Un día en Moscú (I)

Catedral de San BasilioPuede resultar estar en Moscú y tener poco tiempo para disfrutar de la ciudad. Bien por estar de paso, bien por estar en un viaje profesional. Sea como sea, vamos a suponer que disponemos de un único día para dedicarnos a nosotros mismos. Aprovechemos bien el día.

Por la propia experiencia, lo recomendable es madrugar. No quiero decir que tengas que levantarte a las seis de la mañana, pero salir por la puerta de casa o del hotel a eso de las ocho y media nos ayudará, aunque si tu intención es desayunar algo por ahí, lo habitual es que la hora de apertura en los comercios sea las 10 de la mañana. Moverse por Moscú cansa bastante, así que piensa que en el avión de vuelta tendrás unas cinco horas para descansar, además de las casi dos que te tocará esperar en el aeropuerto (si eres de los que cumplen con eso de estar dos horas antes de que salga el vuelo).

Dedicaremos la mañana a conocer lo que podamos la ciudad y después del almuerzo iremos a hacer las compras que necesitemos para cargar con ellas el menor tiempo posible. El que no tenga compromisos del tipo matrioshkas, gorras de plato (militares), gorros de piel, etc… ni tenga algún capricho, fácilmente caerá en la tentación de hacer alguna compra.

La avenida de Tverskaya con la Plaza Roja al finalPor la mañana
Decía que los comercios suelen abrir a las 10, pero es fácil encontrar puestos en la calle en los que poder comprar algo de comer prácticamente a cualquier hora. De todas formas, por la mañana íbamos a conocer un poco la ciudad.

En caso de tener poco tiempo, como es el que supongo en esta ocasión, nunca me ha gustado ir a ver museos o espacios cerrados. A no ser, claro está, que la ilusión de toda mi vida haya sido perderme un día entero por las salas de la Galería Tretiakov. Hay quien gusta de perderse por las calles y empaparse de ciudad; hay quien gusta de ver museos, por ejemplo. Yo soy del los primeros, así que eso dejará huella en este día imaginario que vamos a pasar en Moscú.

Un buen lugar para iniciar nuestro recorrido será el centro de la ciudad. En metro, iremos hasta la estación Mayakovskaya. Una vez hayamos llegado a la estación de destino, saldremos a la plaza que tiene el mismo nombre. En esta plaza está la Sala de Conciertos Tchaikovsky, lugar en el que prácticamente siempre hay una programación excelente (de hecho, siempre actuan aquí los mejores): de conciertos de música clásica a espectáculos de folclore ruso. Como seguramente no podremos elegir, esperamos tener suerte y que justo ese día esté programado algo interesante para nosotros. El empezar el día aquí es precisamente para poder ver si el programa nos atrae, comprar la entrada y poder pasar el día tranquilamente mientras llega la hora de acudir nuevamente a este sitio para disfrutrar del espectáculo. Además, los precios son muy asequibles y este es uno de los pocos sitios en los que no encontraremos un precio para rusos y otro para extranjeros, que normalmente suele ser entre dos y cinco veces más caro (una de las extrañas costumbres rusas).

Y realmente se disfruta. Por el teatro en sí, que es una auténtica preciosidad, como por el espectáculo, sea cual sea, siempre de una tremenda calidad artística, como por el público, del que se aprende un respeto y una educación que en España siempre he echado de menos en este tipo de salas.

Si no es de nuestro agrado la programación, o simplemente resulta que ese día no la hay, no pasa nada. Tenemos muchas cosas interesantes que hacer.

Otro de los motivos de empezar nuestro periplo moscovita por este lugar es que el camino hacia nuestro siguiente destino, la Plaza Roja, será cuesta abajo, lo cual siempre se agradece.

En Mayokovskaya hay un lugar recomendado (hablaré de el en otro artículo). Se trata de Rostiks. Un sitio de comida rápida al estilo ruso cuya principal especialidad es el pollo. Si el desayuno está digerido y tenemos buen saque, podemos tomar un tentempie antes de seguir.

La avenida de Tversakaya, colapsada de tráfico, con la Plaza Roja al finalDesde Mayakovskaya, bajaremos por Tverskaya, una de las principales avenidas de la ciudad y en la que iremos encontrando edificios arquitectónicamente muy bonitos, preferiblemente por nuestra izquierda, ya que esa acera siempre me ha parecido más interesante. Hay un trecho hasta la Plaza Pushkinskaya, en la que hay un MacDonalds, aunque haberlos haylos en cualquier sitio del planeta, y aunque sirven batidos, cosa que en los MacDonalds de España no sirven, tampoco es nada especial. En este MacDonalds en concreto cada rincón del local está dedicado a un país del mundo: París, Londres, etc… La decoración no deja de ser curiosa para ser un MacDonalds, que fue el primero en abrirse en Rusia, lo que realmente supone un símbolo en los años de la caida del comunismo.

