11/12/2008 Edición Impresa CONTROVERTIDA VENERACIÓN DE UNA SANGUINARIA FIGURA HISTÓRICA|STALIN EL SANTO
Un sacerdote de San Petersburgo pinta en un icono la figura del dictador Stalin, su ''padre espiritual''
La tabla enoja a la Iglesia ortodoxa, perseguida por el régimen estalinista
DMITRI POLIKÁRPOV
MOSCÚ
Cara de santo, los hechos no tanto, reza el refrán. Si el dictador soviético Iosif Stalin pudiese levantarse de la tumba, seguramente lo haría ahora por pura curiosidad. Noventa años después de ser anatematizado por la Iglesia Ortodoxa Rusa (IOR) en 1918, junto a otros líderes bolcheviques, Stalin se ha convertido en el personaje de un icono.
Lo más curioso es que no ha sido obra de un cismático radical o de un apasionado admirador del autor del terror rojo que colocó el cuadro en su despacho. Pues no. El pintor es un pope normal y corriente de la IOR. Yevstafi Zhakov, el sacerdote del templo de la Santa Princesa Olga de Strelna, en la región de San Petersburgo, nunca ocultaba sus simpatías por Stalin en sus sermones. Lo llamaba nada menos que su "padre espiritual".
Sin embargo, cuando los parroquianos vieron el mes pasado en un nuevo icono la figura del dictador, con la inconfundible gabardina militar de color gris, fue un verdadero choque. "Estaba colocado en la primera fila para que todos lo vieran. Luego, el padre puso el icono detrás del altar para no provocar", cuenta Nadezhda, una feligresa.
La tabla que sorprendió a los creyentes representa un supuesto encuentro de Stalin con la Santa Matrona de Moscú, que habría tenido lugar en la capital soviética en otoño de 1941, unos meses después del inicio de la invasión nazi de la Unión Soviética. Según la leyenda, la santa aconsejó a Stalin que evacuara a la gente pero que no abandonara Moscú, a pesar de que los nazis estaban en las puertas de la ciudad. En el icono, la Matrona lo bendice y le promete la victoria del pueblo ruso.
Según la versión oficial, el icono fue encargado por un patrocinador y parroquiano.
"Encargué este icono porque para mí Stalin era un gran hombre; ganó la guerra a los nazis y creó la URSS", confiesa Aleksandr Yevseev, un empresario de San Petersburgo.
Sea quien fuese el cliente, la aparición del nuevo icono ha provocado protestas de los parroquianos y del Patriarcado. En cambio, los que no protestaron fueron los propios comunistas. Todo lo contrario. La organización política Comunistas de San Petersburgo aprovechó el interés del público por el icono para pedir al Patriarcado que canonice al exlíder de la URSS por sus grandes logros. "Considero que Stalin ya es un santo en la mente de la gente por todo lo que ha hecho por el pueblo ruso", opina Serguei Malinkovich, el líder de ese partido.
Efectivamente, la popularidad de Stalin ha crecido. Tan solo un 7% de los rusos tenían una opinión positiva de él a principios de los 90, mientras que ahora son el 47%, según el centro de estudios de opinión pública VTSIOM. Con lo cual no parece extraño que ya haya intentos de proclamarlo santo. Este verano los comunistas pidieron elevarlo a los altares si finalmente gana una popular encuesta televisada para elegir al personaje más importante de la historia de Rusia. De momento Stalin es quinto en la lista.
"Falta de respeto"
"La misma idea de canonizar a Stalin es una falta de respeto a las víctimas de su sangriento régimen. Los que más sufrieron fueron los clérigos de la IOR, condenados a la casi total exterminación. El sacerdote no tenía derecho a poner un icono no canónico en la iglesia sin autorización", dijo Vladimir Viguilanski, portavoz del Patriarcado de la IOR.
El pope estalinista se defendía diciendo que solo pintó uno de los episodios de la Santa Matrona. Pero esa explicación provocó aún más ira de la IOR. "Es mentira. No hubo ningún encuentro entre Stalin y la Santa Matrona. Stalin no sabía nada de ella", afirma Aleksandr Budnikov, presidente del departamento misionero del Patriarcado. Lo cierto es que en 1943, cuando los nazis controlaban ya casi un tercio del territorio de la URSS, Stalin se reunió con los pocos jerarcas supervivientes de la iglesia y les pidió levantar el espíritu de las tropas y del pueblo haciendo propaganda a favor del poder. A cambio de esta colaboración, la IOR recuperó parte de sus parroquias y pudo restablecer el puesto del patriarca.
Finalmente, bajo la presión de la opinión pública y de los funcionarios de la IOR, el pope caído en desgracia presentó la dimisión. Pero se negó a destruir su obra. Según sus antiguos parroquianos, el padre se llevó a Stalin a casa.
El Periódico 11/12/08