadamente un 3.4 por ciento de la renta nacional en 1960, un 20 por ciento en 1988 y un 12.8 por ciento en 1990 (la cifra más baja en 1990 se explica por el hecho de que en 1990 fue legalizada una parte de la economía anteriormente ilegal). Luego, según Koriagina, en 1988 el total de la riqueza privada acumulada de forma ilegal ascendía a 200-240 millones de rublos, lo que representaba un 20-25 por ciento de toda la riqueza privada.

Debido a que los cálculos de Koriagina se refieren solamente a la economía ilegal, para hacernos una idea de la totalidad de la actividad económica privada, estamos obligados a añadir a sus datos los de la economía privada legal. Esto implicaría que la dimensión de toda la actividad económica privada, incluso con una estimación conservadora, se elevaría en diez puntos porcentuales.

Koriagina también calculó que en 1988 el total de la riqueza privada, acumulada a través de actividades económicas ilegales, ascendía a 200-240 millones de rublos, lo cual representaba el 20-25 por ciento de toda la riqueza privada en la URSS. También calculó que el número de personas que trabajaban en el sector ilegal de la economía (sumergida) privada pasó de ser de menos de 8 millones de personas a principios de los años 60, a 17-20 millones (6 o 7 por ciento) en 1974, y aproximadamente 30 millones (sobre un 12 por ciento de la población) en 1989. Si se incluye la economía privada legal, entonces a finales de los 70 la población urbana (un 62 por ciento del total) obtenía alrededor de un 30 por ciento de sus ingresos totales de fuentes no-oficiales, tanto de la actividad privada legal como de la ilegal.

Así fue como Gregory Grossman, un académico americano, escribiendo en 1988, resumió el alcance de la economía sumergida: “Durante las últimas tres décadas de la era soviética, la actividad económica ilegal penetró en cada sector y en cada rincón de la economía; adquirió todas las formas concebibles; y operó en una escala que iba desde la más mínima y modesta hasta la más gigantesca y lujosa”. (‘Soberanía subvertida: el papel histórico de la disidencia soviética’).

Algunos de los que estaban implicados en esta economía privada legal o ilegal, se hicieron muy ricos y se dieron a conocer como los “nuevos ricos de Brezhnev”. Cuanto más crecía la economía ilegal, más minaba la economía soviética legítima. Puesto que la economía sumergida implicaba el robo de material y tiempo al sector estatal, no podía resultar de ello otra cosa que una enorme reducción de la eficiencia del sector estatal, y por añadidura desacreditar a éste.

La economía sumergida tuvo una influencia muy corruptora en los dirigentes del Partido y del Estado, ya que la producción y las ventas ilegales requerían el soborno de un número considerable de dirigentes del Partido y de funcionarios del Estado. Y cuanto más extensa y organizada se volvía la economía sumergida, tanto más crecía la corrupción, ya que dicha actividad no podría haber durado ni un mes de no ser por la venalidad de algunos miembros del Partido y de la administración del Estado.

Ya en 1960, la economía sumergida soviética había adquirido un tamaño y un alcance considerables, y la corrupción había penetrado en los niveles más elevados del Partido. La mano derecha de Jruschov, el Primer Ministro y Secretario del Comité Central, Frol Kozlov, se vio obligado a dimitir después de que las autoridades descubrieran piedras preciosas y un fajo de billetes pertenecientes a él en la caja fuerte de un funcionario fallecido de Leningrado. Kozlov lo había recibido como parte de un pago para que detener los procedimientos judiciales contra los empresarios ilegales.