En nuestro camino hasta la Plaza Roja (Krasnaya Ploschad) podremos encontrar, en la acera de la izquierda, una estupenda librería donde se puede comprar calendarios, postales, posters, etc… además de, claro está, libros, también en lengua extranjera (tomando como lengua nativa el ruso). Hay algunas tiendas interesantes en este tramo. En los últimos meses se han puesto de moda las cafeterías como lugar de encuentro. Pequeñas cafeterías en las que la gente «pija» paga hasta 10 euros por una simple taza de café, pero la moda manda y aparentar lo es todo cuando de exhibir poder adquisitivo se refiere. Estas cafeterías pueden encontrarse a lo largo de Tverskaya y en ellas podremos tomar una taza de té o de café acompañada de un trozo de tarta o algún rico pastel. En este sitio también se puede comprar vodka, aunque no es cuestión de cargar con el durante todo lo que nos queda de día.

Plaza de Manezhnaya

Los Jardines de Alejandro, junto a la muralla del KremlinBien… seguimos. Justo al final de Tverskaya llegaremos a la antesala de la Plaza Roja, la Plaza Manezhnaya, un bonito lugar donde la gente joven se reune con el buen tiempo. Bajo esta plaza hay un gran centro comercial. Aunque podemos entrar a verlo, tampoco es cosa del otro mundo si ya hemos estado en centros comerciales de cualquier gran ciudad (Grancasa, en Zaragoza; La Vaguada, en Madrid; L’Illa, en Barcelona; Lafayete, en París), merece la pena darse un paseo. En la planta de abajo hay sitios en los que comer algo: Rostics, comida china… sitios de comida rápida la mayoría. El resto son tiendas. También hay un gran cibercentro en el que poder conectarse a Internet para leer las noticias, si hemos estado un tanto desinformados, o consultar el correo. Atienden en ruso e inglés y el uso del ordenador también puede hacerse en cualquiera de estos dos idiomas.

Una vez salimos de Manezhnaya, podemos dirigirnos hacia la derecha, según miramos en dirección a la Plaza Roja, para llegar hasta ella por los jardines que hay en el exterior de el Kremlin. Son los Jardines de Alejandro. Entre Manezhnaya y estos jardines hay unas fuentes con unas figuras que representan personajes de los cuentos y leyendas tradicionales de Rusia.

Monumento al soldado desconocido, con la llama eterna Monumento al soldado desconocido, con la llama eterna

Caminando por este pequeño parque, con la muralla del Kremlin a nuestra derecha, llegaremos hasta el monumento al soldado desconocido, la llama eterna en memoria de las víctimas en la Gran Guerra Patriótica, la Segunda Guerra Mundial. Junto a este monumento, custiodiado permanentemente por una guardia, hay una serie de bloques de piedra con el nombre de las ciudades protagonistas de la Guerra. Smolensk, Stalingrado, Moscú…

La Plaza Roja
Pasado el momumento al soldado desconocido y saliendo de los Jardines de Alejandro, podemos entrar a la Plaza Roja por la primera entrada que vemos a nuestra derecha, pero es mejor hacerlo por la Puerta de la Trinidad, pasado el Museo de Historia. Es bonito entrar a la Plaza Roja por esta puerta, ya que hace un poco de cuesta arriba y se nos va descubriendo en el horizonte la Catedral de San Basilio.

La impresionante Plaza Roja de Moscú La impresionante Plaza Roja de Moscú

Es este un lugar que impresiona. Al menos a mi. Siempre que me situo en el centro de esta plaza me embarga la emoción. Es mi gusto personal, pero el sitio al que miro en primer lugar, sin duda, San Basilio, seguido de el Museo de Historia, las murallas del Kremlin con el mausoleo de Lenin y por último los grandes almacenes GUM, preciosa arquitectura tanto en el exterior como en el interior.

Si tenemos mala suerte, nos encontraremos la Plaza vallada, con lo que no podremos pasar por ella. deberemos de rodear a través del GUM para poder llegar hasta la otra punta, hasta San Basilio y la Torre del Salvador, la del reloj, que fue en tiempos la entrada principal del Kremlin. De todas formas, la policía en este sitio es bastante considerada con el turista y no tendremos -en caso de encontrar la Plaza cerrada- en pasar la valla uno o dos metros únicamente para hacernos una foto sin las vallas, que afearían la instantánea.

Exquisita arquitectura de los grandes almacenes GUMOtro buen sitio para comer está muy cerca. En la calle Nikolskaya, perpendicular a la Plaza Roja en el lado del Museo Histórico. Es el restaurante Drova, donde por poco dinero podemos comer un bufet libre con más de 30 platos típicos de la cocina de los países ex-soviéticos. La bebida va aparte, pero merece la pena y no es caro en absoluto comparado con lo que normalmente podemos encontrarnos en Moscú.

Si hay poco tiempo, no animo a entrar en ningún sitio, como podría ser el Kremlin, para ver las catedrales, o el arsenal… o la misma San Basilio. Además de que el extranjero tiene una tarifa especial en cualquier museo o edificio turístico-cultural, nunca he considerado rentable dedicar tiempo a los interiores en una primera visita. Esto para los que gustamos de callejear; las personas que gustan de museos son caso contrario.

Vista la Plaza Roja, podemos echar un vistazo a los grandes almacenes GUM, pero estos si que son realmente un calco de cualquier otro centro comercial de grandes capitales, en tanto que vamos a encontrar las grandes marcas y grandes firmas mundiales de ropa y cosmética, por ejemplo.

