Cartas sobre España, de Vasili Botkin

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Vladiвосток
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Cartas sobre España, de Vasili Botkin

Mensaje por Vladiвосток »

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La Voz de Rusia nos habla hoy de un libro sobre España que acaba de ver la luz en la capital rusa:
Estimados oyentes, en Moscú acaba de ser lanzado el libro Titulado, “Cartas sobre España, 160 años después”, de la periodista Galina Percegova. La autora se sintió inspirada en la creación de este libro por las “Cartas sobre España”, del magnífico publicista ruso del siglo XIX Vasily Bokin, quien realizó en 1845 un largo viaje por suelo ibérico, cuyas secuencias dejó en interesantísimos apuntes. Pues bien, en nuestros días, Galina Percegova, quien emprendiera su misma ruta, escribió este libro sobre España dirigido a todos los amantes de los viajes y, en primer lugar, a quienes se interesan en este país. Estimados oyentes: prepárense a escuchar una entrevista con Galina Percegova en la presente edición del programa.

Galina Percegova ha estado continuas veces en España como turista. Pero, la idea de escribir un libro sobre ese país surgió no hace mucho. Escuchemos su relato…

-Cuando visité España por primera vez entendí que era un país entrañable para mí, que me sentía allí como en casa y me enamoré de él y de su pueblo, cuenta Galina Percegova. De ahí que comencé a estudiar el español, a leer libros y artículos. Leí también el libro de Vasily Botkin “Cartas sobre España” que me impresionó sobremanera. Fue entonces que decidí que realizaría obligatoriamente un viaje por su ruta. Se trata de ocho ciudades: Vitoria, Burgos, Madrid, Córdoba, Sevilla, Cádiz, Málaga y Granada. Ese viaje lo acometí en 2006, y fruto de aquello fue el libro “Cartas sobre España: 160 años después”. Lamentablemente, el libro de Vasily Botkin está casi olvidado en nuestros días. Y quise sobre todo recordarlo. En 1976 fue editado la última vez en la serie “Testimonios literarios”. Considero que es un libro magnífico, y no solo yo por cierto. Escritores rusos y críticos literarios lo admiraban, entre ellos Bielinski, Hertzen, Goncharov, Gorki. El libro fue citado por Turgueniev. Y es que esa obra dio a conocer al lector ruso en el siglo XIX y comienzos del siglo XX una España casi desconocida, el reveló su historia y sus tradiciones.

El autor del libro, admirado por Galina Percegova, el crítico literario y publicista Vasily Botkin, proviene de una familia en la que muchos representantes suyos hicieron un gran aporte a la cultura y a las ciencias de Rusia. En nuestros días, el apellido Botkin está perpetuado en nombres de muchas calles rusas y en instituciones médicas. Pero la patria rindió de esa manera un homenaje solo a uno de los ocho hermanos Botkin: al famoso médico clínico Serguei Botkin. Aunque todos los miembros de la familia son dignos de respeto. Por ejemplo, Mijail Botkin fue un académico de la pintura. Durante medio siglo estuvo armando su colección de lienzos. Una gran parte de ella se encuentra actualmente en el Ermitage de Petersburgo. Dimitri Botkin fue presidente de la Sociedad de Moscú de Amantes de la Pintura y ayudó a su amigo Pavel Tretyakov a juntar y adquirir los cuadros para el futuro museo de las artes mayor del país, la Galería Tretyakov. Pero los lienzos de su propia colección se guardan hoy día en el Museo de Bellas Artes Pushkin. Trágico fue el destino del hijo del doctor Serguei Botkin, Evgueni, quien continuó la tarea de su padre, Evgueni Botkin fue médico adjunto al palacio del último zar de Rusia, Nicolás II y compartió la suerte de la familia real: después de la revolución de 1917 fue ejecutado en Ekaterimburgo junto con la familia del zar. Esta información la entrega Galina Percegova al comienzo de su libro. Pero, por cierto que la atención está centrada en la personalidad de Vasily Botkin, quien realizó un viaje por España. Pedimos que lo relate a nuestros oyentes:
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-Botkin fue un viajero apasionado. En España estuvo una vez, en 1845. Anteriormente había estado en Francia, Inglaterra e Italia. Se conservaron sus apuntes de viaje sobre esos países. Pero en la historia entró como el autor de las “Cartas sobre España”.
Vasily Botkin estudió en el mejor establecimiento educacional de Moscú: en el Liceo de Kriazhev. Y mas tarde fue toda su vida un autodidacta. Dominaba cinco idiomas, entre ellos, el español; traducía mucho y publicaba en periódicos y revistas resúmenes, artículos y ensayos. Entre los amigos y conocidos de Vasily Botkin había conocidos literatos y personalidades públicas. Gran amigo suyo fue nuestro célebre crítico literario Vissarion Bielinsky. En su conocida revista justamente, “El contemporáneo” fueron publicadas por primera vez las cartas de Botkin sobre España, compiladas después en el libro. Aquel fue el primer libro serio sobre España publicado en nuestro país.


