"Prohibido entrar sin pantalones"

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Onib
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"Prohibido entrar sin pantalones"

Mensaje por Onib »

Este es el título del libro de Juan Bonilla editado por Seix Barral centrada en Mayakovski, la sinopsis tampoco es muy extensa ni aclara demasiado la línea argumental (es una novela). Esto es lo que pone la web de la editorial:

Juan Bonilla sigue los pasos de Vladimir Maiakoski, una de las figuras más carismáticas de la vanguardia rusa. Nueva York, Londres, París, Moscú y México son algunos de los escenarios de esta apasionante novela, en la que Bonilla se adentra en la vida de un personaje rompedor que vivió con una intensidad desbordante su apasionada relación amorosa con Lily Brik, permitida y alentada por su marido, en uno de los tríos más famosos de la literatura mundial.

...18, 5 euros...

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Vladiвосток
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Re: "Prohibido entrar sin pantalones"

Mensaje por Vladiвосток »

  • España y Rusia, separadas por la distancia y unidas por el corazón.©
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Kozhedub
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"Juicio a Maiakovski"

Mensaje por Kozhedub »

Novela que supongo interesará a cierto usuario asiduo de este foro. :wink:
Juicio a Maiakovski

El escritor de 'Los príncipes nubios' novela la aventura del poeta futurista

Antonio Lucas | Madrid
Actualizado miércoles 17/04/2013 10:25 horas

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(...)

Tocar el cielo de la poesía, ser de los malos. Llevar la cabeza peinada con relámpagos y después afeitársela para que Rodchenko te retrate como a un boxeador. Ser un chulo, el más chulo de Petersburgo y de Moscú, y amar "como un perrito" a una burguesa casada. Prometer un mundo libre a través de la poesía y, después, dejar que la burocracia bolchevique cargue el tambor de la pistola con la que se descerrajó la vida en el callejón de Lubianski, el 14 de abril de 1930. Tenía 37 años.

Vladimir Maiakovski parece un personaje de novela. Ya es un personaje de novela. El escritor Juan Bonilla, autor del blog de ELMUNDO.es 'Biblioteca en llamas' toma la vida Maikovski en su nueva novela, 'Prohibido entrar sin pantalones' (Seix Barral).

Maiakovski era, desde hace tiempo, un cóctel de energías en colisión fascinante para Bonilla. Algo que no se podía concretar del todo en un cuento, ni en un ensayo, ni en un poema. Algo que exigía una novela exigente para ser contado de otro modo.

-Por qué el interés en Maiakovski?


-Tiene mucho con ver qué ha sucedido también conmigo a lo largo de los años como lector suyo... Por debajo del texto de la novela hay una conversación entre el hombre desilusionado y desengañado que soy ahora con el chaval que fui y descubrió en Maiakovski a un hombre que decía que ésta tenía que servir para algo más que para ser leída por un puñado de tipos cultos. Que debe cambiarlo todo... Fue alguien que se negó a estar sometido a la rutina y formó parte de esa ambición tan tremenda de algunos artistas que se sentían obligados a asaltar al poder.

Un poder que siempre jugó en su contra. Lenin se sirvió de él y Stalin lo remató. Pero nunca se dio de baja del empeño (incluso naíf) de inventar un mundo mejor con el arte como piedra clave, como alimento. Maiakovski, del que se cumplen 120 años de su nacimiento el próximo mes de julio, encierra una épica de vida que remata directamente en la candidez. "Había en él algo de adolescente, una condición que estaba llena por igual de encanto y de peligro. Como todo lo adolescente, cuando se desplaza al mundo maduro, está lleno de posibles barbaridades", sostiene Bonilla .

Entre esas atrocidades está la de prestar servicio en una checa, redactar informes contra artistas convenciéndose a sí mismo de que eso era un acto poético más. Y en este sentido, Maiakovski es la encarnación de un fracaso, el de la revolución bolchevique: "Pero hay que definir primero qué entendemos por revolución. La rusa no es un punto de partida que acaba en Gorbachov, sino que fue un cambio de paradigma con los días contados. Es un cambio de paradigma donde la misma estructura de poder exige a quien manda que copie la estructura del régimen anterior: en vez de un zar, Lenin. En vez de los aristócratas, los nuevos burócratas... Maiakovski está en medio de todo eso como una bisagra y fue directamente utilizado", sostiene Bonilla.

Y en paralelo, los amoríos descompensados de Maiakovski, la relación triangular que vivió junto a Lily y su marido, el crítico Ósip Brik. "El trío o el adulterio es una actitud rusa más aceptada que en otros países europeos. Pero en este caso hay varios componentes lacerantes", apunta Bonilla. "Maiakovski no deja de sufrir a pesar de que considera que su forma de amar es un desacato a las convenciones burguesas... En verdad no lo supo llevar". Con las mujeres todo fue siempre torcido, aunque Lily le empujó a escribir algunos intensos poemas de amor.

"La esencia de lo poético para él era la incertidumbre, el inventarse la vida permanentemente", termina Bonilla.
http://www.elmundo.es/elmundo/2013/04/1 ... 88&numero=

O tal vez sea una ocasión desaprovechada, a saber...

