Un Químico Universal

Dimitri Ivánovich MendeléyevHoy se cumple el centenario de la muerte de Dimitri Ivánovich Mendeléyev ( Дмитрий Иванович Менделеев), nacido el 8 de febrero 1834, en Tobolsk (Siberia) y fallecido el 2 de febrero 1907, en San Petersburgo, el universal químico ruso, fue el padre de la «Tabla Periódica de los Elementos».

En 1869 publicó su libro Principios de Química, en el que desarrollaba la teoría de la Tabla que lleva su nombre.

Dimitri fue el menor de 17 hermanos y el mismo año en que nació, su padre perdió la vista y el trabajo, director del colegio del pueblo. Su madre se hizo cargo de llevar la familia adelante, con una mínima pensión, ocupándose de la fábrica de cristal que había fundado su abuelo.

Dimitri, desde joven destacó en Ciencias. Un cuñado suyo exiliado por motivos políticos y un químico de la fábrica, le inculcaron el amor por la Ciencia.

La familia sufrió una racha de mala suerte ya que nada más terminar Dimitri el bachiller, murió su padre y se quemó la fábrica de cristal. La madre apostó por invertir en la educación de Dimitri los ahorros guardados en vez de reconstruir la fábrica.

En esa época la mayoría de los hermanos, excepto una hermana, se habían independizado, y la madre se los llevó a Moscú para que Dimitri ingresase en la universidad, pero no fue admitido. Quizá debido, en parte, por no ser de Moscú.

Se interesó por la química gracias a Alexander Voskresenki, profesor de gran prestigio. Los últimos años de la carrera los pasó en la enfermería debido a un erróneo diagnóstico de tuberculosis. Aún así, se graduó en 1855 como el primero de su clase y presentando su primera memoria de química sobre El isomorfismo en relación con otros puntos de contacto entre las formas cristalinas y la composición.

Presentó una tesis para conseguir la plaza de maestro de escuela, y otra para alcanzar la plaza de cátedra química en la Universidad de San Petersburgo. A los 23 años era ya encargado de un curso en la Universidad de San Petersburgo.

Gracias a una beca pudo ir a Heidelberg (Alemania), donde realizó diferentes investigaciones junto a Kirchhoff y Bunsen publicando un artículo “Sobre la cohesión de algunos líquidos y sobre el papel de la cohesión molecular en las reacciones químicas de los cuerpos”. Este trabajo lo pudo realizar gracias a unos aparatos de precisión encargados en París con los cuales encontró la temperatura absoluta de ebullición, y descubrió por qué algunos gases no se podían licuar (porque se encontraban por encima de la temperatura de ebullición).

En Alemania participó en el congreso de Karlsruhe donde quedó impresionado por las ideas sobre el peso de los elementos que planteó Cannizzaro. Al volver a San Petersburgo se encontró sin trabajo fijo, lo que le dio tiempo para escribir diferentes obras. Entre las cuales destaca su libro Química orgánica, que escribió influenciado por lo que había escuchado en Karlsruhe.

En 1864 fue nombrado profesor de tecnología y química del Instituto Técnico de San Petersburgo.

En 1867, ocupó la cátedra de química durante 23 años en la Universidad de San Petersburgo donde estudió el isomorfismo, la compresión de los gases y las propiedades del aire enrarecido. Estaba a favor de la introducción de reformas en el sistema educativo ruso pero no consiguió ser elegido presidente de la Academia Imperial de Ciencias.

En 1890, terminó su estancia en la Universidad debido a que intercedió por los estudiantes entregando una carta dirigida al Zar, al Ministro Deliánov del Ministerio de Instrucción Pública.

Éste se la devolvió con una nota adjunta que decía: “Por orden del ministro de Instrucción Pública, el papel que se adjunta se devuelve al Consejero de Estado, Profesor Mendeléiev, ya que el ministro ni ninguno de los que están al servicio de su Majestad Imperial tiene derecho de recibir esta clase de papeles…”.

Indignado, Dimitri dejó las aulas de la universidad. Quizá por esto, se mantuvo desde entonces al margen de la política y del Estado aunque manifestaba su oposición a la opresión y su favoritismo a la libertad.