Vasili Botkin estuvo escribiendo su libro durante siete años, después de su regreso de España señala Galina Percegova. Todo ese tiempo estuvo volviendo con el pensamiento una y otra vez al país de Don Quijote, sobre todo a Andalucía, la que amó sinceramente. A ella le dedicó las páginas mas tiernas y pintorescas de su trabajo. Córdoba, Sevilla, Granada, el castillo de los gobernantes moros del Alambra y las salas de Tenerife: todo aquello fue parte de su sueño mas inspirado que entibia el corazón.


-Vasily Botkin habla en su libro de que cree en España, está admirado de la nobleza, inteligencia y dignidad de su pueblo. De veras que se enamoró del país y de su pueblo, afirma Galina Percegova. España encontró en Vasily Botkin a su caballero y cantante. Fue el primer ruso que entendió que España es un país-destino, que hay mucho de espiritual común entre nuestros pueblos. Y yo quería sobremanera que en España fuera instalada un día una placa conmemoratoria con el nombre del viajero ruso, como la que ya existe en Granada con el nombre del célebre compositor ruso Mijail Glinka.


Y bien, la periodista moscovita Galina Percegova, 160 años después de Vasily Botkin repitió el itinerario de su viaje por España, recorriendo el país de Norte a Sur. Y en su libro “Cartas sobre España después de 160 años” vierte sus impresiones, sobre ese país a comienzos del siglo XXI. Para realizar ese viaje contó con la ayuda del Instituto Cervantes en Moscú y la embajada de España en nuestro país. La periodista vio la españa del siglo XXI, pero que preservaba sus magníficos monumentos arquitectónicos, los tesoros de sus artes aplicadas, sus magníficas danzas y canciones. Y podemos considerar que el tema central de su libro fue el deseo ardiente de la autora de robustecer los vínculos culturales y d amistad entre Rusia y España.

-Soy una gran entusiasta de España, confiesa Galina Percegova al cierre de esta cita en el éter con nuestros oyentes. Ahora escribo otro libro sobre ese país. He traducido leyendas y mitos de distintas provincias españolas. Quiero viajar desde el Este al Oeste de España por las ciudades vinculadas a estas leyendas. Confío en que, fruto de ese viaje sea mi nuevo libro, concluye Galina Percegova.
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Onib
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Cartas sobre España - Vasili Botkin

Mensaje por Onib »

La editorial Miraguano publicó el libro arriba citado. Se trata de la visión de un viajero ruso a España en el siglo XIX. Sinopsis:

Las Cartas sobre España contienen no solamente observaciones y reflexiones sobre el pueblo español, sino también sobre sus hábitos y costumbres, su geografía, y su historia, planteándose interrogantes sobre su evolución y porvenir. La visión de España ofrecida por Botkin representa una novedad absoluta para la amplia mayoría de lectores españoles e hispanohablantes, pues hasta hoy el libro no había sido traducido del ruso, ni por tanto publicado en nuestro país.
Con su edición se pretende dar a conocer una inédita visión de España en la época en que la sociedad rusa ha culminado su transición literaria del romanticismo al realismo, abandonando las influencias estereotipadas y míticas de la literatura romántica francesa con autores como Merimeé y Gauthier, para presentar una visión diferente de la España real de mediados del siglo XIX que tendría una influencia extraordinaria en escritores rusos clásicos posteriores como Dostoyevski, Tolstoi, Gógol y Turguéniev, en científicos como Piskorski y Alexéyev, y en poetas como Balmont, Tsvetáyeva, o Ehrenburg.
La edición, anotada y comentada de las Cartas sobre España, ha sido realizada por Ángel Luis Encinas Moral, quien ha traducido el texto original de Botkin directamente del ruso al castellano, e incluye un extenso prólogo introductorio sobre la vida y obra del autor, así como sobre el contexto histórico hispano-ruso en el que se realiza el viaje y la redacción de la obra.