¡Un saludo!
"Nadie tiene derecho a disfrutar de la vida a expensas del trabajo ajeno"
(G. Zhukov)

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Mayakovski
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Re: "Juicio a Maiakovski"

Mensaje por Mayakovski »

Kozhedub escribió:Novela que supongo interesará a cierto usuario asiduo de este foro. :wink:
Pues no caigo :D
Gloria y caída de Maiakovski, el poeta rojo

Luis Matías López

En Prohibido entrar sin pantalones (Seix Barral), Juan Bonilla recrea, con todos los instrumentos de la novela y algunos menos del ensayo, la biografía de Vladímir Maiakovski, el gran poeta rojo, profeta de las vanguardias y el modernismo rusos, transgresor y provocador por antonomasia antes de 1917, glorificado por el régimen comunista y crucificado luego por elitista incapaz de adaptarse con el debido entusiasmo a la línea oficial del partido. Cuando el desencanto y la amargura le empujaron el 14 de abril de 1930 a apretar el gatillo de una pistola Browning de fabricación española, con tan sólo 37 años, ya le había dado tiempo a hacerse viejo, a sentir que su tiempo había pasado, incluso a arrepentirse de haber elaborado informes contra otros escritores.

Bonilla ha escrito un libro magnífico. Las palabras del poeta de hace un siglo encajan en el texto de tal forma que cuesta distinguirlas de las del escritor de hoy. A través de ellas, se escenifica la exuberancia artística de la Rusia prerrevolucionaria, las disputas entre acmeistas, simbolistas y futuristas, el impacto de una poesía y una forma de vida provocadoras, cuya única regla era que no había reglas y que había que hacer tabla rasa de todo lo anterior. Y también lo bueno y lo malo, la esperanza y la decepción que traería el régimen comunista. Por las páginas de Prohibido entrar sin pantalones transitan Gorki, Pasternak, Ajmátova, Maldelstam, Blok, Bunin, Esenin, Bábel, Meyerhold y Eisenstein. También Stalin, Lunacharski, Lenin y Trotski, y la mayoría salen bien parados.

Maiakovski consideraba compatibles el ideal revolucionario y el poético. Creía que el Octubre rojo traería consigo no solo justicia y pan para todos, sino también una explosión de libertad. Antes de 1917 aseguraba, en versión de Bonilla: “Hay que negarse a admitir la superioridad moral de quien manda y da ordenes precisas acerca de cómo vivir, cómo amar, como comportarse, qué leer, qué aplaudir, cómo vestirse. Había que echar abajo todo eso, destruir todos los detalles del mundo heredado e inventar un nuevo territorio de libertad absoluta”.

Cuando cayó el régimen zarista, esa utopía duró lo que un suspiro, lo suficiente como para juzgar a Dios por crimen de lesa humanidad. “Puro futurismo”, diría. La sentencia, a muerte, se ejecutó con los disparos al cielo de un pelotón de soldados. O para inventar un nuevo periodismo, no ya a través de la mítica revista LEF, sino de la contratación de actores para que escenificaran por la calle las noticias.

Maiakovski creía que “la revolución de las ideas, sustanciadas en el socialismo y el posterior anarquismo, no puede separarse de la revolución de las formas, sustanciada en el futurismo”. Escribió: “¿Quién es más/ el poeta o el técnico (…)/ Los dos./ Los corazones son también motores” (de El poeta es un obrero). Y: “Arrasadas las antiguallas/ un mito nuevo/ se impondrá en el mundo” (de 150.000.000). Y: “Ayer, a las seis y cincuenta/ murió el camarada Lenin (…)/ El horror hizo brotar/ un estertor de acero./ Una ola de sollozos/ pasó sobre los bolcheviques” (De Lenin). Y: “Quiero que mi pluma sea una bayoneta, que del trabajo de hacer versos, como de la producción del hierro y del acero, el camarada Stalin informe al ejecutivo diciendo: en cuanto a nuestros versos hemos sobrepasado el fin de la producción de antes de la guerra”.

Maiakovski nunca dejó de ser el ingenuo poeta que no admitía más reglas que las que le dictaba su talento. Llegó a pensar que su panegírico a Lenin le blindaría, le haría intocable. Pero no con Stalin. Este no le humilló como a Bulgákov, al que convirtió en limpiador de un teatro. Le dejó viajar al extranjero y le ahorró el GULAG o el tiro en la nunca, pero le segó la hierba bajo los pies, y dificultó la edición de sus obras completas y sus intentos de trabajar para el cine y el teatro. También alentó que le reventasen sus recitales, que le acusasen de elitista, de anteponer su amor de perrito faldero por una burguesa caprichosa –relación tratada extensamente en el libro- al interés de la clase obrera. Pero su delito fue uno solo: querer ser y vivir como un poeta.

El estilo de Prohibido entrar sin pantalones se adapta como un guante a la evolución de la vida y obra de Maiakovski. El mismo lector que se exalta con la descripción de la explosión política y cultural prerrevolucionaria, entiende el entusiasmo y la fe en el futuro que inspiró el régimen comunista, y se amarga cuando se malogra ese ideal de libertad y progreso. Hasta que el poeta se dispara en el corazón, “el lugar del futuro”, como dice Bonilla.

Ya muerto, quienes le mataron –aun sin apretar el gatillo- le convierten en un mito. Unas 700.000 personas le rinden tributo. Y 8 años, 4 meses y 28 días después, el régimen le dedica una monumental, exuberante, socialista y futurista (¿) estación en el fastuoso Metro de Moscú. Con 38 mosaicos multicolores que recrean los logros técnicos y deportivos del país de los sóviets, e ilustran el ideal comunista de construir una sociedad perfecta.

Público 28/05/2013
La democracia es una forma de gobierno en la que cada cuatro años se cambia de tirano. Vladimir Lenin

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Vladiвосток
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Re: "Prohibido entrar sin pantalones"

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