La impresionante cuadriga preside la fachada del Teatro Bolshoi

Saliendo nuevamente por la Puerta de la Trinidad, nos encaminaremos hacia la derecha, hasta la Plaza de la Revolución (Ploschad Revolyutsii) y la Plaza del Teatro (Ploschad Teatralnaya), lugar en el que encontraremos el Teatro Bolshoi, con la imponente cuadriga presidiendo su entrada. Actualmente el Teatro Bolshoi está en obras de remodelación y estará cerrado al público durante unos cuantos meses.

Estación de metro de Arbatskaya, encuentro del Viejo Arbat y el Nuevo ArbatCasi es la hora de comer
¡Ánimo! Nos queda poco para terminar nuestra jornada matutina. Aprovechemos que estamos en el centro para pasear hasta Arbat, un lugar interesante. Para llegar hasta Arbat desde el Teatro Bolshoi, desharemos un poco el camino hecho. Media vuelta, y dirección Manezhnaya. Otra opción que nos vale el meternos al metro a la estación de Okhotnyi Ryad o Ploschad Revolyutsii y dirigirnos hasta Biblioteca Lenina (en el primer caso) o Arbatskaya (en el segundo caso). Es tan solo una parada y Arbatskaya nos dejará justo al principio del Viejo Arbat, una calle peatonal con mucho comercio, mucha hostelería, mucho puesto callejero y mucho artista dando espectáculo, en horario de afluencia turística especialmente, por supuesto.

¡Mucho ojo! No confundir el Viejo Arbat (sitio al que vamos) con el Nuevo Arbat, que son casi paralelos, pero el parecido es bien poco.

Hace unos días se daba a conocer en algunos medios rusos un plan para la renovación del Viejo Arbat, plan en el que se comentaba que el alcalde Luzhkov se comprometía incluso a poner calefacción subterránea. Ya veremos en qué acaba el plan. No es recomendable en absoluto comprar los souvenires en este sitio porque al turista, literalmente, lo clavan. Además, nos ahorraremos cargar con ellos el resto del día.

La primera vez que paseé por el Viejo Arbat me llamó la atención una pared llena de grafitis y pintadas con un nombre repetido una y otra vez. El nombre es Víktor Tsoy, líder del grupo ruso Kino, y que murió en accidente de tráfico en 1990, si la memoria no me falla. El día de su muerte, sus fans se dieron cita espotáneamente en ese lugar e incapaces de asumir su muerte, fueron escribiendo el nombre de Víktor en el muro. Hasta ahora se ha mantenido ese improvisado monumento, aunque se ha comentado que en un futuro cercano Víctor Tsoy tendrá un monumento oficial en el Viejo Arbat. A veces la gente se reune en ese lugar para cantar sus canciones.

El Viejo Arbat, uno de los lugares de encuentro en el centro de Moscú

Subiendo por Viejo Arbat llegaremos hasta la estación de metro de Smolenskaya, lugar desde el que emprenderemos el viaje para la jornada vespertina. Por eso sería bueno haber hecho una parada en algún sitio de Viejo Arbat, alguna terraza si hace buen tiempo, y haber comido algo. Si tenemos el presupuesto ajustado o queremos ir a lo seguro, hay un MacDonalds casi al final de la calle y muchas otras opciones.

En Viejo Arbat, entre otros lugares de interés, está la casa en la que vivió Pushkin. Si antes pasabamos por la Plaza de Pushkin, en nuestro paseo por Tverskaya, ahora pasamos por la casa del genial escritor ruso.

Resumamos un poco
Así pues, hemos iniciado nuestra jornada moscovita en la avenida de Tversakaya, echando un vistazo a la programación en la Sala de Conciertos de Tchaikovsky (Plaza Mayakovskaya) por si nos apetece ir por la tarde, si hay algo interesante. Bajando por Tverskaya hemos llegado a la Plaza Manezhnaya, hemos pasado por los Jardines de Alejandro, hemos entrado a la Plaza Roja, también los grandes almacenes Gum, el Teatro Bolshoi, Viejo Arbat y hasta aquí habremos necesitado unas cuatro o cinco horas, a un ritmo tranquilo, deteniéndonos en el trayecto en todos aquellos lugares que nos hayan llamado la atención.

Es imposible indicar con detalle todo lo interesante que hay en este camino. Solo la Plaza de Pushkin merecería la pena un artículo entero, y es una lástima que en este artículo tengamos ese supuesto de disponer de un solo día para conocer un poco la ciudad. Por el momento, lo estamos aprovechando muy bien. Aun nos queda toda la tarde, así que, tomemos fuerzas por un rato, comamos algo, tomemos un té o un café y continuaremos por la tarde.

Soy el artífice de que este sitio web funcione. Me fascina la historia de la Unión Soviética y Rusia, su cultura, sus tradiciones, su idioma (aunque con este último mantenga una relación de amor-odio). Me quedo con momentos históricos: todo lo que sucedió en el Frente Oriental de la Segunda Guerra Mundial y la Perestroika.