http://www.miraguano-sa.es/Shop/MI_ListaNovedades.asp

Siberia
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Re: Cartas sobre España - Vasili Botkin

Mensaje por Siberia »

Artículo aparecido en Rusia Hoy sobre la publicación del libro en España por editorial Miraguano:
Vasili Botkin, «el andaluz de Masoreika»

España y Rusia, en los dos extremos del mapa europeo, iniciaron sus lazos sentimentales cuando tuvieron un enemigo común. La opinión pública eslava tenía el convencimiento de que sólo dos pueblos, el ruso y el español, habían conseguido plantar cara a la expansión napoleónica.

15.abr.2012 - Marta Rebón/Rusia Hoy.


No menos interés suscitó la Constitución de 1812 promulgada en Cádiz, que precedió en cuestión de meses a la batalla de Borodinó. Debido en gran parte a las turbulencias políticas y sociales del reinado del zar Nicolás I, fueron pocos los viajeros rusos que, en la primera mitad del siglo XIX, pisaron territorio español. El intelectual y comerciante Vasili Botkin, apodado «El andaluz de Masoreika» por sus amigos rusos, firma las impresiones viajeras sobre España más interesantes del siglo XIX en sus cartas. Para él España es el «refugio para la gente a quien le aburre Europa».

Un atisbo de lo que hoy conocemos como turismo nació en el siglo XVII con el Grand Tour, la ruta europea que seguían los vástagos de las familias inglesas de clase media-alta con destino Italia. Al poco se unieron a estos viajes formativos los jóvenes acomodados de Alemania, Francia o Rusia. Otros no tan jóvenes como Goethe, Sterne o los Shelley, con ansias de entrar en contacto con la cultura clásica y conocer de primera mano los territorios idealizados por románticos y orientalistas, plasmaron sus experiencias en obras literarias. Como ramificación de esas rutas, en Rusia floreció un interés por la cultura española en la estela de lo que ocurría en el ámbito político, con tal tesón que se puede afirmar incluso que España se puso de moda. La literatura, por supuesto, alimentó una idea particular del paisaje y los españoles que espoleó la curiosidad de algunos viajeros rusos. «Cartas sobre España» se publicó por entregas entre 1847 y 1851 en «El contemporáneo» y, gracias al éxito cosechado, más tarde en formato libro.

Si bien Nikolái Karamzín firma la primera obra de temática española en lengua rusa, es Pushkin quien enciende el interés por nuestro país. Su contacto con la cultura española no fue directa sino mediada por los libros. Durante su destierro en Chisinau disfrutó de la surtida biblioteca de Pietro Liprandi, descendiente de catalanes, que incluía en sus estanterías páginas en español que llamaron la atención del autor de «Eugenio Oneguin». Desde entonces, su obra literaria estará salpicada de guiños a la revolución burguesa española, a su literatura, y de nombres propios como los del general Riego, Don Juan o el Cid. Poco a poco los temas de raíz española se fueron abriendo camino entre los lectores rusos, en especial con la aparición de las primeras traducciones de El Quijote, Lope de Vega o el Romancero, o de las obras de inspiración española de autores franceses como Merimée. Y la cosa no acaba ahí. Gógol escribió «Memorias de un loco» (1834) en el que el personaje principal, Aksenti Poprischin, pierde la cordura y se cree el rey de España, y Lérmontov dedicó un drama teatral en verso, «Los españoles» (1839), a la Inquisición y la situación de los judíos conversos para abordar la situación de estos últimos en Rusia. Más allá de la literatura, otras disciplinas empezaron a estar presente en territorio ruso, de la primera compra de pintura española en el Ermitage a la visita de compañías de danza española o las exitosas giras de Pauline Viardot, la cantante lírica extranjera más querida por el público ruso. La música también puso su granito de arena. El viaje a España de Glinka, en especial, y el paso de Rimsky-Korsákov por Cádiz, dejarían obras en el repertorio ruso como las «Oberturas españolas» o «Capricho español».