En 1865, tras la liberación de los siervos obtenida en 1861, decide comprar una granja en la que pone en práctica métodos científicos para la mejora de la cosecha, obteniendo un rendimiento muy por encima de lo que se producía antes, por lo que muchos campesinos de granjas cercanas fueron a pedir su consejo.

En 1869 publicó la mayor de sus obras, Principios de Química, donde formulaba su famosa Tabla Periódica, traducida a todas las lenguas y que fue libro de texto durante muchos años.

En 1892 es nombrado conservador científico de la Oficina de Pesas y Medidas, en compensación de lo ocurrido en la Universidad. Después de un año, tras haberlo reorganizado, es nombrado director, lo que le compromete a realizar diversos viajes, entre los que se encuentra el realizado a Londres donde recibe los doctorados Honoris Causa de las Universidades de Cambridge y Oxford.

En 1902 viaja a París y visita al matrimonio Curie en su laboratorio. Allí observa el experimento de la fosforescencia del sulfuro de cinc debida a los rayos X, y concluyó que “en los cuerpos radiactivos existía un gas etéreo que provocaba vibraciones luminosas y que entraba y salía de los cuerpos como un cometa entra y sale del sistema solar”.

Fallece en San Petersburgo el 2 de febrero de 1907, prácticamente ciego.

Sobre el carácter de Mendeléiev se ha dicho que era un adicto al trabajo y su fama de mal carácter estaba basada en que mientras trabajaba gritaba, gruñía y refunfuñaba. Se dice que alguien le preguntó sobre su mal genio, a lo que contestó que era una manera de mantenerse sano y sin úlceras.

Se considera a Mendeléiev un genio no sólo por el ingenio que mostró para aplicar todo lo conocido y predecir lo no conocido sobre los elementos químicos, plasmándolo en su tabla periódica, sino por los numerosos trabajos realizados a lo largo de toda su vida en diversos campos de la ciencia, agricultura, ganadería, industria, petróleo, etc.

En Rusia se tardó en reconocerle, sin embargo, se le rindió homenaje tres años después de su muerte llamando Mendelevio (Md) al elemento de número atómico 101.

España reconoce la obra de este Químico Universal. Correos, con ocasión del centenario de su muerte, emite un colorido sello dedicado a la Tabla Periódica de los Elementos.

El sello ha sido diseñado por el químico Javier García Martínez, investigador del Programa Ramón y Cajal en la Universidad de Alicante, quien explicó que es la primera vez que un país «occidental» dedica un sello a Mendeléiev, ya que hasta ahora sólo lo habían hecho países vinculados a la Unión Soviética.

Otra novedad es que no aparece su imagen, como en timbres anteriores del químico ruso en países soviéticos, sino que el diseño actual es una representación moderna de la tabla periódica, y además ésta es la primera vez que aparece el término Química en un sello español.

El motivo hace referencia a la clasificación periódica de los elementos químicos propuesta por Mendeléiev, en 1869. Para desarrollar esta teoría, el químico ruso planteó por primera vez que los elementos químicos exhibían una “propiedad periódica”, por lo que organizó los elementos según su peso atómico en una tabla con hileras y columnas. En la tabla dejó unos cuadros vacíos, que corresponderían a elementos desconocidos en ese momento, cuyas propiedades pudo prever. La hipótesis encontró confirmación al descubrirse tres nuevos elementos: el galio, el escandio y el germanio, que venían a llenar las casillas vacías, lo que dio validez a su clasificación.

Una de sus originalidades es que se reservan ‘cuatro huecos en blanco’, que se corresponden con los cuatro elementos químicos que no pudo descubrir Mendeléiev cuando propuso la primera versión de la tabla periódica, aunque sí predijo sus propiedades.

Este sello con el que se conmemora ‘la genialidad’ del químico ruso creador de la tabla periódica de los elementos, según su autor, contiene ‘un diseño original y colorista’ de colores ‘planos’ muy llamativos (rojo, azul, verde, amarillo) y ‘separados entre sí por líneas gruesas’, que recuerdan a los cuadros de Piet Mondrian.

La emisión de este sello, de tarifa nacional (0,30 euros), coincide con las actividades que la Real Sociedad Española de Química (RSEQ) está organizando a lo largo de 2007, declarado por el Gobierno español «Año de la Ciencia».