Así fue como Alexander Gurov, un oficial de policía en la URSS, describió el origen y el desarrollo de la corrupción en el Partido desde Jruschov hasta el periodo de Gorbachev, y su inseparable relación con el surgimiento y el desarrollo de la economía ilegal y el crimen organizado: “[El crimen organizado] estaba abocado a aparecer tan pronto como nuestro sistema se liberalizara, y ello ocurrió en el llamado deshielo en los años 60 cuando Nikita Jruschov estuvo en el poder. …Era imposible imaginarse poderosos grupos de crimen organizado bajo Stalin. …Lo que tuvimos después en nuestra sociedad fue la norma moral del saqueo. Y por supuesto, todo ello se hizo totalmente en interés de la burocracia instalada en el Partido. Por ejemplo, ya en 1974 teníamos una llamada ‘mafia comercial’ en Moscú con representantes en los organismos más importantes del Partido. Si por aquel entonces, yo o cualquier otro hubiéramos tratado de avisar al pueblo acerca del peligro de la economía en la sombra, los liberales se habrían reído de nosotros y el gobierno nos habría tachado de locos. Pero así fue como comenzó. Y el gobierno permitió que eso ocurriera, por motivos que deberían darnos que pensar. Comenzó con Jruschov y se desarrolló con Brezhnev. Pero fue en la era Gorbachev cuando el crimen organizado realmente se hizo poderoso en nuestro país.”

Mediante las ‘reformas económicas’, los jruchovistas crearon las condiciones para el crecimiento de la economía sumergida, que a su vez minó la economía de planificación centralizada socialista, generó descrédito hacia la eficacia del socialismo y la eficacia de la planificación, y junto con la corrupción generalizada, destruyó la fe de la clase obrera soviética en la integridad del mismísimo Partido Comunista. Al mismo tiempo, la economía sumergida sentó las bases materiales para el surgimiento de un estrato social cuyos intereses en última instancia no podían ser satisfechos dentro de los límites del socialismo. Así, fueron preparadas las condiciones para la restauración del capitalismo.

Mientras esta actividad de erosión, destinada a destruir el socialismo y restaurar el capitalismo, se iba produciendo a un ritmo cada vez acelerado, el liderazgo revisionista se dedicaba a engañar a las masas soviéticas con fanfarronerías, por no decir que mentiras, acerca de que la URSS se estaba encaminando a todo vapor en dirección hacia la fase superior del comunismo. Mientras se llenaba los bolsillos protegiendo a criminales y empresarios ilegales, Kozlov aseguraba a los delegados del XXII Congreso del PCUS, sin la menor vergüenza: “…en la sociedad soviética ya no existe una base social sobre la que pueda surgir una corriente oportunista en el partido” (John y Margrit Pitman, La coexistencia pacífica – su teoría y su práctica en la Unión Soviética, 1964, pág. 69).

En realidad, la presencia de la influencia burguesa (que en aquel momento estaba siendo plenamente alimentada) era la fuente interna del revisionismo (oportunismo), así como la rendición ante las presiones imperialistas (de la que el liderazgo jruschovista era cada vez más responsable) era su fuente externa. De manera muy característica, mientras negaban la existencia de clases y de la lucha entre ellas en la URSS, los jruschovistas se pusieron de lado de los estratos burgueses, hicieron sus propias ‘reformas’, atentando contra el proletariado, y al final consiguieron convertir la dictadura del proletariado en una dictadura de la burguesía – de corte mafioso.

No sólo los marxistas-leninistas, sino también perspicaces analistas burgueses captaron la esencia oportunista del programa y de las políticas de Jruschov y sus sucesores revisionistas. Escribiendo en 1975, Mosche Lewin hizo esta observación: “Es impresionante descubrir que muchas ideas del programa anti-stalinista de Bujarin de 1928-29 han sido adoptadas por los actuales reformadores”.

En los años 60, tres de los cuatro mayores institutos de economía estaban dominados por economistas favorables a la economía de mercado. La repudiación completa y total del socialismo, la abierta propagación de la economía de mercado, y la restauración del capitalismo en la URSS, sólo tienen sentido si se interpretan como una continuación y una implementación del programa revisionista (oportunista) de los Bujarin y Jruschov, cuya esencia no era otra cosa que la capitulación ante la burguesía.

La actividad económica ilegal, el robo, la corrupción, el hurto, con la creciente desigualdad que conllevan, acabaron minando la fe del pueblo soviético en la justeza de su sistema. Así, mientras creaba un estrato de potenciales capitalistas, la economía sumergida destruyó la fe del pueblo en el socialismo al convertir el poder del dinero en un polo de atracción opuesto al PCUS.
Podéis leer el prefacio completo en este enlace:

:arrow: Perestroika (prefacio a la edición española) - Harpal Brar