En el interés de Vasili Botkin por España también tuvo parte de culpa Francia. El efímero matrimonio con la joven modista gala Armence-Ismerie Rouillard en 1943 tuvo su punto y final en el mismo viaje de bodas a París. De aquella experiencia Botkin tuvo la necesidad de pasar página y el primer remedio a mano fue volver a visitar un país del que había guardado buenos recuerdos, Italia. Más adelante, después de entrar en contacto con el socialismo utópico francés, en una carta de 1845 dirigida a Belinski, anuncia: «Dentro de unos días marcharé de París a España, donde pienso quedarme tres meses, o más en función de lo que resulte». Y entrando por Irún, visitó Navarra, Castilla y León, Madrid, Andalucía y el norte de Marruecos. Hijo de un comerciante de té, mostró grandes dotes intelectuales en la escuela y una gran habilidad por los idiomas, que le sirvió cuando su padre, sacándole de los estudios para ponerlo a trabajar en el negocio familiar, empieza sus viajes de negocios. El té le permitió experimentar de primera mano los movimientos liberales, el arte y la literatura europea. De gran perspicacia y dotes de observación, occidentalista convencido, traza en sus cartas –que no son cartas al uso sino una colección de ensayos basados en la correspondencia que sí mantuvo con su familia y amistades- lúcidas descripciones de un país, España, que se encuentra en plena turbulencia, víctima de revoluciones y guerras, sin una idea clara de nación, de la que se va enamorando poco a poco tras una primera impresión más bien frustrante, hasta que estalla en los últimos compases con un: «¡Ah, si toda la vida transcurriese siempre con tal felicidad!» durante una puesta de sol granadina.

El carácter nacional de un país siempre carga con los tópicos. Sin embargo, la visión lúcida y extrañada de un viajero como Botkin, entregado a la observación de los detalles y costumbres más variados como la música, el paisaje, la moda, el arte o la política provocarán más de una sonrisa al lector español. Sobre todo cuando subraya problemáticas que, muchos años más tarde, aún siguen candentes. El gran observador es aquel que se deja sorprender, porque la sorpresa mueve a la curiosidad, y la curiosidad a la interrogación. Con ese método Botkin disecciona las faltas de una nación con cierto atraso, ociosa, pero de gran dignidad, que hiciera bien, en sus palabras, de no querer copiar a Europa, sino todo lo contrario: «¡Ay!, si los españoles pudieran, a cambio de aquello que copian tan torpemente de Europa, transmitirle un poco de su alegría tímida, bondadosa, despreocupada, de la cual Europa no tiene ni la menor idea».

Aunque no se puedan evitar los juicios negativos derivados de los gustos personales –por ejemplo, no soporta el aceite de oliva-, Botkin demuestra sus dotes descriptivas como amante y conocedor del arte, autor de numerosos artículos y textos dedicados a la pintura y la música. Nada parece perderse a su curiosidad, pero sobre todo, sabe distinguir las motivaciones que explican cada gesto en el paisaje humano español, ahí radica su valor. En sus primeras impresiones cerca de Vitoria anota:
-«El camino a Vitoria es tristemente pintoresco: hay pocos pueblos; rara vez se ven casas solitarias, grandes y medio derruidas. Al español no le gusta arrugarse; él no vive decorosamente sino a lo grande. ¡Pero todo está abandonado, y aún se ven por todas partes las huellas de la guerra civil! (…) ¡¿Existe acaso la posibilidad de pensar y soñar aún con la vieja España católica, con la España de los romanceros, cuando la España actual apenas en el primero paso sobre su suelo fértil se insinúa tan claramente a los ojos?!».


De la belleza del paisaje cantado por la literatura y ciertas actitudes autóctonas escribe:
«La belleza de España ha entrado hace tiempo en los refranes. Desde hace mucho tiempo los poetas cantan sus naranjales y limonares… ¡Pero, ay! Esto también constituye uno de los equívocos existentes a cuenta de España. (…) Probablemente en este suelo fértil podrían crecer también la encina, el tilo y el castaño. En España la riqueza yace a los pies del hombre, solamente es preciso inclinarse a por ella; pero los españoles aún no aman inclinarse».


