Así pues, en El País -de verdad que no tengo nada en contra de este periódico- encuentro hoy en sus páginas de opinión un resumen de un artículo publicado en The Economist el pasado 14 de julio y cuya primera frase viene a decir algo así, y cito de memoria, como la agenda del G8 es lo de menos y lo que importa es la preocupación de los líderes de las siete democracias reunidas en San Petersburgo... y sigue la cosa como seguramente imaginas.
A mi no me salen las cuentas. Si son el G8 y me dices no-se-que de los 7 líderes, ¿no te falta uno? ¡Ah!, claro... ahora caigo, el que falta es el siniestro oficial del KGB que está al mando de la democráticamente reprimida Rusia.
Bueno, una perla más. Está claro que Rusia no cae bien desde que levantó cabeza. Me volvía a la mente un artículo de Mikhail Gorbachev que La Vanguardia publicó el pasado 28 de junio. He aquí un extracto:
La Rusia de hoy recibe frecuentes críticas por la falta de libertad de los medios de información y por su democracia vacilante. Encuentro a pocos dispuestos a recordar que, en la época de Yeltsin, cuando en mi país quedaron comprometidas las condiciones elementales de vida, Occidente aplaudió. Y lo mismo hizo en 1993, cuando bombardearon el Parlamento, y en 1996, cuando se organizaron “elecciones sin posibilidad de elegir”. Se aplaudió o se guardó silencio cuando los oligarcas y los burócratas empezaron a controlar los medios de comunicación de masas y cuando en las regiones la libertad de expresión y de crítica fue liquidada.
Sin embargo, ahora, cuando Rusia empieza a ponerse de pie, llueven las críticas. Y estas críticas, a veces justificadas, pero con frecuencia superficiales, van acompañadas de otras consideraciones que ya se sabe bien adónde apuntan. Nos dicen que Rusia no está en condiciones de darse sus propios principios democráticos y las reglas que conducen a la sociedad civil. O que Rusia no es capaz de renunciar a sus ambiciones imperiales,y por ello Occidente no puede fiarse. Son argumentos meramente propagandísticos y por eso inaceptables. Rusia forma parte de la nutrida multitud de países que se encuentran en transición hacia la democracia. Está claro que se trata de procesos con muchas facetas, y en muchos de los casi cien países cuyos regímenes dictatoriales salieron a escena en el curso del siglo XX, asistimos ahora a una oleada de reacción que amenaza las conquistas democráticas. En la Federación Rusa las dificultades de estos procesos son mucho más serias por el hecho de que coinciden numerosas circunstancias.