Rápidamente aparecen las primeras observaciones sobre el sentir nacional:
«Hay que ver qué es para el español su gobierno y con qué desprecio habla de él. (…) para el español resulta oscuro el concepto de la unidad estatal y el de la igualdad de derechos y de obligaciones. Cataluña y las provincias vascongadas consideran hasta ahora al ámbito constitucional como a un despotismo. “Nos va bien, y a vosotros, mal”, dicen ellos a los españoles, “queréis privarnos de la abundancia y obligarnos a compartir con vosotros vuestra pobreza”».


Al llegar a la capital se pregunta quién ha decidido su ubicación, por inadecuada: «Yo no amo las capitales que se tragan en sí toda la vida de una nación», escribe también en clara alusión al caso ruso. A la elección de Madrid como capital por parte de Felipe II ve Botkin la única y empobrecedora función de ser la residencia de la Corte. Como toda capital que se precie, la política es el tema estrella de las conversaciones:
«En Madrid, aunque ustedes sólo estuvieran predispuestos a la vida contemplativa y artística, aunque quisieran mantenerse al margen de la política, serán inevitablemente arrojados con violencia a ella. Hablen con quien hablen la expresión “el gobierno” será, si no la primera, exactamente la segunda que ustedes oirán».


Del estado de tristeza y atraso culpa a un pasado en el que prevaleció el desgobierno, una administración caprichosa y poco dada a la preocupación por el interés general.
«Todos califican a España de “misterio político” (…) pero al respecto debo señalar que Europa conoce my poco a España. (…) El país quiere alejarse de su pasado y quiere al mismo tiempo conservar sus viejas y arcanas leyendas; hace y rehace sus Constituciones a la manera extranjera y conserva toda su vieja y horrible administración».


Pero no olvida los detalles de la vida cotidiana:
«Cada tienda, cada peluquería tiene sus clientes que se reúnen allí para hablar; a veces estas reuniones son tan grandes que los clientes no tienen siquiera la posibilidad de entrar en la tienda. Como consecuencia de esto en algunas tiendas aparece colgado un cartel con la inscripción siguiente: “Aquí no se tienen tertulias”».


Sobre la hospitalidad española, Botkin no escatima buenas palabras:
«Siéntese en un café en cualquier mesa, con cualquier grupo de los que conversan, independientemente de a qué nación se pertenezca, vuestra presencia no molestará nunca la conversación. Métase valientemente en ella».
o bien:
«El español es un pueblo hospitalario por excelencia; además de esa amable atención que prestan los españoles a las cartas de recomendación, las relaciones en España son extraordinariamente fáciles; es suficiente una conversación en un cafetín para que el extranjero sea invitado a alguna casa».


Es en el sur, y especialmente en Granada, donde Vasili Botkin declara incondicionalmente su admiración por el paisaje mediterráneo español, que desbanca al italiano, país del que había vuelto «enfermo de tanta belleza»:
«He visto la naturaleza de Italia y Sicilia, pero en España tiene completamente otro carácter: aquí es majestuoso e inabarcable (…) Entre la naturaleza italiana y la española existe la misma diferencia que entre la poesía de los pueblos septentrionales y meridionales. En la septentrional hay menos precisión, menor colorido y claridad en los modelos pero, en cambio, capta a través de su neblina los matices del sentimiento, como movimientos arcanos del espíritu, que nunca se dan con la clara y colorida certidumbre de los poetas meridionales».


Dedica su última carta a la Alhambra y su entorno, del que el autor duda que haya en Oriente un caso más ejemplar en cuanto a «ligereza, gracia y delicadeza de gusto». Si bien el lector español puede sentirse atraído hacia la autocomplacencia de los rasgos que aplaude Botkin, sirva este texto para disfrutar por igual de la otra cara de la moneda, la crítica. Sirva de ejemplo una pregunta que lanza Botkin en plena sintonía con el curso actual de los recortes y los problemas con el modelo productivo con los que actualmente se enfrentan los españoles: «¿Acaso no radica también en esto la razón por la que la ciencia, el arte, la industria y el comercio, todo cuanto sirve para aumentar la ambición de la gente, se encuentre aquí en tal abandono?».


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Re: Cartas sobre España, de Vasili Botkin

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    Cartas sobre España
    Botkin, Vasili Petróvich
    Miraguano Ediciones
    Páginas:384
    Precio: 26 €

    Artículo de prensa :arrow: Mirada rusa sobre España
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